Origamis para vos, de Antonio Henestrosa
En su poemario más reciente, Origamis para vos, Antonio Henestrosa se mete en los terrenos de la poesía amorosa, un espacio movedizo en donde es fácil derrapar, porque del amor romántico a la cursilería hay un breve paso, sino es que todo amor romántico es territorio del despropósito y la exageración.
Pero el poeta acierta, logra tejer su obra, ensamblar sus instrumentos musicales y afinar su voz que canta una melodía sin tropiezos.
La poesía debió ser en sus inicios un canto de amor a la pareja amada, pero hoy los poetas prefieren alejarse de esta temática por temor a suicidarse en las ecuaciones del amor.
Henestrosa, decía, se ha metido en estas aguas turbulentas del amor romántico, unas aguas que tienen sus complicaciones, sus flujos interiores, en donde un mal paso y se desvanece la figura de origami.
Pero el poeta ha llegado a la orilla con el ramo de rosas de origami a salvo. Y uno como lector disfruta de esta voz madura y enamorada, y que rapsoda al fin, cante con acompañamiento de marimba istmeña, su aventura amorosa del encuentro con una mujer para construir el mundo en cada abrazo.
Origamis para vos es un libro de amor pluvial, de lluvias, de ríos fecundos, de huracanes galopantes, de mares y playas sin naufragios. Un libro de “cadencias del mar”, de “palabras en la costa”, de islas y archipiélagos literarios:
solo falta tu cuerpo
a esta isla que soy sin Robinson Crusoe
a estas tablas que soy sin Moisés
a este Ítaca que soy sin Odiseo
a este mar que soy sin Alfonsina
a este país de las maravillas que soy sin Alicia
Y ese juego de solos –con tilde y sin tilde– en la poesía de Henestrosa:
(solo)
te extraño sólo
porque hace falta tu cuerpo en mi ciudad
La lluvia que guarece, que da cobijo, que hace fluir, que bendice besos y encuentros:
somos
el canto del ave después de la lluvia
el arcoíris después de la lluvia
la sonrisa del niño chapoteando después de la lluvia
la fresca brisa que nos arropa después de la lluvia
el sabor de café en los labios después de la lluvia
el abrazo (…)
después de la lluvia
Hay ríos que se curvan por los pliegues del origami, que nacen y crecen debajo de las sábanas de esta poesía emparentada con el mar, con las playas, las islas, los animales marinos y las lluvias amorosas.
Me entusiasma este libro artesanal, decorado con un corazón de origami verde esperanza. No es para menos. El amor romántico es exaltación y búsqueda de comunión.
El amor mismo es un origami de variadas y múltiples formas. Hay que doblarlo, desdoblarlo y armar la obra del arte como resistencia al infinito y a la muerte. En este arte de doblar el papel se necesitan cuatro manos con deseos de construir los castillos de papel, porque un mal trazo y el origami se vuelve basura.
Antonio Henestrosa ha logrado un de origami sin lados equivocados, sin fisuras, en el deslumbramiento poético y amoroso de verse a través de los ojos de la persona amada.
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