¿A quién ayudan las filtraciones del grupo Guacamaya?

A punto de concretarse la contradicción más grande que un gobierno que se diga de izquierda pueda experimentar, es decir; sacar al ejército a las calles. A punto también de iniciar el último tercio de un gobierno que -recalco- se inclina hacia la izquierda del espectro político.

Poco después de conocerse y reconocerse desde el gobierno, la participación activa o por omisión de tropas y de oficiales en la noche trágica de Iguala, Guerrero. Luego incluso de que la Guardia Nacional pasara al control militar.

Luego también de que un gobierno democrático le diera la más grande participación a las -tradicionalmente herméticas- fuerzas armadas en obra y en participación política. Incluso, poco después del anuncio de que ya el ejército tendrá la administración de una compañía aérea.

Después de todo ese listado casi de éxitos; incluso inesperados pero que convierten a las fuerzas armadas en el principal pilar del actual gobierno; el ejército mexicano ha sufrido un estrepitoso daño.

Fue en el área del manejo de la información. En ese daño, se arrastra no solo al gobierno de López Obrador, sino también al estado mexicano. Desde varios sentidos nacionales, el ejército es para cualquier país, la última línea de la defensa.

Pero ahora mismo, a la opinión publica solo le interesa la coyuntura. Es decir: ¿Qué tanto afectan esas filtraciones al gobierno de Andrés Manuel López Obrador? y ¿Qué tanto de lo filtrado es confidencial?

El presidente ha intentado minimizarla. Como ha intentado siempre minimizar otros escándalos en su gobierno. Esa indiferencia presidencial, no es novedad. Sin embargo, el descuido es monumental. Personalmente, me inclino por la teoría de la “filtración interna” para desestabilizar a un gobierno a costa de lo que sea.

 

¿Quiénes pueden afectar a un gobierno con filtraciones?

Es claro que puede hacerlo el crimen organizado y por supuesto, los enemigos del gobierno. Otros partidos políticos, otros grupos de los poderes fácticos y grupos empresariales que hay que decirlo, no se sienten bien tratados por el gobierno morenista.

Claro; también el grupo que se adjudicó el supuesto ciberataque, también afectó sistemas informáticos de Chile, El Salvador, Perú y Colombia.

Sin embargo, en México eso no altera lo fundamental: se cuestiona al estado-nación y sobre todo a un gobierno de izquierda que para sostener su proyecto más allá de un periodo sexenal, se apoya en las fuerzas armadas, como reconociendo que, para ello no basta el apoyo popular ni el voto en las urnas electorales.

Parece ya esclarecido que los hackers ofrecieron la información a varios medios de noticias, entre ellos “Latinus” y que estos lanzaron la primicia porque fueron quienes procesaron primero la información.

En ese sentido ¿Por qué “Latinus” de Carlos Loret de Mola en la primera filtración -habiendo varios temas sensibles de la vida nacional- decidió que dicha filtración fuera sobre la salud del presidente?

El dardo de las filtraciones era evidentemente el presidente AMLO y su salud, porque será quien abandere de facto al candidato de MORENA al 2024.

Las encuestas indican que sea Sheinbaum o Ebrard, de cualquier forma -y al momento- MORENA retendrá la presidencia nacional. Es decir, por las urnas y en elecciones, no se podrá detener a MORENA.

Entonces, como oposición que, dicho sea de paso, considera a AMLO como un dictador: ¿Lo único es quedarse con los brazos cruzados?

 

En “Maten al León” escribe José Ibargüengoitia:

“Cussirat, se vuelve a Paco Ridruejo y le dice: Contra este hombre no se puede luchar en unas elecciones. Hay que matarlo”

No me refiero a un atentado físico -que en las condiciones de sociedad dividida y polarizada como la mexicana tampoco se puede descartar- sino a la búsqueda de los oponentes, de destruir a un gobierno por el medio que sea, porque se avizora que electoralmente no se le puede vencer.

Porque también, ese gobierno que no se puede vencer en las urnas, busca evidentemente retener el poder, también a toda costa.

Ironías de la política mexicana: la izquierda que acusa a los neoliberales de ser privatizadores, es la misma que ahora pretende militarizar al país. Una izquierda donde además muchos de sus miembros son miembros de la generación de Tlatelolco 68 que sufrió la represión del aparato militar y de inteligencia del gobierno priista.

Ironías de la vida también que la izquierda mexicana, que hizo suya la frase de que en México existe una “dictadura perfecta”, sea encabezada por un presidente al que de lo menos que se le acusa es que sea un dictador.

Las filtraciones de “Guacamayas” ayudan -probablemente de manera indirecta- a quienes quieren ver caer al gobierno de AMLO. En el fondo, -aun indirectamente reitero- son un reconocimiento a la imposibilidad hoy por hoy de derrotarlo electoralmente.

Pero también desnudan a un gobierno descuidado, volcado casi exclusivamente a conservar su cuota de voto electoral para conservar el poder y que se muestra indiferente a otros temas de la vida nacional. Esa indiferencia tarde o temprano puede costar la sobrevivencia del proyecto político.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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