Migración, desplazamiento y refugio como manifestaciones de la crisis sistémica
Por Daniel Villafuerte Solís
La crisis profunda del modelo de economía y sociedad, aderezada por la COVID-19 y la violencia es el signo de época. Se trata, como bien señala Robinson[i], de la “crisis de la civilización capitalista” donde, “los grupos dominantes enfrentan una crisis política de la la legitimidad estatal, hegemonía capitalista, y desintegración social generalizada; una crisis internacional de la confrontación geopolítica, y otra ecológica de proporciones históricas”.
Los países del Sur Global han resentido los mayores efectos de esta crisis, lo que se manifiesta en el grado que ha alcanzado la movilidad humana en el mundo. La guerra en Ucrania es otro ingrediente que ha venido a generar escasez y encarecimiento de alimentos en varios países del orbe.
El crudo invierno y la hambruna en Afganistán; el recrudecimiento de la violencia en la República Democrática del Congo, que ha causado el desplazamiento de 5.6 millones de personas; el cambio climático, que según la OIM genera 20 millones de desplazados en el año, refiere que “solamente Somalia y Pakistán más de 15 millones requieren asistencia humanitaria”[ii], son manifestaciones de la crisis.
La numeralia del informe de la ACNUR[iii] sobre el desplazamiento forzado en 2021 son reveladores de la gravedad de la crisis: 31.5 millones de refugiados y otras personas desplazadas fuera de su país, como el caso venezolano; 53.2 millones de desplazados internos por conflictos y la violencia, la cifra más alta registrada hasta ahora por el organismo; 4.5 millones de solicitantes de asilo; además, la guerra en Ucrania ha provocado 8 millones de desplazados internos y más de 6.5 millones en otros países; el organismo refiere que en 2021 se produjeron 23.7 millones de desplazamientos internos por desastres y efectos del cambio climático.
En América los desplazamientos por cambio climático se han identificado en particular en el Corredor Seco centroamericano. Aquí la migración se explica por la articulación del cambio climático con otros factores: la estructura y dinámica económica, la ausencia de políticas sociales, desempleo, subempleo, pobreza y violencia.
Este conjunto de factores ha llevado a ciclos de crisis migratorias expresadas en aumentos de flujos y endurecimiento de mecanismos de control por parte de los países de tránsito y destino, lo que implica una violación sistemática del derecho internacional de los derechos humanos.
De acuerdo con un documento del Instituto Mexicano de Estudios Estratégicos en Seguridad y Defensa Nacionales, citado por la revista Contralinea, refiere la rispidez existente entre México y Estados Unidos por acciones del crimen organizado, cuestión que en fechas recientes se ha incrementado “debido a los flujos de masas de población de centroamericanos y otros continentes”. En este contexto, el documento refiere lo siguiente:
“México ha tenido que robustecer su política migratoria, aplicando el rigor de la ley, dejando el discurso presidencial de puertas abiertas al migrante centroamericano, para aplicar mayores controles en los accesos fronterizos, haciendo uso de mayor presencia de la Guardia Nacional”[iv].
Por otra parte, el Título 42 instrumentado por el presidente Donald Trump y mantenido por el gobierno de Joe Biden se constituye en el mayor instrumento inventado para expulsar fast track a miles de migrantes y solicitantes de refugio, cuestión que viola el principio de no devolución de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su protocolo de 1967.
¿Qué pasa con los expulsados? Muchos ellos son repatriados a su lugar de origen, otros se envían a México, en particular a venezolanos, haitianos y cubanos, debido a que no puede ser enviados directamente porque el gobierno de Estados Unidos carece de buenas relaciones con los gobiernos de Cuba y Venezuela, y en el caso de Haití existe una situación especial debido a la profunda crisis de gobernabilidad, asediado por las pandillas y la crisis sanitaria.
A pesar del endurecimiento de los controles, los migrantes desafían todas las barreras, aunque el costo humano y financiero es impactante. La pandemia no ha detenido las solicitudes de refugio, la menor cifra correspondió al año 2020, el más duro de la pandemia, donde se activaron todos los dispositivos para imponer el confinamiento. En ese año se paralizó el cruce por el río Suchiate, y Guatemala desplegó las fuerzas de seguridad para evitar el tránsito de caravanas por su territorio fronterizo.
No obstante, en 2020 la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados[v] registró 40 914 solicitudes; en 2021, después del relajamiento de las medidas de confinamiento por la COVID-19, se observó un incremento extraordinario del orden de 218 por ciento, con lo que el número de solicitudes fue de 129 791; en 2022 hubo una caída de 8.7 por ciento, aunque el número de solicitudes alcanzó 118 478, una cifra menor con respecto al año anterior pero significativa de la importancia del refugio.
En los últimos tres años (2020-2022) Honduras se ha mantenido entre el primer y segundo lugar en cuanto a número de solicitantes de refugio, el año 2021 fue la excepción donde Haití rompió todas las marcas al registrar 51 mil solicitudes. El segundo caso relevante es Cuba que en 2022 rompió su marca al presentar un crecimiento de 119 por ciento con respecto al 2021; el tercer caso es Venezuela, que en 2022 ocupó el cuarto sitio en el conjunto de solicitudes al presentar un aumento con respecto al año precedente. Otro caso interesante es Nicaragua que, de ocupar el noveno lugar en 2021, con 2 800 solicitantes, pasa al quinto lugar en 2022 con 8 971 solicitantes.
Por otra parte, la migración irregular en los años 2021 y 2022, sobre todo en el último año ha sido muy significativo. De acuerdo a los registros de la Unidad de Política Migratoria (UPM) en el primer año fueron aprehendidos 309 692 personas y en el segundo 444 439 personas, lo que significa un incremento de 43.5 por ciento. Del total de detenciones realizadas por las autoridades de México, destacan, en orden de importancia, Chiapas y Tabasco, que son las dos puertas de entrada a Centroamérica, en el primer año sumaron 39.4 por ciento, y en el segundo se incrementó a 45.2 por ciento.
En 2022 destacó la migración de venezolanos, al pasar de 4 360 a 97 078 personas; también sobresalen los casos de cubanos, nicaragüenses, colombianos y ecuatorianos. Así, mientras la migración irregular de hondureños se redujo en 43 por ciento, los venezolanos aumentaron en más de 2000 por ciento, en igual proporción se incrementó la migración de colombianos, ecuatorianos y nicaragüenses.
Aun con todo, en la región norte de Centroamérica, Honduras y Guatemala siguen ocupando los primeros lugares en movilidad humana. De acuerdo con la estadística de la UPM en 2022 la migración irregular de hondureños sumó 72 515 personas. La misma fuente refiere que fueron deportados (devueltos) 40 700 personas. Guatemala registró una cifra muy cercana, con 69 515 irregulares y de estos 44 959 fueron repatriados. Un informe reciente refiere que “según el gobierno de Honduras, 72 11 hondureños fueron repatriados de forma forzosa entre enero y septiembre de 2022, más que en todo 2021, casi todo ellos provenientes de México y de los Estados Unidos, en partes iguales”[vi].
De acuerdo con estadísticas del Instituto Guatemalteco de Migración, en 2022 los migrantes de Guatemala deportados vía terrestre y aérea desde México y Estados Unidos alcanzó la cantidad de 94 223 personas; de México salieron 53 510 y de Estados Unidos 40 715. Esto significa que, pese al fuerte control, 43 por ciento logró llegar a la Unión Americana.
En suma, estamos frente a una cruda realidad, producto de una crisis sistémica que tiende a profundizarse porque las medidas para contener la ola migratoria no incluyen opciones para mejorar las condiciones de vida. En este contexto, la frontera sur de México, en particular Chiapas, refleja con toda nitidez el fenómeno de movilidad humana.
[i] Robinson, William (5 de febrero, 2023). “Elite de Davos a la deriva frente a la policrisis del capitalismo global”. La Jornada. Recuperado de https://www.jornada.com.mx/2023/02/05/opinion/011a2pol
[ii] OIM. (27 de enero, 2023). Comunicado global. Llamamiento urgente de Greta Thunberg y el DG de la OIM António Vitorino para hacer frente a la migración debido al cambio climático. Recuperado de https://www.iom.int/es/news/llamamiento-urgente-de-greta-thunberg-y-el-dg-de-la-oim-antonio-vitorino-para-hacer-frente-la-migracion-debido-al-cambio-climatico
[iii] ACNUR (2022). Tendencias globales sobre desplazamiento forzado 2021. Recuperado de https://eacnur.org/es/actualidad/noticias/refugiados-desplazados-2021
[iv] Camacho, Zósimo. (30 de enero, 2023). “Tráfico de personas: 11 rutas terrestres, marítimas y ferroviarias”. Contralinea. Recuperado de https://contralinea.com.mx/interno/semana/trafico-de-personas-11-rutas-terrestres-maritimas-y-ferroviarias/
[v] COMAR. (16 de enero, 2023). La COMAR en números, diciembre 2022. Disponible en: https://www.gob.mx/comar/articulos/la-comar-en-numeros-323821?idiom=es, consultado el 31 de enero, 2023.
[vi] Human Rights Watch (2023). Informe Mundial 2023. Honduras. Eventos 2022. Recuperado de https://www.hrw.org/es/world-report/2022/country-chapters/honduras
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