El clima sociopolítico de Chiapas ¿según David Lynch?

Foto: Archivo.
Aproximadamente 2000 personas tsotsiles de la región de Pantelhó y Chenalhó han sido desplazadas por la violencia generalizada del crimen organizado y la omisión del Estado mexicano de atender la situación. Cortesía Frayba

Por Jesús Solís (ODEMCA-CESMECA-UNICACH)

Debe existir un punto en la vida del ser humano en el que logradas las ambiciones terrenales o comprendida su incompletitud e inalcanzabilidad, se puede permitir ciertas licencias. Hacer lo que se le venga en gana.

Una figura admirable que se encuentra en ese punto de la vida es David Lynch. Autor de obras de indiscutible calidad cinematográfica como Eraserhead, El hombre elefante, Dunas y Blue Velvet, desde hace algunos años se ha dado al placer de informar las condiciones del tiempo, y recientemente en un nuevo canal de YouTube informar las condiciones meteorológicas de Los Ángeles, California (David Lynch’s Weather Report). Sus seguidores al igual que muchos de sus críticos se han devanado los sesos buscando razones de sus perfomances, mismos que fuera de las variaciones climáticas lo demás es invariable, casi inmutable. Para algunos se trata de una larga campaña publicitaria, anticipatoria de algún proyecto; para otros simplemente es otra expresión del universo Lynch. El hombre haciendo lo suyo, como se le viene en gana.

En Chiapas desde el inicio de la temporada de lluvias hemos escuchado de voz del titular del ejecutivo estatal las condiciones meteorológicas de la entidad. Intensidad, probabilidad, duración y riesgos son algunos de los datos que el ejecutivo estatal en radio y televisión pública provee a sus ciudadanos. Anunciaciones oficiales que vendrían muy bien de no ser porque bajo ese mismo cielo el clima sociopolítico se encuentra, sea cual sea la escala con que se mida, en un punto máximo de calor. El reporte climático oficial, en estas circunstancias, es totalmente anticlimático.

Podrían aducirse muchísimas razones para fundamentar que no está compelido el ejecutivo estatal a públicamente abordar las condiciones sociales y políticas violentas de la entidad. Incluso anteponerse razones de Estado: seguridad interior, sigilo institucional (cuasi sacramental), etcétera. Pero las razones que sea que se quieran situar, no contravienen dos hechos contundentes. El primero es que los reportes oficiales sobre las condiciones ambientales y climáticas de la entidad, y los llamados a resguardarse en voz del titular del ejecutivo, se dan en el marco del trabajo cotidiano de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz y la Seguridad. Una instancia interinstitucional en la que participan corporaciones policiales, ejército mexicano, fiscalías, secretaría de gobierno, inteligencia policial y secretarías de seguridad ciudadana que tiene entre sus objetivos detectar y prevenir actos de violencia y delitos de alto impacto.

El segundo hecho irrefutable son los actos consumados de violencia, delitos y problemas sociales que padecemos los ciudadanos en nuestra cotidianidad. Las cifras oficiales del gobierno del estado reportan para el año 2021 una disminución en la tasa de delitos de alto impacto, en comparación con el año 2020, colocando a Chiapas como una de las entidades más seguras del país (FGE, Comunicado No. 12465, 16/12/2021). En otros datos, los del INEGI referentes al año 2021, Chiapas registró una tasa de homicidios de 10 por cada 100 000 habitantes (INEGI, Estadísticas Vitales). Es decir, a la luz de esta cifra Chiapas se encuentra en el punto crítico de uno de los estándares establecidos por organismos internacionales como el Banco Mundial y la ONU para evaluar el índice de desarrollo humano.

Fuera de las cifras oficiales registramos incontables hechos de violencia y conflictos, algunos espectaculares (propagandísticos, según el gobierno federal) otros soterrados. Refiero a algunos recientes que, como dije, hacen anticlimática la narración gubernamental.

El 8 de junio de 2022 fue asesinado a mansalva el alcalde de Teopisca. Los reportes periodísticos señalaron que la mañana de ese día el edil fue atacado por hombres armados al salir de su domicilio (Elio Henríquez, La Jornada).

El 14 de junio, pocos días después de un asesinato de alto perfil como fue el del alcalde de Teopisca, un grupo armado tomó por asalto la zona próxima al Mercado del Norte de San Cristóbal de Las Casas. Mostrando poder de fuego y estrategia militar se apoderaron del espacio sin que las autoridades locales pudieran contenerlos. Incluso, horas más tarde el mismo presidente municipal de San Cristóbal declaró que las fuerzas policiales locales no actuaron por encontrarse en desventaja en armamento ante estos grupos.

Durante meses en el año 2021 fue ampliamente sabido que el corredor Comitán-Chamic-Comalapa estaba controlado por grupos armados. La situación se recrudeció en los primeros meses del año 2022, al punto que familias que aún resistían tuvieron que huir de la región a causa de las amenazas, extorsiones y temor de ser asesinados por los grupos delincuenciales operando en la región. De ser una zona altamente agroproductiva pasó a convertirse en una zona de desolación y de control territorial de grupos del crimen organizado que impusieron gobierno de manera abierta y directa durante meses, expandiendo así la zona fronteriza de conflicto (zona caliente de la frontera) situada hasta entonces en los contornos del municipio de Frontera Comalapa. El punto de culminación de esto fue un enfrentamiento entre grupos armados y “narcobloqueos” en los municipios de La Trinitaria y Comitán a mitad del mes de julio de este año.

En el entretanto de lo antes descrito se registraron muchos más actos de violencia y conflicto: balaceras y asesinatos producto de persecuciones y enfrentamientos entre grupos armados en la región norte del estado, en la misma capital, sin contar que después del asesinato del alcalde de Teopisca se generó un conflicto local en el que no solo no hay visos de resolución, a causa incluso de la incapacidad de las instancias estatales para gestionarlo, sino un clima de total desconcierto porque toda acción, de quien sea y del tipo que sea, está bajo sospecha.

En estas circunstancias no contar siquiera con una mención del “clima social y político” de la entidad por parte de los garantes de gobernabilidad en la entidad es, por decir lo mínimo, desconcertante.

Para el gobierno federal acciones como las referidas antes son actos propagandísticos de los grupos delincuenciales, y respuestas desesperadas de estos mismos grupos ante la efectividad de las acciones federales para contenerlos. Bajo este planteamiento, no obstante, tendrá que considerarse que aún en el supuesto de la efectividad gubernamental para contener la violencia asociada al narcotráfico, debe ponerse en perspectiva que las acciones de los grupos armados delincuenciales también están teniendo un potente efecto en la sociedad. El asesinato de una autoridad de alto nivel en una comunidad, como en el caso de Teopisca, es para la vida colectiva un acto traumático. La percepción que se genera entre la población es que cualquiera está a expensas de los criminales.

Un jefe de ejecutivo que se permite reportes del clima cuando la aldea está en llamas no solo es licencioso, más allá de lo que su envestidura le otorga, sino insensible al hecho de que su narrativa construye realidad y que aún en la deliberada omisión lo tangible termina por revelarse. El bucle de realidad: ante la finalidad de sosegarnos con la convicción falsa del manejo meteorológico, el golpe de realidad. Por tanto, el ejecutivo estatal asume que los chiapanecos nos resistimos a saber demasiado de lo que nos lastima o de que su tarea ética y moral es proteger a la población mediante la ignorancia. Un ejecutivo en su propio universo en las antípodas del universo Lynch.

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