Eliseo Mellanes Castellanos: Curso de lógica
Eliseo Mellanes Castellanos, miembro del Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas a mediados del siglo pasado, falleció en 2015. Un periódico se refirió a su persona, en ese momento, como funcionario público, periodista y poeta. Otro, como cronista, investigador e historiador. Ninguno faltó a la verdad. En efecto, nuestro personaje se desempeñó en diversas instituciones, participó en revistas y publicó libros de distintos géneros. Faltó, sin embargo, hablar del catedrático de lógica, en la preparatoria del Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas (ICACH), durante la década de los sesenta. Andrés Fábregas escribió en el número 9, julio-diciembre de 1962, de la Revista ICACH: “La aparición del «Curso de Lógica» del profesor Eliseo Mellanes Castellanos, constituye un acontecimiento que debe ser señalado con piedra blanca en los anales de la historia del ICACH, por cuanto es el primer libro de texto escrito por un profesor del Instituto y destinado a jóvenes que cursan sus estudios en las escuelas preparatorias chiapanecas” (p, 136). (La nota en la revista, en realidad, está firmada con las iniciales “A. F.” Nosotros aventuramos y suponemos que es de Andrés Fábregas Roca).
El libro de texto Curso de Lógica (Conforme al programa del bachillerato único) consta de un prólogo, tres partes y cinco apéndices. En el prólogo, Mellanes Castellanos dice: “Uno de los móviles que impulsaron al autor para acometer la delicada empresa de escribir este Curso de Lógica, fue el hondo vacío que se observa en la provincia por la falta de libros de texto adecuados a la vida estudiantil de estas latitudes y redactados conforme a los programas vigentes de la asignatura” (p, 5). Enseguida, refiere algunos otros propósitos.
En la primera parte, que lleva por título “Introducción”, el autor se ocupa del concepto y de los problemas fundamentales de la filosofía, las relaciones entre la filosofía y las ciencias particulares, la definición de la lógica (“…es la ciencia que estudia los pensamientos y las leyes que los rigen”, p, 14), las partes en las que se divide y el lugar que ocupa dentro de la filosofía.
La segunda parte, “Operaciones lógicas fundamentales”, consta de tres temas: Teoría del concepto, en donde se destaca, además de los temas tradicionales, una clasificación de los términos; Teoría del juicio, donde refiere una teoría tradicional y otra nueva; y, Teoría de la Inferencia, en donde habla principalmente sobre el silogismo y la analogía.
Fábregas Roca, reseñista de la obra, dice: “…el libro del profesor Mellanes es un buen texto de Lógica Formal y, me atrevo a decir, uno de los mejores, por su sencillez en la exposición de los temas” (p, 137). Convenimos con Fábregas Roca en que el libro es un buen texto de lógica formal. Pero nada más en esta segunda parte y en el sentido aristotélico tradicional del término. En la tercera, el autor ya se ocupa de otras cuestiones.
Al principio de la segunda parte, el autor ofrece una síntesis de sus contenidos. Dice: “La lógica formal estudia tres operaciones mentales que son el fundamento para la elaboración y desarrollo del conocimiento científico, a saber: 1) el Concepto, 2) el Juicio, 3) la Inferencia. Estas operaciones del pensar generalmente se manifiestan por medio de la palabra hablada o escrita y desde el punto de vista de la Gramática corresponde a las siguientes formas de expresión: 1) el Término, 2) la Proposición, 3) la Argumentación” (p, 25).
Con respecto a la cita, agregamos tres comentarios. En primer lugar, la relación entre las dos definiciones establecidas de la lógica, el énfasis de las mismas –en tanto que estudio del pensamiento–, sus tres tipos de operaciones y su importancia como introducción a la filosofía y al conocimiento científico; en segundo lugar, que no desconocemos los estudios y las críticas que se le han hecho a la lógica durante el siglo XX en sus relaciones con la gramática (y con la psicología); y, en tercer lugar, que si bien es cierto que ha habido algunos avances con la semántica y la matematización de la lógica, esto no quita que en un curso de lógica para bachilleres (e, incluso, para uno que otro universitario), se pueda empezar con la reflexión sobre los términos y las palabras, los enunciados y las proposiciones o los usos del lenguaje. Dicho en otros términos, habría que saber distinguir el sentido, el valor y la pertinencia entre dos opciones posibles: a) ofrecer un sistema formal de lógica al estudiante; o, b) acompañar al estudiante, desde su lenguaje de la vida cotidiana, hacia el descubrimiento de sus operaciones mentales y, de ahí, a sistemas formales simples o complejos, de acuerdo a intenciones y propósitos. El texto de Mellanes, nos parece, se inscribe parcialmente dentro de la segunda opción.
La tercera y última parte, “La estructura lógica de las ciencias”, al igual que la anterior, también se compone de tres temas, a saber: La clasificación de las ciencias, La lógica de las ciencias especiales (matemáticas, físicas, naturales y culturales) y Las diferentes concepciones de la lógica. En este punto, dice Mellanes Castellanos: “Además de los filósofos ya expuestos, varios y distinguidos pensadores de nuestro siglo marcan direcciones a la contemporánea (…) Debemos agregar el de Morris R. Cohen (…) para quien la lógica es el núcleo mismo de la filosofía y un elemento imprescindible de la civilización liberal y de la libertad de pensamiento” (p, 118).
En lo que respecta a los apéndices, el texto contiene los siguientes: “El programa de Lógica de la Escuela Nacional Preparatoria”; “Las vías sobre la existencia de dios”, de Santo Tomás; “El cerebro, órgano de la atención a la vida”, de Henri Bergson; “¿Aparatos o sistemas?”, de Jorge Meneses Hoyos; y, el poema “Aporía del bailarín”, de Rosario Castellanos.
Volvemos con Andrés Fábregas en la reseña antes citada: “…el libro del profesor Mellanes es un buen texto de Lógica Formal y, me atrevo a decir, uno de los mejores, por su sencillez en la exposición de los temas, la atingencia en su desarrollo, la selección de los ejemplos extraídos del medio cultural en el cual vive el alumno y la habilidad con que acentúa lo esencial y elimina lo secundario” (p, 137). En este sentido, podemos constatar el esfuerzo del autor, cuando en la teoría del concepto, ejemplifica algunas definiciones aludiendo a Belisario Domínguez, Joaquín Miguel Gutiérrez y Emilio Rabasa; o, cuando aborda los paralogismos de la deducción y de la inducción, tomando como ejemplos posibles confusiones entre los grupos indígenas, por un lado; y, por otro, la diversidad de serpientes en Chiapas. Además de los gráficos, elaborados con las estadísticas de estudiantes de las instituciones del Estado, para efectos de ilustrar algunos métodos, no está demás referir los dibujos elaborados por Héctor Ventura, artista gráfico del momento, de Il pensiero, Sócrates, Platón, Aristóteles, Bacon, Descartes, Kant, Hegel, Comte, Bergson y Antonio Caso.
Revisado a la distancia, a reserva de un estudio pormenorizado, más allá de algunos desaciertos o equívocos y para ir cerrando este escrito, nos resta decir que el Curso de Lógica nos remite inevitablemente a su contexto, la ciudad de Tuxtla Gutiérrez de los años sesenta y la trascendencia que tuvo en su tiempo, pues su tiraje, según se puede leer en el colofón, fue de 1,500 ejemplares.
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