Tiempos recios de Vargas Llosa
En Tiempos recios, su más reciente novela, Mario Vargas Llosa resalta los modismos del habla guatemalteca, que es muy cercana a la chiapaneca, por el empleo del “vos” y la conjugación de verbos acentuados en agudas. Esto se debe a la larga historia que recorrimos juntos, al ser parte de la misma capitanía en los tiempos de la Colonia.
Los personajes de la novela hablan con el dejo chiapaneco-guatemalteco: “Te pasa a ti lo mismo, vos?”. “¿Sabés qué es bueno para calmar los nervios, vos?”. “Así que más respeto cuando abrás la boca, vos”. “La verdad es que sos un poco raro, vos”. “Es malo mezclar el trabajo y el placer, vos”. “A mí me facilitaría mucho las cosas, compa”. “Seguí tu camino, muchacha. Andate a dormir, te podés resfriar con esta lluvia”. “Vení conmigo”.
El propio presidente Carlos Castillo Armas habla con esa tonada: “Sentate, estarás cansada; vení por aquí”. “Cotamelo todo, desde el principio”. “Qué cándida sos. ¿Sabés lo que más me gusta de vos?”. Y esa combinación del “tú” y el “vos”: “Tú me respondes, vos”. “Te equivocás”. “Tenés que tener la cabeza muy fría si no querés que te maten”. “Una hija mía, de puta de un coronelito de mala muerte. Y, encima, un bastardo. ¿Te das cuenta, vos?”.
No es la mejor novela de Mario Vargas Llosa; sin embargo, logra ser entretenida. Material había de sobra: dos presidentes de Guatemala derrocados; el primero, Jacobo Arbenz, más que comunista un político que buscó democratizar a su país; el segundo, Carlos Castillo Armas, un golpista, asesinado por un soldado raso, de lo que pareció ser una conjura internacional comandada por el presidente de República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo.
En medio de esos presidentes latinoamericanos está el contexto histórico con una abusiva United Fruit Company, el intervencionismo del gobierno norteamericano y los grupos emergentes de estudiantes, afines al comunismo, que empezaban a ocupar las plazas públicas.
La United extendió sus tentáculos por Centroamérica, con una ola de injusticias en contra de los obreros y comunidades indígenas, sin abonar un quetzal como impuesto a las arcas guatemaltecas. Cuando a Jacobo Arbenz le preguntaron de por qué estaba en contra de la United Fruit respondió que no era así, que lo único que buscaba es que esa compañía pagara impuestos como lo hacía en Estados Unidos.
En esta historia de gobiernos fallidos están dos personajes enigmáticos; por un lado, el dominicano Johnny Abbes García, matón de Trujillo, y por el otro, Martha Borrero Parra, amante de Castillo Armas, que figura como Miss Guatemala.
En estos dos personajes descansa la trama de esta novela histórica que podría verse como la segunda parte de La fiesta del Chivo, en donde Vargas Llosa hizo el trazo del sangriento gobierno de Leónidas Trujillo, de su hijo Ranfis, y del propio Abbes García, quien se encargaba de sembrar terror entre los dominicanos y apagar cualquier posible protesta en contra del dictador.
Martha Borrero, quien al final de la novela es entrevistada por el nobel peruano, se desliza en ese ambiente de caos y desgobierno de los días finales de Castillo Armas, que fue víctima de su propia ineptitud y de sus ambiciones.
Vargas Llosa explora una de las causas del asesinato del presidente guatemalteco: Cuando combatió para derrocar a Jacobo Arbenz, aparte de recibir apoyo y asesoría de la CIA, también aceptó armas de Leónidas Trujillo. El acuerdo era muy simple: al llegar a la presidencia de Guatemala debía condecorar con la Orden del Quetzal en el máximo grado al dictador dominicano.
Una vez en el poder, olvidó la promesa. Trujillo se sintió ofendido y mandó a asesinarlo. La mano homicida fue la de su matón favorito: Johnny Abbes, quien terminaría masacrado con sus hijas y su esposa en Haití, acusado de traicionar al dictador François Duvalier.
Como sucede en casi todas las novelas del peruano están presentes los periodistas. Mis Guatemala, por ejemplo, después de su huida precipitada de su país, se dedica en República Dominicana, al periodismo opinativo en la radiodifusora La Voz Dominicana.
Tiempos recios es una novela que reivindica el gobierno democrático de Jacobo Arbenz, y que condena a la injerencia política de Estados Unidos, porque desde el punto de vista de Vargas Llosa, el golpe de estado en Guatemala aceleró las simpatías de los jóvenes latinoamericanos por gobiernos socialistas y la radicalización de Cuba y su vínculo posterior con la Unión Soviética.
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