México, la Generación de los 60s y el libro de Erwin Rodríguez Díaz
En el siglo XX, México experimentó cambios sociales y culturales cuyos resultados aún vivimos en estas primeras décadas del sigo XXI. Sin duda, pienso que los procesos más importantes desatados en México en el siglo XX están relacionados con la Revolución iniciada en 1910 y posteriormente, ya en la segunda mitad de ese siglo, con el Movimiento Estudiantil de 1968, del que se desprende incluso el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Todo ello tiene antecedentes y contextos. Y eso es precisamente el valor del libro de Erwin Rodríguez Díaz, La Generación Mexicana de los 60s. Los hijos ingratos de la Revolución (México, Servicios Editoriales Especializados, 2017). En este libro, su autor, politólogo como diría Don Daniel Cosío Villegas, y además chiapaneco, hace un ejercicio amplio, interesante, inteligente y provocador de lo que fue el siglo XX en México y el papel central que en ese tiempo jugó la Generación de los 60s. Es esa Generación de los 60s la receptora y procesadora de los acontecimientos que le precedieron y su trayectoria y acciones elaboraron los contextos que dieron lugar a los acontecimientos de cierre del siglo XX y de los procesos que aún vivimos en estas primeras décadas del XXI. A través de 15 capítulos que vienen precedidos de amplias e interesantes “Notas Preliminares”, Edwin Rodríguez examina, analiza, ofrece reflexiones, acerca de lo que significó para el país la llamada Generación de los 60s. Por supuesto, una de las primeras reflexiones que vienen a la mente al leer este libro es cómo está acotada la Generación de los 60s, quiénes son los que configuran esa Generación. La respuesta que ofrece Erwin Rodríguez es que son los universitarios, las comunidades académicas, las que protagonizan a esa Generación de los 60s. Y ello sitúa en el centro del debate, de nuevo, al Movimiento Estudiantil de 1968. Justo cuando se leen las páginas de este libro, y lo que escribe el autor en las “Notas Preliminares” que serán desarrolladas en los 15 capítulos subsiguientes, uno piensa en la forma borrosa que los jóvenes de este 2022 recuerdan o tienen noticia de los acontecimientos del siglo XX. ¿Sucedería lo mismo en el siglo XX? Los que eran jóvenes en 1920, ¿reconocían a los sucesos del siglo XIX como antecedentes de sus propias acciones? Quizá la difusión de la obra de Marx contribuyó a que el siglo XIX penetrara intelectualmente hasta bien avanzado el siglo XX, que conoció en su primera mitad a dos guerras mundiales con desastrosos resultados que incluyen el genocidio de Hiroshima y Nagasaki con la bomba atómica. Así mismo, es un siglo que en sus inicios es escenario del golpe de Estado de Francisco Franco en España, lo que desata una guerra civil en cuyo contexto los ejércitos fascistas de Alemania e Italia probaron las armas que usarían en la conflagración mundial. Sigue siendo cierto que la llamada Guerra Civil de España fue la primera por el Hombre Universal, por una Humanidad que se reconoce así misma en su pluralidad. La huella profunda de los exiliados de esa guerra, los republicanos españoles llegados a México, los “refugiados” como se les conoció en el país, se expresa de manera clara en instituciones académicas y en otros sectores de la vida mexicana, incluso en los movimientos sociales, como el de los estudiantes del 68. Figuras clave de la intelectualidad crítica de México, eran “refugiados” republicanos como el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez, padre de Adolfo Sánchez Rebolledo que en vida jugó un papel importante en el contexto de la intelectualidad crítica del país. Abundan los ejemplos, como el de Ángel Palerm, Pedro Carrasco o Pedro Armillas, forjadores de generaciones de antropólogos y antropólogas en México. Y algo muy valioso del libro de Erwin Rodríguez es recordar que en México en el siglo XX la urbanización avanzó decididamente y ello se expresó en 1968. Sin más pretensión que la de señalar coincidencias en el análisis, cito un párrafo que escribí: “Hacia finales de los años 1960, México había pasado por una serie de transformaciones que el sistema político no asimiló. Las más importantes de esas transformaciones fueron la demográfica, el crecimiento de las ciudades, la irrupción de la mujer en la vida pública y la formación de un país urbano que comenzó a destacar sobre la población rural” (Fábregas, Los años estudiantiles, México, Universidad Intercultural de Chiapas/El Colegio de San Luis/Universidad de Guadalajara, 2005, p. 62). Justo uno de los aportes más destacados del libro de Erwin Rodríguez es el señalar que la Generación de los 60s fue plural, pero unificada en un propósito consciente: transformar al país. Los jóvenes de aquellos días y la intelectualidad crítica en general señalaban, discutían, reflexionaban, acerca de la desigualdad social que avanzaba en México y que prohijaba minorías de millonarios a la sombra de la explotación del trabajo social de millones de seres humanos. Sigue siendo actual esta situación como bien lo dice un joven del siglo XXI: “Esas consecuencias tienen que ver con el ensanchamiento de las brechas económicas, con la profundización de las desigualdades sociales, con la consolidación de los circuitos de la reproducción de la riqueza y, por supuesto, de su concentración” (Bruno Rodríguez, de la organización Jóvenes por el Clima, en Karina Batthyány y Nicolás Arata, Hablemos de Desigualdad (sin acostumbrarnos a ella), México, Siglo XXI editores/CLACSO, 2022, p.58). Erwin Rodríguez escribe que el Movimiento Estudiantil de 1968 es el resultado de un conjunto de factores diversos, tanto en el poder político como en la sociedad mexicana (Rodríguez, 2017, p.28). Tesis con la que coincido y que Rodríguez demuestra ampliamente en su libro. Más todavía, para destacar los diversos contextos de esa pluralidad, Erwin Rodríguez hace un amplio recuento de la vida social y cultural en México, que me parece un excelente reservorio documental para los jóvenes actuales. Bien escribe Erwin Rodríguez: “En esta corriente de pensamiento, y frecuentemente, de acciones, había una pluralidad a pesar del radicalismo real o verbal. Se aceptaba igual a rebeldes que a revolucionarios; lo mismo a Stokely Carmichael, Patricio Lumumba y Malcom X, que a Martín Luther King; al pornógrafo disolvente Lency Bruce y a un absurdista: Joseph Heller. Tenían cabida Franz Fanon y Norman Mailer, junto al Che Guevara, Camilo Torres, Ernesto Cardenal y los estudiantes rebeldes de todo el mundo. Se incluía a Marshall McLujan, Paul Goodman, Timothy Leary, Allen Ginsberg y muchos más. La nueva izquierda tenía muchas vertientes y varias orientaciones filosóficas y políticas dentro de la propuesta contra el capitalismo.” (Rodríguez, 2017, p. 178). Agrego para provocar: era una izquierda joven, lectora, plural y consciente. Existen ausencias en este recuento, por ejemplo, para el caso de México, José Emilio Pacheco, quizá porque la primera edición de su libro Las Batallas en el Desierto, se publicó en la editorial ERA en 1981. Pero fue un libro evocador que marcaba la presencia de esa Generación de los 60s que de manera tan excelente ha recobrado Erwin Rodríguez en su texto.
Erudito. Bien escrito. Inteligente en el análisis, el libro de Erwin Rodríguez, La Generación Mexicana de los 60s, expone un punto de vista que bien mirado está estrechamente relacionado con el Movimiento Estudiantil de 1968 en el que el autor fue brigadista, las expectativas de cambio social que levantó y sus repercusiones en la vida de México.
Ajijc. Ribera del Lago de Chapala, a 16 de octubre de 2022
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