Félix Báez-Jorge, otra ausencia insustituible
Si la pandemia del Covid-19 nos sacudió con la pérdida de familiares y personas cercanas, este año también nos ha traído desapariciones de destacados académicos y amigos. Entre las más recientes la de Félix Báez-Jorge, a quien leí para mis investigaciones entre los zoques y tuve la suerte de entrevistar antes de titularme como Doctor. Las pocas veces en que lo volví a ver siempre recibí un trato afable y cercano, además de interesarse por mis trabajos. Releyendo un texto que escribí para su Homenaje, y que salió publicado con posterioridad, creí que mi mejor muestra de respeto era reproducir un fragmento de dicho texto. Vaya entonces ese reconocimiento por escrito a la persona y al académico que tuve el gusto de realizar antes de su partida:
Hablar de la relación de Félix Báez-Jorge con el mundo de los zoques a través de la bibliografía parece una tarea fácil si la guía de referencia son los trabajos que ha escrito sobre ellos; sin embargo, a poco que se profundice en la vasta obra del académico veracruzano podrá entenderse que la sombra zoqueana se prolonga, de manera continuada, en gran parte de sus investigaciones. Es por ello que sus años de trabajo de campo con hablantes de las lenguas zoque y popoluca aparecen en múltiples citas o en reflexiones de otros autores, que han tomado de su obra ideas para darles continuidad. El mundo mítico y el simbolismo prehispánico viajan, en el territorio que Paul Kirchhoff definió como Mesoamérica, del pasado al presente y del presente al pasado, con la naturalidad que le otorgan a Félix Báez-Jorge el conocimiento adquirido y una ardua labor que va del campo al gabinete, incluso pasando por las obligaciones de funcionario académico que tantas veces ha desempeñado. No cabe duda que una obra prolija como la suya es un caudal de información y, en tal sentido, una ingente posibilidad de lecturas sobre el mundo vivido por los pobladores prehispánicos y, también, sobre sus actuales descendientes que, en su estar y decir, construyen constantemente formas de pensar que requieren conocimientos primordiales para no relegarlas al baúl de las supervivencias o de las supercherías, ligadas ambas a la tantas veces atribuida ignorancia de los pueblos indígenas. De ahí que la parsimonia en la recolección de datos, el reto comparativo y el interés por ofrecer información histórica y etnográfica emerjan en los trabajos de Báez-Jorge para aquellos dispuestos a disfrutar el conocer y, también, el desafío que significa ese otro mundo, ese, si se permite el retruécano, representado por el simbolismo. No resulta extraordinario, por lo tanto, que el antropólogo veracruzano sea, con el transcurrir de los años, disciplinariamente osado al atreverse a incorporar lecturas históricas que deambulan por la escuela de los Anales o la historia de las mentalidades, por la arqueología, la lingüística y la epigrafía, o la sociología y la antropología. Esta osadía tiene continuidad, por supuesto, en el uso de las teorías sociales; desde el estructuralismo de Lévi-Strauss, pasando por el marxismo de Godelier o el simbolismo de Eliade y Durand, sólo por citar algunos ejemplos. Tampoco ha rehuido abordar a etnógrafos y etnólogos que han trabajado en suelo, básicamente de lo que se ha dado en llamar Mesoamérica, aunque tampoco tiene reparos a la hora de citar los textos críticos con esta visión omniabarcativa del territorio histórico y sus habitantes, textos realizados, por ejemplo, por Juan Luis Sariego desde el Norte del país, o las reflexiones sobre el mismo concepto efectuadas por Luis Vázquez León. La riqueza de la obra escrita por Félix Báez-Jorge adquiere una dimensión singular en sus textos sobre los hablantes de una lengua mixe-zoqueana. Sus primeros andares entre los popolucas, y después entre los zoques chiapanecos, son pistas innegables para aquellos que quieran saber los orígenes de sus preocupaciones e intereses que le han acompañado.
La variedad de intereses de Báez-Jorge a lo largo de su dilatada carrera como académico, no son fáciles de resumir, ni siquiera cuando se tratan de concentrar en las investigaciones realizadas sobre un grupo humano como lo es el de hablantes de una lengua mixe-zoqueana. Tanto en sus primeros pasos en Veracruz, como con posterioridad en Chiapas, el trabajo de campo y la información recabada le permitieron escribir reportes de investigación, artículos, capítulos de libros y libros, en solitario o con otros académicos; pero más allá de esa actividad, que es la que caracteriza la labor de los investigadores, los trabajos de Báez-Jorge son un acicate epistemológico, un detonador de reflexiones de largo aliento orientadas a comprender, si ello es posible y a cabalidad por supuesto, la construcción de la realidad mítico-simbólica de los pueblos mesoamericanos previa a la Conquista y después de ella. Secuencia lógica, para algunos, pero también secuencia surcada por las transformaciones propias del devenir histórico, y más cuando es violentado de forma notoria en todas sus vertientes de existencia […]. De esa violencia, Félix Báez-Jorge extrae contenidos que se intercalan con el pasado prehispánico, dando como resultado las múltiples caras del mundo presente. Imágenes de santos, vírgenes y demonios se entrecruzan, casi con naturalidad, con las figuras míticas mesoamericanas. Del santoral católico al panteón prehispánico circulan las interrogaciones e interpretaciones de Báez-Jorge con la soltura de quien ha dedicado toda su vida adulta a entender ciertos aspectos de la construcción simbólica surgida del cielo y de la tierra habitada por humanos y por figuras que coexisten de forma paralela. Y buena parte de esas preguntas y análisis del antropólogo veracruzano surgieron de su contacto y estadía con los zoques. Los zoques chiapanecos son, con nitidez, los indígenas que hoy en día pierden más rápidamente el uso de la lengua propia en el estado del sureste mexicano, proceso que tiene un prolongado aliento histórico pero que en los últimos años se ha acelerado en lugares donde su uso era perceptible. Los relatos míticos, las referencias a ese “mundo otro”, presente siempre en las localidades zoques, se hacen cada vez más ausentes o sólo se reconocen como recuerdo, a veces facilitado por el propio trabajo de los investigadores, casi siempre antropólogos. Sin embargo, Piowacwe o Nawayomo ya son parte del mundo simbólico del México actual, y su relevancia y las discusiones respecto a sus significados se extienden más allá de las fronteras nacionales; esa relevancia no puede atribuirse más que a este autor, quien mostró el interés por trascender lo que otros podían haber dicho que era simplemente mítico, y a la vez tuvo la osadía de atreverse a trabajar con ahínco y dedicación para explorar las vetas que el mundo simbólico ofrecía y nos sigue ofreciendo. De ahí se puede afirmar, para cerrar este texto, que resulta imposible concluir las temáticas abordadas por Félix Báez-Jorge; su obra continua abierta para la exploración, y, respecto a su relación con los zoques, son muchos los caminos todavía por emprender.[1]
[1] Lisbona Guillén, Miguel, 2017, “La impronta zoqueana en la obra de Félix Báez-Jorge: una caudal inagotable”, en Guadalupe Vargas Montero (Coord.), Pensamiento antropológico y obra académica del Doctor Félix Báez-Jorge, Ciudad de México, Universidad Veracruzana, pp. 145-172.
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