De la guerra entre Ucrania y Rusia a la guerra entre Rusia y la OTAN
Por Fernando Pérez[*]
El 24 de febrero de 2023 se cumplió un año de la operación militar especial de Rusia en Ucrania, y nueve años del golpe de estado contra el Presidente Víktor Yanukóvich consumado el 23 de febrero de 2014 por grupos afines a los intereses de Occidente, léase Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea. Es de suma importancia tener en cuenta estos dos acontecimientos para comprender la complejidad de la guerra que se libra en territorio ucraniano y que en el transcurso de un año ha escalado a dimensiones inimaginables, a tal grado que se ha convertido veladamente en una guerra entre Rusia y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Desde esta perspectiva, el riesgo de que la guerra continúe escalando se centra no solo en un enfrentamiento directo y abierto de las fuerzas militares rusas con las de la OTAN, liderada por Estados Unidos, sino que el enfrentamiento culmine con una guerra nuclear, donde el riesgo se traslada a la existencia misma de la humanidad.
Si abrimos una pequeña ventana a la historia mundial encontramos que en el transcurso de la modernidad capitalista se han librado distintos tipos de guerras: guerras de secesión, de invasión, de independencia, raciales, guerras civiles, de liberación nacional, guerras económicas, financieras y comerciales, entre otras, en espacios y tiempos diferentes. No obstante, sólo dos han escalado hasta el punto de convertirse en guerras mundiales, la de 1914-1918 y la de 1939-1945, cuya causa principal estuvo centrada en la disputa por la hegemonía mundial. Se trata de guerras que se desarrollaron en el espacio territorial del continente europeo, pero que sus efectos políticos, económicos y sociales se trasladaron a todos los países del mundo. Esto nos lleva a pensar que si la guerra en Ucrania continúa al ritmo de la OTAN y la Unión Europea -que están en sintonía con escalar a toda costa el nivel de la guerra (salvo algunas excepciones)- estaríamos presenciando ya sobre el terreno las primicias de lo que sería la tercera guerra mundial.
De acuerdo con estimaciones de la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, por sus siglas en inglés), a principios de 2022 existían, aproximadamente, 12 700 ojivas o cabezas nucleares en nueve países. De éstas, el 90% estaba en manos de Rusia (5 977) y Estados Unidos (5 428), el resto se ubicaba en los países de China (350), Francia (290), Reino Unido (225), Pakistán (165), India (160), Israel (90) y Corea del Norte (20).[i] Es decir, a diferencia de las guerras mundiales anteriores, las dos potencias militares más importantes a escala global -y que hoy están enfrentadas- cuentan con un arsenal nuclear suficiente para su destrucción mutua, y con ello poner en riesgo a toda la humanidad. Aunque, la amenaza de una guerra nuclear no es nueva, el escenario más cercano sucedió con la “crisis de los misiles de octubre” de 1962, cuando la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en respuesta a la política agresiva de Estados Unidos al campo socialista, entre las que figuró el establecimiento de cohetes nucleares estadounidenses en Turquía, emplazó misiles estratégicos en Cuba, país que después de la Revolución de 1959 estaba padeciendo la intervención directa del imperio norteamericano.
La crisis fue resuelta por el entonces Presidente de Estados Unidos John F. Kennedy y Nikita Jrushchov Presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética.[ii] Después de esto, la correlación de fuerzas entre el campo socialista y capitalista llevó a que ambos gobiernos firmaran en 1972 el Tratado sobre Misiles Antibalísticos (conocido como SALT-1, por sus siglas en inglés), que limitaba el número de armas estratégicas intercontinentales de ambas potencias. Luego siguieron otros acuerdos como el SALT-2, el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio firmado en diciembre de 1887 y el Tratado de Reducción de Armas Nucleares Estratégicas (START-I) en 1991, los cuales estuvieron orientados a la eliminación de misiles nucleares de mediano y corto alcance, así como a la reducción de sus arsenales nucleares en general bajo un régimen de verificación mutua.[iii]
De hecho, después de la firma del Tratado de 1987, el Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan expresó: “El tratado que hemos firmado el señor Gorbachov y yo mismo la semana pasada representa una conquista que hace historia y un avance notable hacia la edificación de un mundo más seguro. Pero la situación encierra promesas de mayor progreso en el afianzamiento de nuestra seguridad y en el asentamiento de las relaciones Este-Oeste sobre bases más firmes” (Reagan, El País, 16/12/1987).[iv] Incluso, en diciembre de 1989, unos días después de la caída del muro de Berlín, George Bush y Mijaíl Gorbachov, proclamaron el final de la Guerra fría y con ello la carrera armamentística y nuclear iniciada después de la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, entre 1990 y 1991, “los líderes de las principales potencias occidentales (EE.UU., Reino Unido, Alemania y Francia) dieron garantías a los dirigentes rusos de que la OTAN no avanzaría “ni una pulgada” hacia el Este, una vez que Gorbachov aceptó la unificación de Alemania y su entrada en la organización atlantista y en el ámbito de intereses occidental” (Castro, 2022).[v]
Estos acontecimientos contribuyeron para que el 26 de diciembre de 1991 se concretizara la desintegración de la URSS, la cual fue vista como un triunfo del capitalismo sobre el socialismo real, específicamente un triunfo de Estados Unidos sobre la URSS. Ante ello, en un discurso televisado, el Presidente George Bush asestó: “Europa oriental ya es libre, y la Unión Soviética ha desaparecido. Es una victoria para la democracia y la libertad. Es una victoria para la superioridad moral de nuestros valores”, y unos días después, en su discurso del estado de la Unión expresó: “El mundo, dividido hasta ahora en dos bloques, ya no reconoce más que una única potencia hegemónica: Estados Unidos de América. Mientras sea presidente, nuestro país seguirá capitaneando la lucha por la libertad en todas partes, y no lo hará por arrogancia ni por altruismo, sino en aras de la seguridad de nuestros hijos. No es malo utilizar la fuerza para lograr la paz. Evitemos el aislacionismo” (Casals, 2022).[vi]
Este recuento histórico es importante porque nos permite dimensionar la guerra que hoy se libra sobre el terreno concreto de Ucrania. Pues, Rusia, como heredera legal de la Unión Soviética y reconocida internacionalmente no sólo ocupó los espacios orgánicos de ésta, sino que continuó con el Tratado de Reducción de Armas Nucleares Estratégicas con Estados Unidos, bajo su respectiva actualización (START-2 y START-3 o nuevo START). Además continuó en el Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares desde 1970, cuyo propósito es “prevenir la propagación de las armas nucleares y la tecnología de armamentos, promover la cooperación en el uso de la energía nuclear con fines pacíficos y fomentar el objetivo de lograr el desarme nuclear en el contexto del desarme general y completo” (Gillis, 2013: 30).[vii] Sin embargo, esto no ha sido posible porque los acuerdos fueron interrumpidos a modo, principalmente por Estados Unidos. A pesar de esto, los avances son bastantes significativos, se pasó de alrededor de 70 300 cabezas nucleares en 1986 a un estimado de 12 700 a principios de 2022 (FAS, 2022). No obstante, el nivel científico y tecnológico que posee este arsenal lo hace mucho más potente y destructivo para el mundo en relación a lo que existía en la década de 1950.
Es necesario mencionar que, a partir de 1997 Rusia empezó a dudar de los verdaderos intereses de Estados Unidos. Esto debido a que la OTAN inició su expansión hacia el Este de Europa, incorporando paulatinamente a los países que habían integrado la URSS, rompiendo las promesas que los líderes occidentales hicieron a Mijaíl Gorbachov y al pueblo soviético.
Además, la invasión a Irak en 2003 por parte de Estados Unidos y sus aliados reforzó esta desconfianza y develó el poder del mundo unipolar al que aspiraba el país norteamericano. Este descontento fue expresado por el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, el 10 de febrero de 2007, donde expone lo siguiente:
Creo que es obvio que la ampliación de la Alianza Atlántica no tiene nada que ver con su modernización ni con las garantías de la seguridad en Europa. Al contrario, se trata de un factor provocador que merma la confianza mutua. Con pleno derecho podemos preguntar: ¿contra quién está apuntada tal ampliación? ¿Y qué ha sido de las aseveraciones que nos daba Occidente tras la disolución del Pacto de Varsovia? ¿Dónde están ahora esas aseveraciones, de lasque ni se acuerda nadie? Me permitiré hacer recordar a este auditorio lo que fue dicho. Quiero aducir una cita de la intervención del secretario general de la OTAN, el señor Werner, en Bruselas el 17 de mayo de 1990. Él dijo: “El propio hecho de que estemos dispuestos a no emplazar las tropas de la OTAN más allá del territorio de la RFA es una firme garantía que se da a la Unión Soviética”. ¿Dónde está esa garantía? (Putin, 2007).[viii]
De igual manera arremetió contra el modelo del mundo unipolar impulsado por Estados Unidos, cuyo principio es la “existencia de un solo centro del poder, de un solo centro de fuerza y un solo centro de la toma de decisiones. Es el mundo en que hay un solo dueño, un solo soberano. […] Tal estado de cosas no tiene nada que ver con la democracia, porque la democracia, como es sabido, es el poder de la mayoría, en el que se consideran los intereses y las opiniones de la minoría. […] En mi opinión, el modelo unipolar no sólo es inadmisible para el mundo contemporáneo sino que imposible. […] se trata de un modelo que no puede funcionar por estar carente de la base moral propia de nuestra civilización” (Putin, 2007. Ibíd).
El mensaje del Presidente de Rusia fue contundente y marcó el inicio de la lucha por un mundo multipolar, donde la seguridad de su país no se encontrara bajo amenaza directa de los misiles estadounidenses. A pesar de ello, la OTAN continuó con su expansión y en 2008 recibió con beneplácito “las aspiraciones de Ucrania y Georgia de ingresar a la Alianza y acordó que «estos países se convertirían en miembros de la OTAN»” (Chadwick, 2022).[ix] No obstante, en las elecciones presidenciales de 2010, Víktor Yanukóvich se erigió como Presidente de Ucrania y frenó el proceso de ingreso a la Alianza, quedando como país no alineado. Esto, aunado al distanciamiento con la Unión Europea y un acercamiento más a Moscú, supuso un obstáculo para llevar a cabo los planes estratégicos, económicos y militares de Occidente, lo que derivó en protestas contra de su gobierno en 2013 y al consecuente golpe de Estado en 2014.
Ahora bien, a partir de febrero de 2014, el gobierno ucraniano proeuropeo instauró una política enfocada a minar la presencia de la población rusa en Ucrania, mayormente concentrada en las regiones de Crimea, Donetsk y Lugansk, así como a borrar la existencia de los símbolos soviéticos en el país. En este proceso, agrupaciones de extrema derecha, fascistas o neonazis como Pravy Sector (Sector de Derecha), Svoboda (Unión de los Ucranios Libertad) y el batallón Azov aumentaron su protagonismo de manera pública e institucional. Ante ello, la reacción de Crimea fue rápida, con el apoyo del gobierno de Moscú realizó un referéndum que le permitió incorporarse a la Federación de Rusia. Algo que no lograron los habitantes de Lugansk y Donetsk, quienes al verse asediados por las fuerzas militares y la nueva política “se levantaron en armas y declararon su autodeterminación como Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, lo que fue visto como una reacción al golpe de Estado y un resurgimiento del socialismo en Europa”(Dorado, 2020: 7).[x] La guerra civil dejó cientos de muertos y personas heridas, pero los rebeldes no se doblegaron ante el poder militar de Kiev.
En septiembre de 2014 se formó un Grupo de Contacto Trilateral para el Donbás integrado por Ucrania, Rusia, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y el Cuarteto de Normandía (Ucrania, Rusia, Alemania y Francia), de donde surgieron los denominados Acuerdos de Minsk. Estos tenían entre sus propósitos que “las partes se comprometieron a un alto el fuego y a retirar sus fuerzas de la línea de contacto. […] Además, la aplicación de una reforma en Ucrania, que preveía la introducción de un concepto de descentralización en la Constitución del país, que debería haber tenido en cuenta las especificidades de «ciertos distritos de las regiones de Donetsk y Lugansk»” (Sputnik, 2022).[xi] Con el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk, que posteriormente fueron ratificados y actualizados al más alto nivel por el Cuarteto de Normandía, la guerra en la región del Dombás hubiera terminado entre 2015 y 2016. Pero, el gobierno de Ucrania no cumplió los Acuerdos y los líderes europeos no hicieron nada para impulsarlos. Por el contrario, mientras que Estados Unidos y la Unión Europea aplicaban el primer paquete de sanciones económicas a Rusia por la anexión de Crimea, el gobierno ucraniano prohibió la participación y el funcionamiento del Partido Comunista, así como la enseñanza y uso de la lengua rusa en la educación escolar del país.
Todo ello, empeoró la situación del pueblo ruso en Ucrania, que aunado a los oídos sordos de Occidente en el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk y a las demandas de seguridad planteadas por Rusia, desembocó en la operación militar especial iniciada el 24 de febrero de 2022.
El objetivo de esta operación se centró en “defender a las personas que durante ocho años han sufrido persecuciones y genocidio por parte del régimen de Kiev. Para eso, nos enfocaremos en la desmilitarización y desnazificación de Ucrania, así como en llevar ante los tribunales a quienes cometieron diversos crímenes sangrientos contra civiles, incluidos algunos ciudadanos de la Federación Rusa. Nuestros planes no incluyen la ocupación del territorio ucraniano” (Troianovski, 2022).[xii] Sin embargo, los planes no salieron como se esperaban y la operación militar especial se convirtió en una guerra parcial para Rusia y una guerra total para Ucrania, cuyo pilar fundamental ha sido y sigue siendo las fuerzas estratégicas y militares de la OTAN.
Pero, ¿por qué la OTAN, encabezada por Estados Unidos, siguió y sigue luchando contra Rusia después de que se declarara el fin de la Guerra Fría y la desintegración de la Unión Soviética? Rusia es un país capitalista y no representa ningún riesgo sistémico para Estados Unidos, ni para la sociedad capitalista mundial. El problema es que Rusia no se somete a los cánones de los valores occidentales de “Libertad” y “Democracia” que hacía referencia George Bush en 1991, a propósito de la caída de la Unión soviética. Rusia ha forjado sus propios valores acorde al proceso de desarrollo histórico de su pueblo y de su cultura, lo que le permitió distanciarse del sometimiento colonial de otras naciones practicada por Occidente. Además, Estados Unidos no le perdona a Rusia que haya sido la cuna del Socialismo real y el constructor de un polo de poder distinto al emanado del modo de producción capitalista. Pues, debido a la Revolución de Octubre de 1917, el imperio norteamericano no logró ejercer plenamente su hegemonía mundial, y su goce del poder único le ha durado pocos años, dado el resurgimiento de Rusia en la esfera internacional y de China en particular.
En este sentido, la prolongación y el derramamiento de sangre en la guerra sobre el terreno de Ucrania no se puede entender sin la asistencia, estrategia, inteligencia y equipamiento militar de la OTAN. Su líder, Jens Stoltenberg, el 11 de octubre de 2022, declaró que “una victoria rusa en el conflicto de Ucrania sería una derrota para la OTAN. [Y] esto no se puede permitir” (Ribeiro, 2022).[xiii] Además, el gran financiamiento económico y militar brindado por Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea muestran en los hechos lo que han pronunciado en varias ocasiones de que necesitan asestarle a Rusia una derrota estratégica que no le permita levantarse durante muchos años. En esta sintonía se ubican las sanciones económicas impuestas de manera unilateral por Occidente, las cuales en palabras de Josep Borrell, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, “las sanciones son un veneno de acción lenta, como están hechos en base a arsénico, tarda en producir sus efectos, pero lo hace y lo hacen de una forma irreversible” (Borrell, 2023).[xiv] Y agrega que, “para ganar la paz, primero hay que ganar la guerra”, aunque esto lleve implícito el riesgo de una guerra nuclear. De esta manera, la guerra que se libra en Ucrania es ya una guerra entre Rusia y la OTAN, por lo que si la paz no llega por medio de la negociación y la diplomacia de sus líderes, ésta llegará con un costo incalculable para la humanidad.
[*] Colaborador del Observatorio de las Democracias: Sur de México y Centroamérica del Cesmeca. Correo electrónico: pepe_cielo@hotmail.com
[i] Federation of American Scientist (2022). “Who owns the world’s nukes?” Status of World Nuclear Forces. Disponible en: https://fas.org/issues/nuclear-weapons/status-world-nuclear-forces/ (Consultado 10/03/2023).
[ii] Véase Medina Luis, (1971). El sistema bipolar en tensión (la crisis de octubre de 1962). El Colegio de México. También, Graell Santacana Cristina (2012). Así se desactivó la tercera guerra mundial. Nuestro Tiempo, 42, enero-febrero, 2012. Disponible en: https://nuestrotiempo.unav.edu/files/2019/10/4253-crisis-misiles.pdf
[iii] El País (2009). “Cronología de los acuerdos de desarme entre Estados Unidos y Rusia”. 06 de julio de 2009. Disponible en: https://elpais.com/internacional/2009/07/06/actualidad/1246831214_850215.html
[iv] Reagan, Ronald (1987). “El tratado INF y los aliados”. El País, Tribuna el futuro de Europa, 16/12/1987. Disponible en: https://elpais.com/diario/1987/12/17/internacional/566694005_850215.html
[v] Castro, Luis (2022). Ucrania: “Ni una pulgada hacia el Este”, lo que Gorbachov escuchó. 21 de febrero de 2022. Conversación Sobre la Historia. Disponible en línea: https://conversacionsobrehistoria.info/2022/02/21/ni-una-pulgada-hacia-el-este-lo-que-gorbachov-escucho/. Incluye el artículo “El Panel de estudios eslavos plantea «¿Quién prometió qué a quién en la expansión de la OTAN?», publicado el 12 de diciembre de 2017, por Svetlana Savranskaya y Tom Blanton, traducido por Castro, donde presentan documentos desclasificados que muestran las garantías de seguridad contra la expansión de la OTAN al este, hechas por James Baker, George Bush, Genscher, Kohl, Gates, Mitterrand, Thatcher, Hurd, Major y Woerner a los líderes soviéticos. Texto original en inglés, en la siguiente: https://nsarchive.gwu.edu/briefing-book/russia-programs/2017-12-12/nato-expansion-what-gorbachev-heard-western-leaders-early
[vi] Casals, Josep María (2022). El país que desapareció en navidad. Unión Soviética. Historia, National Geographic. Actualizado 23 de diciembre de 2022. Disponible en: https://historia.nationalgeographic.com.es/edicion-impresa/articulos/el-pais-que-desaparecio-en-navidad_17406#
[vii] Gillis, Melissa (2013). Desarme. Guía básica. Tercera Edición. Naciones Unidas. Disponible en: https://www.un.org/disarmament/wp-content/uploads/2015/02/Spanish-Disarmament-Basic-Guide-3rd-Edition.pdf
[viii] Putin, Vladimir (2007). Intervención de Vladimir Putin en la Conferencia de Múnich sobre la política de seguridad. Red Voltaire, Alemania. 11/02/2007. Voltairenet.org, disponible en: https://www.voltairenet.org/article145413.html
[ix] Chadwick, Lauren (2022). ¿Cuál es el proceso de adhesión a la OTAN y cuan cerca está Ucrania de convertirse en miembro? Euronews, 23/02/2022. Disponible en: <https://es.euronews.com/my-europe/2022/02/23/cual-es-el-proceso-de-adhesion-a-la-otan-y-cuan-cerca-esta-ucrania-de-convertirse-en-miemb#:~>.
[x] Dorado, Sergio (2020). El conflicto ucraniano. Orígenes y causas de la última guerra en Europa. Gladius et Scientia. Revista de Seguridad del CESEG, (2), 2020.
[xi] Sputnik (2022). Todo lo que tienes que saber sobre los Acuerdos de Minsk. 9/12/2022. Disponible en: https://sputniknews.lat/20221209/todo-lo-que-tienes-que-saber-sobre-los-acuerdos-de-minsk-1133365988.html
[xii] Troianovski, Anton (2022). Putin anuncia una ‘operación militar especial’ en Ucrania. The New York Times, 23/02/2022. Disponible en: https://www.nytimes.com/es/2022/02/23/espanol/rusia-ucrania-putin.html
[xiii] Ribeiro, Tulio (2022). «La victoria de Rusia en el conflicto de Ucrania sería una derrota para la OTAN», admite líder de organización la responsabilidad en el conflicto. TeleSURtv.net, 11/10/2022. Disponible en https://www.telesurtv.net/bloggers/La-victoria-de-Rusia-en-el-conflicto-de-Ucrania-seria-una-derrota-para-la-OTAN-admite-lider-de-organizacion-la-responsabilidad-en-el-conflicto-20221011-0001.html
[xiv] Borrell, Josep (2023). Europa y su “arsénico” a Rusia: Borrell afirma que las sanciones son un veneno de acción lenta. 15/02/2023. Negocios TV. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=P5cyAVBk3sU
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