La Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas (ANPMI): una plataforma para aumentar la presencia de mujeres indígenas en lo público
En México, el número de colectivos de mujeres indígenas se ha incrementado de manera significativa en el curso de la última década, configurando una potencia transformadora desde los territorios. Al mismo tiempo que se articulan en asociaciones de alcance nacional, como la Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas (ANPMI), que aquí se reseña. Esto ha sido posible por los esfuerzos de mujeres que han asumido el compromiso de luchar por otras mujeres en colectividad, desplegando una lucha persistente, organizada, desde sus comunidades y pueblos indígenas.
El pasado 5 de septiembre del año en curso, me correspondió el honroso ejercicio de presentar el libro “Luchas, alianzas e incidencia: 8 años de caminar de la ANPMI” (Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas, 2022)[1], presentación que se enmarcó en las actividades conmemorativas pertinentes al «Día Nacional de la Mujer Indígena», y también al “Día internacional de la mujer indígena”.
En esta fecha, las redes sociales explotaron de colorido, iluminado por los destellos de los vestidos tradicionales que orgullosas portaron mujeres de pueblos originarios. De igual manera, hubo decenas de conversatorios, foros y debates, en torno a los significados de este día en la agenda política de las mujeres indígenas. Muchas de estas actividades tuvieron alcances globales, favorecidas por el uso de las redes virtuales, como una forma de interacción social post Covid.
Para la ANPMI la fecha contenía varios significados. Por un lado, había que volver a levantar la voz para manifestarse en contra del racismo, la discriminación, la desigualdad, la exclusión, la misoginia y tantos otros dolores que han vivido las generaciones de mujeres indígenas en el país. Pero también era el momento para valorar los logros y los avances. Había que celebrar el segundo aniversario de la publicación del Decreto Presidencial que instituyó el “5 de septiembre de cada año, como el ‘Día Nacional de la Mujer Indígena’”[2]; conquista que fue resultado de la gestión, alianzas e incidencia de la ANPMI, junto con otros colectivos de compañeras. Por motivo de la pandemia, las integrantes de la Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas no habían podido reunirse y celebrar tan importante acontecimiento; por lo que la actividad a la que ahora se convocó tuvo un carácter festivo.
La publicación “Luchas, alianzas e incidencia: 8 años de caminar de la ANPMI” está dedicada a la memoria de nuestra entrañable Martha Sánchez Néstor, y cita sus palabras como epígrafe: “Este tiempo lo marcamos como el tiempo de las mujeres, hoy volveremos al escenario público con voz, liderazgo y agendas propias, pasamos de dialogar solo entre nosotras a interlocutar con el Estado mexicano.” (Primer Foro Nacional de Mujeres Indígenas, CDMX, 2014).
El libro tiene una escritura tejida con sus propias manos, y son sus reflexiones, desde sus propias epistemologías, las que hablan y enriquecen el volumen, de 114 páginas; bellamente ilustrado, que recopila fotografías de los momentos más emblemáticos.
El libro puede ser leído como un informe, muy bien ordenado y referenciado. Su estructura es el de una rendición de cuentas, sobre el camino andado, que se propone dejar un testimonio de época, de memoria, recordando cuáles eran sus sueños años atrás, cuando nacen en 2014.
La Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas se fue configurando como una plataforma política nacional, una red de redes de asociaciones de mujeres indígenas, y otras redes y organizaciones indígenas mixtas, que tienen capítulos de mujeres indígenas. Se han organizado para demandar a la sociedad, al Estado y a los organismos internacionales, ser conocidas y reconocidas en su particularidad, como parte de los 13.2 millones de mujeres indígenas de México[3].
Está integrada por las siguientes redes: Red Interdisciplinaria de investigadores de los Pueblos Indios de México (IINPIM); la Red Nacional de Casas de Mujeres Indígenas, CAMI; la Red Nacional de Mujeres Indígenas: Tejiendo derechos por la Madre Tierra y Territorio, RENAMITT; el Colegiado Interdisciplinario de Mujeres Indígenas, COIMIN; la Red de Intérpretes y Traductores de Lenguas Indígenas, RNITLI; la Red Nacional de Mujeres Jóvenes Indígenas, RENAMUJI y la Red Indígena de Turismo de México, RITA. Recientemente se ha incorporado la Red de Parteras.
La Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas se propuso resignificar categorías, dando nuevos significados a los conceptos de “la política” y “lo político”, despartidizando la noción; reconfigurándola desde el campo de la sociedad civil como un espacio no estatal, con formas asociativas nuevas, como red de redes, que articulan una plataforma política, que se asocian bajo formas asamblearias, para tomar decisiones en una estructura horizontal que opera mediante comisiones.
Y es que la ANPMI se fue construyendo por “capas” en un proceso de densificación de los perfiles de sus liderazgos. Primero, sus integrantes participaron en talleres de formación, hace ya más de diez años, compartiendo sus experiencias locales. En el libro, cada Red que la integra cuenta su historia y pueden leerse experiencias que se remontan a la primera década del siglo XX, con una agenda temática y regional. Su primera articulación se realizó alrededor de la convocatoria del Programa de Mujeres Indígenas (PROMUI) que impulsó Martha Sánchez Néstor, bajo el cobijo del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir A. C. (ILSB).
Luego, las más experimentadas especializaron su liderazgo en un “Curso de Alta Formación para Liderazgos Indígenas (CAFOLI)”, que inició en 2012, también con la inspiración de Martha Sánchez y con el auspicio del ILSB. Este curso con duración de dos años, reclutó a mujeres indígenas con larga trayectoria en el activismo por los derechos indígenas, y se propuso formar un equipo de mujeres de alto perfil, como interlocutoras de las instituciones, y empujar las agendas urgentes, irrumpiendo con fuerza en el ámbito de lo público.
El grupo se integró con mujeres indígenas con trayectorias y experiencias varias; los había en la investigación social; abogadas; directivas en la gestión pública; profesionistas independientes, gestoras, coordinadoras o directoras de asociaciones civiles, entre otras. El entrenamiento consistió en realizar un mapeo analítico sobre la situación y condición de las mujeres indígenas; identificar problemáticas urgentes; jerarquizar una agenda de prioridades; integrar la documentación de temas; hacer análisis de coyuntura; aprender técnicas de gestión; seguimiento de acuerdos y resultados, y mentoría a las nuevas generaciones, entre otros temas.
Fue además un espacio de coincidencia y sinergias para impulsar agendas con colectivos articulados y territorializados en los espacios multinivel, local, regional, nacional y con proyección en el ámbito internacional. Con el impulso de la experiencia del CAFOLI, se pasó a construir y constituir la ANPMI como un sujeto político específico, creador de procesos y transformador de realidades.
La ANPMI trabaja con una estrategia de agendas, definición de temas urgentes que se compromete a impulsar. Al ser una plataforma de articulación política nacional, como tal debe dar cabida a las preocupaciones de las colectivas integrantes, y para ello realiza constantemente reuniones, foros, asambleas, congresos anuales, que tienen como propósito hacer agenda, planear estrategias, tomar posición y postura sobre temas, refrendar su identidad como agrupación; además de desplegar una estrategia de crecimiento y consolidación, para sumar e incluir a otros colectivos. Periódicamente se reúne en Congresos anuales, selecciona los temas y delinea horizontes, como una suerte de “plan de vida” de la agrupación.
La ANPMI tiene como interlocutor principal a las instituciones del Estado y le dirige puntualmente una agenda de demandas, que espera respuesta desde distintas instituciones, de acuerdo a sus responsabilidades institucionales; tal y como puede verse en la siguiente imagen, que contiene el pliego de demandas, en la coyuntura del cambio del gobierno federal, en el 2018.
A ocho años, la ANPMI reconoce sus legados. En primer lugar, se asumen como hijas-nietas, de madres-abuelas, y ancestras, a las que con su lucha y vida les legaron este presente. También reconoce la contribución que ha realizado en la formación de mujeres jóvenes, quienes como un semillero expanden la organización a los territorios. La ANPMI es liderada por mujeres con trayectoria que son inspiración y fuerza para el duro trabajo de la gestoría y defensa de derechos, en muchos lugares criminalizada. Se integra con mujeres generosas que están dispuestas a luchar por otras mujeres de su colectividad. Esta es su valoración:
“A pesar de los desafíos, queda claro que la ANPMI ha fortalecido y sigue dando plataforma a liderazgos diversos, da reconocimiento a las mujeres que desean donar su tiempo y asumir el compromiso de luchar por otras mujeres en colectividad. Las que integramos la ANPMI hemos constatado que compañeras que entran con pocas habilidades, pero gran compromiso, a mediano plazo se vuelven liderazgos visibles y con mayor confianza para comunicar su mensaje en lo público, ya sea atendiendo entrevistas a medios, o encabezando una ponencia ante diferentes instancias. Sin duda creemos que, a estos ocho años de caminar, la ANPMI ha logrado diversificar las voces y aumentar la presencia de mujeres indígenas en lo público.
Por eso celebramos y nos reconocemos por mantener este espacio de articulación nacional, nada fácil en contextos de precarización de la vida, de escasez de empleo y de pocas oportunidades para seguirse formando, por ello adquiere mayor valor y expresamos nuestro agradecimiento y reconocimiento a todas las compañeras que han aportado su granito de arena para que esta plataforma de articulación nacional nazca, se fortalezca y avance. Gracias a la ANPMI por ser nuestro espacio de encuentro, de fortaleza y esperanza para construir estos otros mundos posibles donde todas nuestras voces y pensamientos tengan cabida.” (ANPMI, 2022:103).
La formación de liderazgos calificados en diversas temáticas, ha sido su estrategia. Ha comprendido aspectos teóricos y metodológicos, aportando una suerte de “caja de herramientas”, que han construido y diseminado, con temas varios, como: Derechos Humanos; participación política; negociación; planeación estratégica; desarrollo organizacional; procuración de fondos y vocería, entre otros. Con ello aumentan las capacidades, habilidades y conocimientos de la membresía de las redes que la integran.
Otro legado son las conquistas obtenidas. Habiendo leído todo el libro, pude constatar que cada tema con el que se han comprometido, es en realidad una batalla por librar. Los derechos de las mujeres no se agotan en una ventanilla institucional, sino que son transversales, y como tales, son muchas las puertas que hay que tocar para gestionar y exigir derechos. Ello implica muchos desafíos. Contar con aliadas es importante y hay apuestas para fortalecer los capitales con los que la ANPMI cuenta, cultivada durante ya más de una década.
Además del logro del Decreto presidencial de reconocer el día 5 de septiembre como “El día de la mujer indígena” en México, que ya se había planteado como objetivo desde su fundación (Rojas, 2016)[4], otras luchas se han librado. Una de ellas fue la defensa del presupuesto de las 35 Casas de la Mujer Indígena y Afromexicana (CAMIs). Aun cuando eran un modelo exitoso, fundado en los primeros años del siglo XX como un modelo de atención autogestionada y con pertinencia cultural, que atiende a las mujeres en los territorios. Sin embargo, fue desdeñada desde los primeros meses de la actual administración federal, y en mayo de 2020 le fue suspendido el presupuesto, por lo que algunas tuvieron que cerrar. Por lo que recuperar a las CAMIs se convirtió en una emergencia para la ANPMI.
Hubo que recurrir a diversas estrategias; desde la denuncia, las alianzas, y hacer visibles a las CAMIs y sus aportes; como el hecho de haber atendido 1,111 casos de violencia de género únicamente en el primer tercio del año 2020, en un contexto de la pandemia de COVID-19, cuando por motivo del encierro en el hogar la violencia se incrementó exponencialmente. Hubo que ponerse como meta recuperar los presupuestos que les habían retirado. Con dificultad se logró que se les restituyera un porcentaje de los mismos, pero no en su totalidad, por lo que estas persisten en condiciones precarias; por lo que las batallas siguen.
Otro logro importante fue el salto de la ANPMI a las ligas internacionales como un actor relevante en los debates en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), y en particular participar con contribuciones como: “Aportes de la Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas al Comité de la CEDAW. Recomendación General sobre Mujeres indígenas” de este organismo. En el examen de la CEDAW al Estado mexicano, se logró elaborar, junto con el ILSB, el “Informe Sombra” sobre la participación política de las mujeres indígenas, paralelo al informe oficial que presentó el Estado ante el Comité. Más adelante, la ANPMI participó en el Grupo de Trabajo de la Coalición de Acción Movimientos y liderazgos feministas del Foro Generación Igualdad Beijing+25.
De acuerdo a lo planteado, para el nuevo quinquenio de trabajo 2022-2026, la ANPMI reitera la agenda pendiente:
- Creación de un Programa nacional con presupuesto etiquetado y progresivo que incentive la participación de mujeres indígenas en todos los espacios. Deberá considerar participación de juventudes y potenciar el modelo de las Casas de la Mujer Indígena, como una política pública exitosa en la relación con las mujeres indígenas, a través del incremento progresivo de sus presupuestos.
- Garantizar derechos lingüísticos en todos los espacios y servicios que brinda el Estado.
- Garantizar su participación política en todos los ámbitos y espacios de toma de decisiones y alto a la violencia política contra las mujeres. Incluir a personas indígenas, en consulta pública, en las figuras de representación como los Consejos Consultivos de las instituciones federales.
- En el marco del Día 5 de septiembre Día Nacional de las Mujeres Indígenas, generar políticas adecuadas, pertinentes e interculturales que coadyuven a un ejercicio pleno de los derechos humanos de este sector de la población.
- Generar datos desagregados por condición étnica y de género que indiquen la problemática de desigualdad para dar soluciones pertinentes. Algo se ha avanzado y debe reforzarse en indicadores de participación política.
- Garantizar los derechos sexuales y reproductivos desde una perspectiva intercultural y de género, especialmente en la aplicación de la Norma 046 a las mujeres indígenas.
Concluyo este comentario invitando a la lectura del libro[5], que contiene una historia de vida colectiva, narrada en plural, escrita a varias manos, tejida de forma multicolor en un telar de epistemologías. Agradezco la oportunidad de haber sido comentarista del libro “Luchas, alianzas e incidencia: 8 años de caminar de la ANPMI” que publicó la Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas, no sólo por el libro mismo; sino que se agradece el trabajo de documentación; la escritura en su propia pluma, desde sus propias ontologías; como un aporte para la historia; en un texto multicolor y polifónico, que hace el registro de los procesos organizativos y de transformación que impulsa desde su propia agencia. Gracias por los aprendizajes.
Sinceramente felicito a la Asamblea Nacional Política Indígena por el logro de estar, ser y permanecer como ellas son y quieren ser, cuidando su autonomía y su proceso digno, rechazando todo intento de cooptación, como lo evidencian con ejemplos puntuales dentro del texto. Ya que como sostienen con firmeza, cualquier iniciativa dirigida a mujeres indígenas y a sus pueblos, desde distintos espacios, Estado, sociedad y organismos internacionales, debe ser promovida y acompañada por ellas mismas y haber surgido desde su propia voz y consensos.
Así, a 8 años del caminar de la ANPMI, su paso pisa fuerte en un horizonte perfilado por su consigna: “Somos mujeres, somos indígenas, somos la Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas.”
[1] Publicado por Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir A. C. (ILSB).
[2] Secretaría de Gobernación. Diario Oficial de la Federación. (DOF:21/10/2020). Decreto por el que se declara el 5 de septiembre de cada año, como el ‘Día Nacional de la Mujer Indígena”. Obtenido de: https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5603225&fecha=21%2F10%2F2020&fbclid=IwAR3oHW9uXyFxL6FUbtSX-4QDkptQlPXQ4aKv8V1kkFvuOJaJjbw8g5a54Kg#gsc.tab=0
[3] Sus integrantes son parte de los pueblos Ayuuk; Ch´ol; Chatino; Cucapá; Nahua; Hñahñu, Maya; Mazahua; Mazateco; Me’phaa; Ñomndaa; Ñuu savi; Ocumiche; O’odham, Purhépecha; Rarámuri; Tojol ab’al; Tsotsil; Tseltal; Wixárika; Yühü, Yaqui y Zapoteco. Estos pueblos y culturas son de territorios de los estados de Baja California, Campeche, Chiapas, Chihuahua; Ciudad de México; Estado de México; Guerrero; Hidalgo; Jalisco; Michoacán; Morelos; Oaxaca; Puebla; Quintana Roo; San Luis Potosí; Sinaloa; Veracruz y Yucatán.
[4] Rojas, Rosa (14 de septiembre de 2016). “Crean Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas”. CIMAC Noticias. Obtenido de: https://cimacnoticias.com.mx/noticia/crean-asamblea-nacional-politica-de-mujeres-indigenas/
[5] El libro se puede descargar en la web https://ilsb.org.mx/wp-content/uploads/2022/09/LUCHASALIANZASEINICIDENCIA_digital.pdf
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