Pablo González Casanova: Don Pablo
Pablo González Casanova, Don Pablo, murió el 18 de abril pasado en Tlalpan, Ciudad de México. Había nacido en Toluca, capital del estado de México, en el año de 1922. Al morir, tenía 101 años de edad. Iniciaba la segunda mitad de los años 1960 al momento en que en la Ciudad de México, en aquel Distrito Federal, aparecía publicado un libro titulado La Democracia en México (Editorial ERA, 1965) firmado por Pablo González Casanova, en aquel momento un sociólogo relativamente joven con sus 43 años de edad. Muy pronto, el libro alcanzó una importante difusión no sólo en los círculos académicos sino en un amplio abanico de lectores. Por supuesto, entró de inmediato a la discusión en las aulas universitarias. Eran momentos en que se discutía con intensidad las características del régimen político en México en el ámbito de un sexenio encabezado por el Presidente Gustavo Díaz Ordaz (1 de diciembre de 1964-30 de noviembre de 1970) quien ya había mostrado su talante autoritario y en el contexto de una Revolución Cubana en plena efervescencia y altísima popularidad entre los jóvenes de Latinoamérica, con líderes como Fidel Castro y Ernesto, “Che”, Guevara. Precisamente en las aulas universitarias era tema obligado de discusión en el ámbito de las ciencias sociales, el papel de la Revolución Cubana en la trasformación de un continente como el Latinoamericano incluyendo la parte insular de El Caribe. Pablo González Casanova se solidarizó con la Revolución Cubana y así permaneció hasta el fin de su vida. Por supuesto, se discutía con vehemencia el contexto de la llamada Guerra Fría entablada entre los Estados Unidos (el capitalismo) y la Unión Soviética (el Socialismo). En el momento de publicar La Democracia en México ciertamente se vivía un ambiente universitario en el que el pensamiento crítico se erigía como el eje de las discusiones en las aulas y cafeterías universitarias. La efervescencia mayor se experimentaba en aquel Distrito Federal de Chava Flores, no sólo por el centralismo político imperante en el país, sino porque la UNAM era la Casa de Estudios con mayor desarrollo académico junto con el Instituto Politécnico Nacional (IPN), como resultado, precisamente, del centralismo que aún caracteriza a México. Justo en la Cafetería de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales solían reunirse los intelectuales que llevaban una parte de la batuta de la discusión en aquellos días: Enrique González Pedrero, Víctor Flores Olea, Juan Brom, Guillermo Bonfil Batalla, Mario Monteforte Toledo y, por supuesto, Pablo González Casanova. Tres tesis expuestas en La Democracia en México eran tema recurrente: la democracia a la mexicana, la noción de sociedad dual y el colonialismo interno. Solidario con la Revolución Cubana, Pablo González Casanova sin embargo veía que una situación semejante en México no era posible y se inclinaba por sugerirle al poder encabezado por Díaz Ordaz a que siguiera un camino el cual sin desterrar al capitalismo, por lo menos permitiera en el país, la expresión libre del pensamiento y la libertad para escoger a quienes tuviesen el control del Estado Nacional. No veía Pablo González Casanova una opción viable para una Revolución como la cubana que tanta solidaridad despertaba en Latinoamérica. Pablo González Casanova señalaba un rumbo posible para la transformación de México al instaurarse un régimen realmente democrático que iría incidiendo en la disminución de la desigualdad social. A la par de este planteamiento, Pablo González Casanova señalaba que en el país operaba una “sociedad dual” en cuyo contexto una parte de la misma, la sociedad que vivía en las ciudades, era la que leía el periódico, asistía a la Universidad, veía cine, comentaba en las cafeterías, en fin, era el México de las clases altas y medias que en contraste con el “otro México” del mundo indígena y rural monopolizaba los beneficios del desarrollo. Por ello, la noción de “sociedad dual” desató una amplia discusión, sobre todo, en los círculos de los pensadores marxistas. Y asociada a estas tesis venía la que mayor difusión alcanzó y convirtió a Pablo González Casanova en Don Pablo: el planteamiento del colonialismo interno. Sin duda, era y es una tesis de profunda raíz latinoamericana que observa al mundo indígena como el sector colonizado de esa sociedad urbana montaba en la modernidad. Los pueblos indios eran las colonias internas de los Estados Nacionales en Latinoamérica y México era el ejemplo de ello. La repercusión de este planteamiento alcanzó al ámbito de Latinoamérica y El Caribe y vino a unirse a los planteamientos de un Franz Fanon, caribeño, expuestos en otro libro básico para Nuestra América: Los Condenados de la Tierra publicado en Francia en 1961 con Prefacio de Jean Paul Sartre y traducido en México por Julieta Campos, esposa de Enrique González Pedrero, y publicado en 1963 en el Fondo de Cultura Económica. Justo las tesis de Fanon y Casanova se tocan en cuanto discutían el racismo, la discriminación, el colonialismo y la descolonización. Viene a mi memoria la bullanguería, el sonido de las conversaciones, en la cafetería de Ciencias Políticas y el breve rumor al efectuarse la entrada de Don Pablo para dirigirse a la Mesa de los Intelectuales que discutían la situación del mundo. El autor de La Democracia en México se había ganado el reconocimiento como el sociólogo que marcaba la temática a discutir en el país. Su libro no ha perdido actualidad. En aquellos años de la segunda mitad de los 1960 provocó la respuesta ríspida de Gonzalo Aguirre Beltrán que desde la antropología oficial indigenista respondía con el planteamiento de las Regiones Interculturales de Refugio, acusando a Don Pablo de eximir a Europa de sus culpas como la parte del mundo de donde provenía el colonialismo. Era un contexto en el que también intervenía el planteamiento de Luis Villoro Toranzo expuesto en Los Grandes Momentos del Indigenismo en México (El Colegio de México, 1950) quince años antes del libro de Pablo González Casanova. Villoro no expresaba una posición crítica hacia el indigenismo sino más bien opinaba que su propósito era difícil de evaluar debido a su voluntad de convertir en ciudadanos plenos a los indígenas. Años después cambiaría esa opinión al abrazar las causas del Movimiento Zapatista del 1 de enero de 1994. Pero el planteamiento de González Casanova también estimuló a que Rodolfo Stavenhagen escribiera un texto en el que articulaba tres categorías de análisis: colonialismo, clases sociales y aculturación. El texto respondía al primer planeamiento que González Casanova había expresado de la tesis del “colonialismo interno” en una revista brasileña que, precisamente, dirigía Stavenhagen en aquellos años (Revista América Latina, numero 6, Brasil, 1963). También Guillermo Bonfil encontró apoyo en la tesis de González Casanova para exponer su planteamiento acerca del “control cultural”; incluso, Pablo González Casanova y Guillermo Bonfil escribirían un libro juntos: Las Ciencias Sociales y la Antropología en México. Don Pablo fue nombrado Comandante Contreras por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, movimiento al que permaneció fiel hasta el día de su muerte.
La última vez que tuve el honor y la satisfacción de conversar con Don Pablo fue en el Palacio de las Convenciones en La Habana, en el contexto de la Reunión por el Equilibrio del Mundo celebrada en La Habana en enero de 2021. En un receso, platicamos alrededor de una taza de café comentando pormenores de la reunión y sobre el futuro de las izquierdas en Latinoamérica y El Caribe. Recuerdo a Don Pablo con su voz tan especial, profunda, cortés y por cierto, elegante como era él. Usaba en aquella ocasión una gorra de beisbolista que le otorgaba un aire muy juvenil. En Chiapas, varias veces nos encontramos y conversamos sobre todo acerca del avance de los credos evangélicos, un tema que a él le interesaba particularmente. Recuerdo que a pocos meses de fundado el CIESAS-Sureste, Don Pablo me solicitó convocar a una reunión en San Cristóbal para discutir su proyecto acerca de la democracia en México, que pretendía el análisis estado por estado de la República. Corría el año de 1985. En la fecha convenida no llegó finalmente Don Pablo pero si Jorge Cadena, en aquel entonces un joven sociólogo formado por González Casanova y que fungía como Coordinador del Proyecto. Hicimos la reunión en San Cristóbal en día lluvioso y frío. Creo que el Proyecto no llegó a concretarse como lo deseaba Don Pablo.
Cuando muere un personaje como Pablo González Casanova, Don Pablo, Comandante Contreras, se produce un vacío notable. Cierto: nos queda su obra, sus propuestas, su ejemplo. Pero su persona es insustituible y por ello le hemos de extrañar por largo tiempo.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala, a 24 de abril de 2023
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