La revuelta de los Pollinos

En 1955, se vivió en Chiapas la revuelta llamada de los pollinos, por haber sido encabezada por Artemio Rojas Mandujano, quien en su etapa de boxeador profesional fue conocido como el Pollino. Este movimiento intentó finiquitar la administración de Efraín Aranda Osorio, el Perfumado. Ante esas protestas, los periódicos chiapanecos hicieron causa común en la defensa del gobernador. El Diario de Chiapas respondió a los pollinos con una huelga de diarios chiapanecos por “la situación de anarquía” que privaba en Tuxtla Gutiérrez y en defensa de las “instituciones gubernamentales”.

En ese tenor, Eliseo Mellanes decía que la prensa debía hacer crítica, pero crítica constructiva, sin deformar la verdad, sin festinar los hechos y sin lanzar infundios que pudieran sembrar incertidumbre y desorientar al pueblo. Fidel Solís reforzaba la idea en el sentido de que el periodismo no podía ser combativo: “Porque no hay nada que entorpezca el trabajo remunerador y la actividad creciente del gobierno” de Aranda Osorio.

Con una prensa maniatada, la represión que sufrieron los pollinos en diciembre de 1955 pasó inadvertida en los periódicos. Por eso, Artemio Rojas fundó en 1956 su propia publicación, Chiapas Libre, que circuló una vez. Solo La Voz del Sureste, de Roberto Coello Lescieur, que se editaba en la ciudad de México desde 1949, simpatizó con este movimiento y le brindó amplia cobertura. Previamente, en 1955, Noé Díaz Hernández fundó Prensa Libre, que imprimía Eustaquio Sánchez. Ambos, periodista e impresor, fueron encarcelados el 1 de diciembre junto con Artemio Rojas cuando se desató la persecución en contra de los pollinos. Hasta el pintor Carlos Mérida fue encerrado en el campo militar, acusado de haber diseñado los carteles antiarandistas. Permanecieron en la cárcel hasta febrero de 1956, cuando les fue perdonado el delito de haberse manifestado en contra de Aranda Osorio. Solo Artemio Rojas Mandujano siguió encarcelado, pero en esa segunda etapa de reclusión estuvo en la antigua penitenciaría de Tuxtla.

En su declaración, recogida por Oliverio Ichín Santiesteban en el libro ¡Mátenme, pero no me rindo! Novela histórica sobre los sucesos de 1955 (Instituto Tuxtleco de Arte y Cultura, 2022), Noé Díaz criticó la postura de sus colegas ante el movimiento: “Nosotros no vivimos del erario sino del pueblo, nos encarcelan porque los esbirros quieren defender el hueso ¡el subsidio! El Es! se vendía por cuartilla y escribía sin dignidad; el Diario de Chiapas gran lambiscón, el Heraldo era otro pulpo, el Ahuizote no era otra cosa que calumnias en papelote” (p. 142).

Prosiguió el mismo periodista:

“En atención a que no nos unimos a la conjura en contra de la rebelión de los pollinos, vino la clausura de los periódicos opositores y el decomiso de las publicaciones e implementos de impresión, además de la ejecución de laudos y encarcelamientos, persecuciones y atropellos en contra de los periodistas independientes que cometimos la osadía de señalar errores y que no quisimos doblegarnos a los deseos de Aranda Osorio” (Ichín, 2022, p. 145).

Oliverio Ichín refleja en su libro la postura de los periódicos y la rebelión que encabezó Artemio Rojas Mandujano y que fue homenajeado el fin de semana por la actual presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez, en un acto póstumo.

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