La omnipresencia del jaguar
Casa de citas/ 623
La omnipresencia del jaguar
Héctor Cortés Mandujano
Leo la poliédrica y amena investigación doctoral, de María del Carmen Valverde Valdés, Balam. El jaguar a través de los tiempos y los espacios del universo maya (UNAM, 2004), y por ella me entero de muchos datos que te comparto lector, lectora.
Dice, por ejemplo (p. 37): “Se puede decir que prácticamente toda la fauna mesoamericana, en la época prehispánica, tuvo un contenido religioso esencial. Sin embargo, hay animales que destacan no sólo por la continuidad con la que fueron representados, sino también por los lugares y el contexto en los que se encuentran. Éstos son sobre todo serpientes, aves (de todo tipo, aunque sobresalen las rapaces o las de plumaje llamativo) y por último los felinos. Por sus características físicas, que analizaremos a continuación, resulta obvio que el jaguar haya sido considerado como uno de los grandes ‘Señores de los animales’ y que, por lo tanto, su relación con el resto de las bestias haya sido de primordial importancia para el hombre maya”.
En sus consideraciones biológicas, dice María del Carmen que los jaguares (p. 39) “poseen una excelente vista y utilizan la mínima luz disponible. […] (Además) emplean sus sensibles bigotes o vibrisas, que funcionan prácticamente como radares y les permiten calcular la distancia entre objetos. […] Su forma de andar es digitígrada, es decir, caminan apoyando únicamente los dedos, sin que el talón toque el suelo”.
Existen seis especies de felinos en el territorio mexicano (p. 41), “distribuidos en tres géneros distintos. El género Panthera, […] comprende una sola especie, el jaguar”, cuyo nombre científico es Phantera Onca.
Ahora bien (p. 42), “la palabra jaguar proviene de la lengua tupí-guaraní, que se extendía desde el Amazonas hasta lo que es hoy el Paraguay, y hasta el este de los Andes bolivianos. El término original es yaguará, que significa ‘bestia salvaje que mata a su presa de una mordida’ ”; (p. 45): “Es un animal nocturno y crepuscular, y de costumbres en extremo secretivas. Además, su piel es críptica, es decir, se mezcla perfectamente con las características de su entorno”; (p. 46): “es un excelente nadador” y tiene (p. 48) “una impresionante frecuencia copulatoria, ya que reportan alrededor de 38 cópulas por día, de un promedio de 115 montas o intento de cópulas diarias”,
El mito del jaguar permanece en la mente de los pueblos (p. 56): “En los textos de tradición indígena maya, escritos en lenguas autóctonas, tanto de la Colonia como de la época actual, los jaguares nunca han dejado de aparecer”.
El jaguar, dice la investigadora, está relacionado, desde la óptica de los grupos mesoamericanos (p. 75), “con el mundo de abajo, el femenino, el reino de la oscuridad y la noche”, y ocupa un lugar central en la arquitectura, la pintura, la vestimenta y las celebraciones mayas de antes y de ahora, e incluso se le mezclan con otros animales, otros seres; así, hay (p. 84) “jaguares-perros, jaguares-aves y jaguares-murciélagos”; incluso hay (p. 90) “hormigas-jaguar”, a una de las especies de cacao en Yucatán se le denomina (p. 140) “balante, jaguar-árbol” y uno de los personajes mayas, Balanké o Balanqué, es el (p. 112) “Sol Jaguar”.
Cita Los mamíferos de Chiapas, de Miguel Álvarez del Toro (p. 87): “El jaguar en vez de disputar su territorio al hombre, ya sea atacándolo directamente o diezmando sus animales domésticos en forma grave, prefiere abandonar la zona en cuanto se escuchan las primeras actividades humanas y se adentra más y más en lo abrupto de la serranía o a lo más inaccesible del pantano”.
Entre los tsotsiles de San Pedro Chanalhó (p. 118), “la palabra eclipse es poslob, que al mismo tiempo se identifica con el jaguar devorador de hombres, y es sinónimo del mal”; a mayor abundancia (p. 121) “el jaguar es uno de los símbolos más importantes del mundo subterráneo, de la naturaleza salvaje, del lado nocturno de la vida, de la oscuridad, de la otra forma de racionalidad y de la muerte”.
[Me llama la atención la flor (p. 129) “Oceloxóchitl (Trigidia pavonia)”, que recibe varios nombres: “Flor de tigre”, “Trinitaria”, “Rodilla de Cristo” y “Flor de un día”.]
En la Historia general de las cosas de la Nueva España, dice Sahagún, y cita María del Carmen Valverde que (p. 149), “cuando los dioses se reunieron en Teotihuacán para dar origen al Sol, varios animales asistieron también; el jaguar fue uno de ellos y se arroja a la hoguera después de Nanahuatzin y Tecuciztecatl, cuando el fuego ya no era tan intenso, de ahí que su piel haya quedado manchada con el tizne”.
En el libro de Thompson, Historia y religión de los mayas, dice Valverde que se cuenta que (p. 150) “el jaguar vivía en el mundo antes que el hombre, y que la bestia contemplaba al Creador cuando comenzó a modelar con barro a los primeros seres humanos”.
También cita un mito chol, recogido por Jesús Morales Bermúdez, en Antigua palabra. Narrativa indígena chol, en el que un niño huérfano es cuidado por un jaguar, como si fuera su padre. Este niño, se convierte en (p. 155) “el fundador de los choles, y por lo mismo, desde la perspectiva de este grupo, en el antepasado de la raza humana”.
El jaguar está también asociado a la guerra (p. 192), “no es de sorprenderse entonces que el atavío de los guerreros en general en el territorio mesoamericano haya sido el jaguar, y que de hecho tengamos ‘órdenes militares’ prehispánicas íntimamente relacionadas con el felino”. En el Rabinal Achí se menciona, por ejemplo, a (p. 193) a los “doce jaguares amarillos, que constituían la flor del ejército”.
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Libro de magia y brujas (451 Editores, 2007) es una antología de textos clásicos y pintura de irreprochable hechura, coordinada por Virginia Rodríguez Cerdá, quien dice en la introducción (p. 13): “Punto por punto, la bruja contraviene los rasgos de docilidad, sometimiento, juventud y belleza que son comunes a la gran mayoría de las mujeres objeto de la literatura”. También (p. 16): “Si se piensa que después, en el modelo que comienza a consolidarse desde finales de la Edad Media, la disfunción eréctil será uno de los hechizos preferidos de las brujas, nos haremos una idea de por donde han transitado desde el principio de los tiempos las pesadillas de los hombres”. Y (p. 22): “Cualquier forma de tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
Dice Francisco Botello de Moraes, en la “Historia de las cuevas de Salamanca”, publicada en 1734 (p. 90): “Si atendemos a que la fruta de ciertos árboles de Escocia, y de las islas Orcades, cayendo sobre el agua se convierten en gansos y van luego volando. Y no es justo que tenga privilegios aquella fruta para convertirse en lo que se le antoja y las mujeres no”.
Hay más transformaciones (p. 91): “Leemos a cada paso en graves autores que hay fuentes que transforman en hombres las mujeres y en mujeres los hombres. En la región Palene, los que se bañan en la Laguna Tritoníaca se convierten en pájaros”.
Y aún más (p. 92): “Ningún filósofo, y aun ningún hombre medianamente erudito, ignora que en el aire se producen dragones, ballenas y otras monstruosidades”.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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