Elena Poniatowska, distinguida y con justicia, con la medalla Belisario Domínguez
En los días de insurrección zapatista, la autora de Tinísima se solidarizó con las bases de apoyo, y en ese trato diario con las mujeres militantes, se hizo amiga de la comandante Ramona, quien durante sus estancias en la Ciudad de México prefirió quedarse en la casa de su hija Paula Haro.
Elena Poniatowska pertenece al grupo de intelectuales de la izquierda democrática que se ha solidarizado con las causas de los desfavorecidos, a quienes ha dado voz en entrevistas, crónicas y novelas.
En sus manos, la entrevista alcanzó un nivel literario mucho antes incluso que lo hiciera la premio nobel de Literatura, Svetlana Aleksiévich. La noche de Tlatelolco, publicada en 1971, cuenta con tanta calidad literaria y testimonial como La guerra no tiene rostro de mujer, que apareció en 1985.
Los estudiantes de comunicación y de literatura deben adentrarse en la obra de Elena Poniatowska para conocer sus entrevistas y crónicas, estas últimas antologadas en siete volúmentes de Todo México, publicado por Diana.
Hay tres entrevistas que son mis preferidas: la primera, realizada con el escritor François Mauriac. En la conversación, Poniatowska confiesa no haber leído ninguna novela del entrevistado, y que había dejado inconclusa la lectura de Nido de víboras. El escritor, indignado, decidió no continuar con la plática. La escritora pudo haber redactado el encuentro sin mencionar esa parte desafortunada, pero decidió hacerlo, y brindarnos una lección de humildad al reconocer que cometió un error, y que los periodistas deben prepararse, con lecturas y documentos, para una entrevista.
La segunda que he disfrutado y que comparto con mis alumnos es la entrevista que efectuó con Mario Moreno Cantinflas, a quien formuló preguntas delicadas con desparpajo y hasta con inocencia. Mario Moreno, incómodo y enojado, respondió con monosílabos y con indirectas sobre la capacidad de la entrevistadora para dedicarse al periodismo.
Con Diego Rivera, sin embargo, encontró a un personaje cómplice que se reía de sus preguntas calcadas del famoso cuestionario de Marcel Proust, aunque con intercalaciones propias: “sus dientes, ¿son de leche?”
Su libro más reciente, El amante polaco, resultó polémico, porque recordó su primera relación sexual, una violación casi, con el escritor Juan José Arreola, aunque sin mencionarlo. Los parientes del escritor, sin embargo, decidieron desvelar el nombre del personaje y ahí se armó el escándalo, porque argumentaban que la relación entre ambos novelistas había sido consentida.
Se olvidaron de aclarar que Arreola era entonces un escritor de 36 años, mientras que Poniatowska acaba de cumplir los 22 y era un tanto ignorante del mundo, puesto que había sido educada en diferentes internados franceses. Embarazada, se refugió en un colegio de monjas en Roma, para evitar las habladurías del México gazmoño de los cincuenta. Su situación fue complicada: debió vivir sola y tener en soledad a su hijo Felipe.
Elena Poniatowska es una escritora fundamental para conocer al México contemporáneo. Sus novelas han surgido de entrevistas, como los testimonios recogidos en La noche de Tlatelolco, como la historia de Jesusa Palancares en Hasta no verte Jesús mío, como las voces del terremoto de 1985 en Nada, nadie, así como los encuentros públicos en Todo México.
A diferencia de otros años, en que se ha criticado la entrega de la medalla Belisario Domínguez a personajes cuestionables, en esta ocasión hay unanimidad en los aplausos, porque se distingue a una gran escritora que ha estado comprometida con las causas justas de los sectores más desprotegidos de este país. ¡Enhorabuena!
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