Violencia de género contra las mujeres que se dedican a la política
Por Juan Iván Martínez *
En la investigación “La construcción política de las mujeres: militantes partidistas, integrantes de Asociaciones Civiles y activistas independientes en Chiapas” el objetivo no fue estudiar la violencia contra las mujeres que hacen política, sin embargo, en los relatos de las entrevistadas el tema emergía de manera constante, principalmente en quienes se dedican a la política institucional, por lo que resulta importante recuperar algunos de sus testimonios.
Formas de ejercer la violencia
Las formas, tipos o expresiones de violencia más recurrentes en los relatos de quienes se dedican a la política electoral fueron los chantajes, manipulaciones, humillaciones, desacreditaciones, amenazas y en algunos casos persecuciones y secuestros. Aunque también emergieron formas relacionadas con la instrumentalización de las mujeres y su objetualización sexual.
“… yo creo que todas las mujeres estamos participando en política hemos sufrido violencia política de género, pero no solamente he tenido violencia por pertenecer a la política, también he sufrido violencia por ser mujer… aparte del acoso callejero que ya sabes que todas las mujeres lo hemos sufrido eso” (Ofelia, 43 años, militante partidista)[1].
“Nos tocó una comunidad pasando San Felipe, le dijeron al candidato [a presidente municipal] que no querían mujeres, entonces yo no pude ir a hacer promoción porque fueron muy claros ellos: “mujeres no”. Entonces acá es muy difícil la participación o ser aceptada como candidata [a diputada] (Hannah, 53 años, militante partidista).
“… me dejaron como Comité y ahí estamos como Comité como única mujer que estaba dentro del partido, pero los directivos pues me hacían a un lado… Pues simplemente no me invitaban a las reuniones que hacían, cuando ya habían tomado decisiones me llamaban” (Luna, 42 años, militante partidista).
Le hacían comentarios ofensivos cuando era candidata a un puesto de elección popular: “váyanse a su casa, a hacer su quehacer, a atender al marido, a la cocina… dedíquense a cuidar sus hijos, a su marido” (Elsa, 65 años, militante partidista).
“… he escuchado a compañeros, que incluso nos dicen: -no es tu tema ir a ver la gobernabilidad de los municipios que representas, métete a temas de género de esos que son para ti-” (Ofelia, 43 años, militante partidista).
Tras obtener la candidatura de su partido, le decían: “no te lo mereces porque no estás capacitada” (Mabel, 43 años, militante partidista).
“… fue un proceso muy difícil porque una me llevaron secuestrada y no nada más quedó en amenazas, nos decían -te vas a morir o no te vamos a dejar trabajar, renuncia- y así la presión de la gente” (Susana, 37 años, militante partidista).
“Mencionaban que me había vendido, que había tenido querido, que la persona que había ganado, que en este caso era una mujer, [pero con] el esposo de ella, que vivía con él, que me veía en tales hoteles y un montón de cosas” (Georgina, 48 años, funcionaria electoral).
Es importante considerar la política y la violencia de género en la política en términos amplios y no solo poner en el centro de la atención a las candidatas cuando están compitiendo o ganaron la elección. La violencia atraviesa todos los espacios de la política, así como las ideas de minusvaloración de las mujeres, por lo que la violencia de género en la política se puede ejercer no solo contra quienes están compitiendo por un cargo público sino también contra funcionarias, activistas, periodistas, defensoras de derechos humanos, etcétera, aun cuando aquí el énfasis se hizo principalmente en quienes participan en la política electoral. Las herramientas institucionales son poco eficaces para que esto deje de ocurrir.
Efectos de la violencia
Se merma su seguridad y se obstaculiza su participación política: “te hacen dudar, dudar de tu capacidad, incluso llegas a pensar que realmente lo estás haciendo mal” (Alba, 26 años, militante partidista).
La violencia aun cuando no se ejerza sobre la persona de quien se trate también puede limitar, constreñir o desmovilizar a partir de su carácter pedagógico, es decir, cuando le ocurre a alguien más, pero se expone como una cuestión aleccionadora de la que tienen que aprender las otras mujeres:
“… a mi papá no le gustaba que yo participara… porque era también muy conocido que a muchas jóvenes se les faltaba el respeto y muchas veces había hombres que se pasaban, como en cuanto a acoso sexual o temas más fuertes que sí espantaban a muchos” (Lucrecia, 35 años, militante partidista).
La violencia que se ejerce contra las mujeres tiene otros efectos que van más allá de su labor como militantes de partidos, activistas independientes o integrantes de OSC, y que tienen que ver su psique y su cuerpo.
De acuerdo con las entrevistadas:
“… hay un desgaste emocional, hay un desgaste físico, hay un desgaste psicológico y hay un montón de frustración, de soledad…” (Dora, 33 años, activista independiente).
“… nadie habla de cómo nos quebramos las activistas, de cómo podemos llegar a cansarnos tanto que ya no queremos saber nada y rehúyes al trabajo que has hecho, no le ves sentido, me cuestioné si quería seguir” (Lorena, 38 años, integrante de OSC).
“… nos afectó psicológicamente el secuestro, el hecho de las amenazas, el hecho de que no hayamos podido regresar, no ejercer a plenitud el cargo, sí nos afectó muchísimo políticamente, psicológicamente” (Susana, 37 años, militante partidista).
“… subían así [publicaciones en Facebook] y a mí sí me bajó un poco la moral” (Georgina, 48 años, funcionaria electoral).
“… sigo teniendo como una sensación como de despojo, como si me hubieran despojado de la tierra, de un patrimonio, no sé, nunca puede ejercer un derecho como tal, nunca pude hacer una campaña como tal” (Mabel, 43 años, militante partidista).
Es así como la violencia de cualquier índole y sus múltiples expresiones pueden mermar la vida de las mujeres y, a menos que dicha violencia sea absoluta y acabe con su vida, quedará abierta la posibilidad de que el acto violento sea un detonante que active o alimente su conformación como sujeto político:
“… yo recuerdo perfectamente que los diputados nos comenzaron a gritar cosas que para mí parecían que ya no ocurrían en este siglo como: -váyanse a la cocina, viejas locas, deberían estar en su casa- entre otros adjetivos. Fue uno de los momentos que más me confrontó porque además del miedo que tenía, yo no sabía las consecuencias que podía haber, sabía que efectivamente me podían llevar a la cárcel no porque estuviera cometiendo un delito si no porque podían simplemente. Afortunadamente no pasó a más, hubo amenazas, nos tomaron fotos, registraron nuestras identidades y demás, pero fue uno de los momentos que más me confrontó y que quizás más me impulsaron, no sé si por la curiosidad o por el enojo desde ese entonces a continuar” (Zoé, 33 años, OSC).
“… la participación te expone, te cansa, te frustra” (Lorena, 38 años, integrante de OSC).
No obstante y quizás paradójicamente, reconocen que es esa participación la que puede romper con las relaciones de subordinación: “si tú no hablas, la violencia va a seguir generándose… yo no tengo miedo, ¿miedo de qué?, de que me echen a la cárcel por tres días, pero si no rompes eso no va a cambiar” (Nadia, 27 años, activista independiente).
El testimonio de Nadia es en relación con las acciones que realizan las autoridades de la comunidad de la que es originaria y que le parecen injustas. Menciona que hay mujeres que hacen y se resignan a acatar lo que dicen dichas autoridades, otras más se van del lugar en busca de otros horizontes, pero también hay quienes se quedan y resisten: “…no se van y están en resistencia y esa resistencia cada vez crece, crece su resistencia” (Nadia, 27 años, activista independiente).
Lo anterior deja entrever la importancia de resquebrajar las dinámicas de opresión y violencia en su diversidad de expresiones, hay que romper para transformar y a decir de ellas se rompe participando. “Por eso me mueve mucho el tema de participación porque justo implica para mí la autodeterminación, tomar decisiones, y la decisión más importante es atreverte a hacerlo” (Lorena, 38 años, OSC).
Fuente:
Martínez Ortega, J. I. (2022). La construcción política de las mujeres: militantes partidistas, integrantes de Asociaciones Civiles y activistas independientes en Chiapas. [Tesis de doctorado, CESMECA/UNICACH y IUESAL/UAlicante].
[1] Los nombres reales de las entrevistadas fueron sustituidos por nombres ficticios.
*Académico de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR)/jimartinez@ecosur.mx
No comments yet.