Henry Kissinger: el arquitecto de los golpes de Estado
El pasado sábado 27 del presente mes de mayo, cumplió 100 años Henry Kissinger. Para muchos sectores de la población en América Latina y El Caribe quizá este nombre no les diga nada. Seguramente a los jóvenes que hoy cumplen estre 25 y 30 años, les resultará extraño el nombre de Henry Kissinger y se preguntarán por qué se habla de él. Kissinger es referencia a todo un contexto: el de la Guerra Fría y la situación de Latinoamérica y El Caribe concebidas por los Estados Unidos como una macro región bajo su dominio. Justo lo anterior es lo que defendió Kissinger, planteando al Caribe y a América Latina en general como un territorio vital desde el punto de vista de la doctrina de seguridad nacional de los Estados Unidos. Henry Kissinger nació en Alemania en 1923 en un hogar judío-alemán por lo que su familia emigró a los Estados Unidos para escapar de la persecución nazi. Así que Kissinger en realidad creció como un joven norteamericano y se educó en instituciones de alto prestigio de ese país: el City College de Nueva York y en la Universidad de Harvard. Fue profesor de ciencias políticas en la misma Universidad de Harvard y en la Universidad de Georgetown. Pero su actividad más destacada la llevó a cabo como Secretario de Estado bajo la presidencia de Richard Nixon y Gerald Ford en cuyo período ejerció también como Consejero de Seguridad Nacional e impuso la práctica de la doctrina de seguridad nacional de los Estados Unidos con el concepto de “contención del comunismo”, bajo el cual diseñó golpes de Estado como el que encabezó Pinochet contra Salvador Allende en Chile. Más aún, la influencia de Kissinger se deja sentir en unos años en los que los “politólogos” norteamericanos escribieron profusamente acerca de América Latina en general y de México en particular. Al iniciarse la segunda mitad de la década de 1960, uno de los libros más influyentes en la escena académica en términos del análisis de la situación política en América Latina era el de Robert D. Tomaseck, Latin American Politics: Studies of the Contemporary Scene, (La Política Latinoamericana: Estudios de la Escena Contemporánea),editado por Double Day en Nueva York en 1966. Para quienes escribían en la antología anterior, la política en América Latina se reducía a escenarios de lucha por el poder entre quienes buscaban ascender al control del Estado. Así que controlando a esos aspirantes, los Estados Unidos podían controlar a todo un país. La política en los países de Latinoamérica era reducida por la politología norteamericana a una cuestión de lucha entre individualidades que sólo persiguen sus propio beneficio. La bibliografía es larga. En ningún momento aparecen los interés populares o los grandes movimiento sociales de América Latina. La política era una lucha sin sustancia social, según una larga lista de politólogos norteamericanos. En el caso de México, la escena política era vista como una lucha entre elites modernizadoras y un pueblo inculto atado al atraso. Una tesis insólita. Pero así se proponía en libros como el de Frank Brandemburg, The Making of Modern Mexico, editado por Prentice Hall en 1964. Igual tesis sostuvo Howard F. Cline en su libro The United States and Mexico, editado por la Universidad de Harvard en 1953; o la obra de Martin C. Needler, Politics and Society in Mexico, editado por la Universidad de Nuevo México en 1973. La Revolución Cubana prendió los “focos rojos” en los Estados Unidos y la política de la “contención” adquirió preeminencia. Kissinger, en el marco de la guerra fría, advirtió que la política externa de los Estados Unidos tenía como problema básico el de la difusión del comunismo en el mundo y principalmente en América Latina. Había que parar ese proceso “a cualquier costo”. Para ello, Kissinger diseñó una estrategia de acercamiento a la Unión Soviética y a China, para “atarlos” y lograr su no intervención en los países de América Latina. Tras el triunfo de la Revolución Cubana, los Estados Unidos promovieron en octubre de 1960 el bloqueo al nuevo gobierno. Dicho bloqueo ha pasado por diferentes etapas y desde 1992 se extendió a los países que guardan relaciones con Cuba. Es una muestra de cómo opera la doctrina de seguridad nacional en América Latina. En ese tenor, Kissinger preparó un documento que se titula “Informe Kissinger” en donde afirma que la demografía mundial es una amenaza a la seguridad de los Estados Unidos y por lo tanto, se debe aumentar la campaña para neutralizar la natalidad y por supuesto, dicha campaña contra la natalidad debe hacerse en los países del llamado “Tercer Mundo”. Hay un sustrato de ideología de género en este texto de Kissinger que coloca todo el peso de las campañas contra la natalidad en la mujer. Este “Memorandum” de Kissinger dirigido al Presidente de los Estados Unidos fue aprobado por el Gobierno de los Estados Unidos el 10 de diciembre de 1974. El mar de fondo de este documento es el de la emergencia de naciones con capacidad de competir con los Estados Unidos por el control de los mercados internacionales. Más aún, Kissinger preveía que el aumento de población en el “Tercer Mundo” convertía a las nuevas naciones en presencias importantes en los escenarios internacionales y que ello se traduciría en pérdida del control de los Estados Unidos sobre los asuntos del mundo. Advertía Kissinger en su famoso “informe” que todo ello podría producir irrupciones-como el de la Revolución Cubana-que pondrían en peligro la hegemonía de los Estados Unidos. En el año de 1973, Kissinger probó su teoría: diseñó y apoyó el golpe de estado en contra del Presidente Salvador Allende que encabezó el militar Augusto Pinochet. En general, Kissinger apoyó la llamada “guerra sucia” en América Latina que dejó a miles de muertos. Kissinger viajó a Chile para saludar a Pinochet y al tiempo conversó con Guzzeti, miembro destacado del gobierno del Dictador Videla en Argentina, asegurándole el apoyo de los Estados Unidos. Kissinger transmitió a quien era el Ministro de Relaciones Exteriores de la Argetina bajo el régimen de Videla, la satisfacción por el golpe militar y la contención de la izquierda en aquel país de Suramérica. Al darse cuenta Kissinger de la imposible victoria militar en Vietnam, recomendó el retiro de las tropas y la firma de la paz, lo que iba en concordancia con su acercamiento a la Unión Soviética y a China. Por ello, en un caso de vergüenza, Henry Kissinger recibió el Premio Nobel de la Paz junto con el diplomático norvietnamita Le Duc Tho. Kissinger ha sido y sigue siendo uno de los líderes intelectuales más importantes de la derecha norteamericana. Kissinger ha fundado su propia asociación “Kissinger Associates” y la “Kissinger and Mc Lary Assiciates” y desde el sector privado sigue cosechando dólares y guerritas en el mundo. Es esta una historia, la trayectoria de personajes como Henry Kissinger, que debe discutirse, analizarse, en las aulas universitarias de América Latina y El Caribe. No es posible que los jóvenes de hoy no tengan claridad sobre lo que fue la llamada “guerra fría” y los significados de una política imperial como la seguida por el gobierno norteamericano. Deben multiplicarse los cursos no sólo de historia de América Latina y El Caribe sino de las propias ciencias sociales en nuestros países y las dificultades que han tenido para desarrollar sus propios métodos y procedimientos de investigación. Es una tarea urgente que nos lo recuerda el cumpleaños número 100 de un personaje tan siniestro como Henry Kisssinger.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. 28 de mayo, 2023
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