La radio, compañera de vida
A mis colegas radialistas, por su pasión y compromiso.
Bertha se levantó un poco más temprano que Genaro, su esposo, ese fin de semana llegarían de visita Joaquina, su sobrina y Daniel, su novio. Tenía rato que no veían a Joaquina, quería consentirla preparándole chilaquiles con pollo, uno de sus platillos favoritos.
Decidió despejarse el sueño dándose un baño y posteriormente, se fue a la cocina para comenzar a guisar los chilaquiles. Mientras sacaba las verduras del refrigerador se percató que le faltaba encender la radio, era uno de sus ingredientes clave para cuando comenzaba a crear la alquimia culinaria.
No alcanzó a escuchar las noticias y en los fines de semana no pasaba un programa de entrevistas que le gustaba. En él se hablaban de temas de interés para las mujeres, la salud, el autocuidado, los derechos, el autoestima, deportes, entre muchos más. Ese día decidió sintonizar una estación donde había una selección de música diversa, tipo retro, pero con una mescolanza de géneros.
Atenta a la preparación del desayuno comenzó a tararear las canciones que se sabía, identificó una canción de Duncan Dhu, En algún lugar de un gran país, olvidaron construir, un hogar donde no queme el sol y al nacer no haya que morir… como una especie de regreso en el tiempo Bertha recordó a su primo Pedro, el papá de Joaquina quien había fallecido un par de años atrás, esa canción era una de sus favoritas. Sintió un nudo en la garganta, se permitió soltar unas lágrimas. Regresó al presente, respiró profundo. Pensó en Joaquina y en cuánto disfrutaría degustar los chilaquiles y que recordaran anécdotas con su papá.
La selección musical de la radio cambió de género y de pronto, Bertha ya estaba escuchando Sopa de caracol interpretada por Banda Blanca. De nuevo la memoria le trajo al presente a otro familiar, su prima Oralia, quien en su adolescencia solía bailar con gran entusiasmo el baile de punta al escuchar esa melodía. El rostro de Bertha dibujó una sonrisa, que bonito era recordar, momentos tristes, alegres y agradecía a la radio, compañera de vida, que le permitiera formar parte de su día a día con tantos contenidos, información, consejos, noticias, cuentos, melodías.
Al ritmo de Sopa de caracol, siguió cocinando, le faltaba sazonar la salsa roja para los chilaquiles. Verificó la hora, estaba muy a tiempo para terminar el desayuno, ir a despertar a Genaro y recibir a las visitas. En eso estaba cuando escuchó…
—¡Qué bien huele! Buenos días amor. ¿En qué te ayudo? —era Genaro que ya se había despertado.
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