Reencontrarse

Audioguía para caminar la ciudad. – Foto: Brenda Obregón y Zeltzin García

La tarde invernal era fría, la temperatura había descendido, Úrsula se ajustó la chamarra y acomodó su bufanda. Por suerte había jalado la bufanda delgada color azul turquesa, una de sus favoritas. Salió de su oficina y decidió ir a tomar un chocolate con cardamomo, su bebida preferida cuando sentía mucho frío. Esa vez no convocó a Patricio, Olga y Mariela, sus amistades de toda la vida. Sintió la necesidad de ir sola a degustar el chocolate.

El café al que solía ir quedaba cerca de su espacio laboral, alrededor de seis cuadras de distancia. Comenzó a caminar y sintió lo helado del viento que le acariciaba el rostro, tenía las manos frías, buscó en su bolso el par de guantes y se los colocó. Las calles estaban un tanto solitarias, sin transeúntes ni coches. Las lámparas ya realizaban su labor de iluminar calles y banquetas.

Úrsula fijó la atención en su sombra proyectada en la banqueta al ir caminando, su paso era tranquilo, seguro. Observó a su alrededor, detuvo la mirada en los techos de las viviendas, algunos estaban decorados con maceteras, otros más con enredaderas. El paisaje del cielo pintaba las tonalidades propias de la época invernal. Mientras seguía su trayecto el farol de una vivienda la hizo voltear, observó un letrero Galería Lumiere.

—¿En qué momento pusieron esta galería? No me había percatado. Un día de estos paso a ver qué exposición hay, seguro que habrá algo interesante —dijo para sí.

De pronto, como si un imán la atrajera hacia la galería, regresó unos pasos y decidió conocer el espacio. ¿Para qué esperar más? Se dijo y entró. Era un lugar pequeño, con iluminación en tono cálido que le daba un aire confortable. Sus muebles eran de madera, en barniz color natural. El letrero del tema de la exposición indicaba que eran estampillas postales de diversos países de Europa, América y África, de la segunda mitad del siglo XX. Sin dudarlo decidió ver la exposición. La curaduría era excelente y las estampillas estaban muy bien cuidadas.

Al salir de la galería sintió una sensación muy agradable, tenía tiempo de no registrar ese sentir, el motivo era que se había tiempo para ella. Mientras se dirigía a la cafetería, pensó que no imaginó que esa tarde tendría oportunidad de conocer una galería, ver una exposición y además degustar su chocolate con cardamomo. Era una manera de reencontrarse, algo que le hacía falta. Llegó a la cafetería, saludó y ordenó su bebida, se animó a pedir una rebanada de  rosca de mantequilla. Su chocolate no tardó en llegar, le dio un sorbo y degustó el sabor.

—Mmm, delicioso, no en vano es mi bebida preferida y la rosca le hace buena combinación.

De fondo se escuchaba la canción Vas a encontrarte, Levántate y camina, porque en cualquier esquina, vas a encontrarte, vas a encontrarte

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