Borges, 2
Casa de citas/ 616
Borges
(Segunda de siete partes)
Héctor Cortés Mandujano
No hay ciudades argentinas: hay Buenos Aires
y pedazos de barrio tirados en medio del campo
Borges
1957
Borges (p. 265) “cita frases populares: ‘Por qué no te metés en un pozo y oís música de tierra adentro?’; ‘¿por qué no te hacés hervir y después te tomás el caldo?’, comenta: ‘¿Qué le pasa a Buenos Aires? Está muy inventivo’ ”.
Susana Bombal le cuenta a Borges de un niño hosco que en un ómnibus se sienta, porque está lleno y tiene que separarse de su madre, entre dos monjas. Platica alegremente con ellas. La madre les da las gracias porque su niño no es así, tan conversón, tan alegre (p. 303): “Las monjas explican: ‘Habló con nosotras, porque creía que éramos pingüinos’ ”.
Borges habla de poemas malos que tienen versos lindos. Habla de que a veces son sólo esos versos los que se conocen (p. 305): “El arte de citar consiste en eso: en reproducir unas líneas que parezcan un poco mágicas, que sean las mejores del texto que las contiene”.
1958
Dice Bioy (p. 416): “No hay que escribir nada que uno juzgue de poca importancia; todo cuesta igual trabajo: escribir algo importante o escribir algo trivial”.
Borges cuenta sobre Alfonso Reyes, amigo de su padre y suyo (p. 430): “Reyes dice que no sabe griego y que no lo cree indispensable para traducir a Homero”.
Comenta Borges sobre la escritura (p. 431): “No hay que pretender la perfección en todos los párrafos, en todas las frases. El estilo no sale natural. No corre aire. Se escriben así libros muy vanidosos”; luego cita a Bernárdez: “Yo no sé cómo serán otros, pero yo no puedo escribir más o menos bien; yo no me dirijo tanto”.
Borges se refiere a los críticos (p. 440): “En realidad, esta gente cree mucho más que nosotros en los clásicos. Los imaginan perfectos. No saben que son chambones, como todo el mundo”.
El sobrino de Borges, Luis, anda de novio; Borges cree que el matrimonio no castra en lo sexual, pero sí en lo intelectual (p. 465): “Ahora hablará, largamente, con una mujer. Durante un año se dirán: ‘Te quiero’; después de casados, hablarán de la casa y del hijo. Nada más concreto, más burgués, más limitado, que una mujer”.
Bioy habla de un consejo de su amigo (p. 470): “Borges siempre me precave contra la tentación de tomar demasiado en serio nuestro trabajo: todo debe hacerse, pero discretamente, en los ratos que deja la vida”.
Habla de Dante y de Cervantes, luego dice (pp. 471-472): “Qué raro que la gente crea que las mayores inteligencias pertenecen a literatos. La literatura es un entretenimiento, que corresponde a convenciones, del que un día la Humanidad se cansará”.
1959
Este libro de Bioy tiene una evidente hermandad con los libros de Boswell (sobre Ben Johnson) y Eckermann (sobre Goethe); es llamativo que Borges hable de aquellos sin saber, se supone, que Bioy está haciendo lo mismo con él que lo que aquellos hicieron con pasadas luminarias (p. 499): “Dice que la Vida de Johnson por Boswell es mucho más importante y entretenida que las conversaciones de Eckermann con Goethe”.
Se refiere Borges a un cuento donde un autor muestra sus debilidades de construcción, pero enseña sus conocimientos del español (p. 507): “Qué tristeza, qué miseria, cuando la mayor virtud a que se aspira es la corrección gramatical”.
Borges habla de una de sus amigas (p. 509): “Gorda como una tetera, […] con manos y pies delicados y pequeños, con tobillos finísimos, que no sé cómo sostienen tanto culo”.
Una nota de Bioy (pp. 517-518): “Voy a buscar a Borges. Como se demora, charlo con la madre, que me habla de él: ‘Yo todavía lo miro como una gallina a la que le nació un pato. Es un fenómeno. No sabe todavía que el agua moja: camina un día bajo un aguacero y cuando llega a casa reconoce con sorpresa que se mojó’ ”.
Conversan sobre una escritora, Susana Bombal, quien continuamente equivoca las palabras. Dice Borges (p. 556): “Yo, durante años, escribía muerto de miedo, consultando continuamente el diccionario”.
Hablan mal de muchos escritores (noveles, clásicos, famosos, desconocidos). Le toca a Dostoievski. Borges dice (p. 587): “Aseguraron que Dostoievski había creado cientos de personajes. Pero no lo creo. Han de ser muy pocos: todos son iguales”.
Contrario a lo que afirmaba Nietzsche sobre que todo se repite, dice Borges (p. 601): “En el ciclo nada se repite”.
Escribe Bioy el miércoles, 16 de diciembre (p. 603): “Come en casa Borges. Propone este verso para indicar un caballo que corre, se aleja, se pierde de vista:
“Un caballo, un caba, un ca.
“[…]
“Para la luna, que asoma entre las nubes y que luego resplandece, reina del cielo:
“Lal, lalú, lalún, la luna.”
Dice Borges (p. 607): “Continuamente Cervantes se elogia a sí mismo, diciendo ‘luego de estas y otras discretas razones’. Por cierto, atribuye las razones a los personajes, pero sabe que él las escribió”.
Borges (p. 609): “Groussac no admiraba a México. Habla de una batalla entre cuarenta franceses y tres mil mexicanos. ‘Proporción justa’, explica”.
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