La Generación Beat: Allen Ginsberg en Chiapas (2)

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La segunda Carta de Ginsberg está fechada el 18 de febrero de 1954 en Talacapan, Palenque y dirigida a Neal Cassady, Carolyn Cassady y Jack Kerouac. No conozco ningún poblado con el nombre de Talacapan (que además pareciera un vocablo náhuatl) en Chiapas y en específico en los alrededores de Palenque. ¿Es el nombre de la plantación de cacao en la que residía Ginsberg? Lo cierto es que escribe desde algún lugar cercano a Palenque y comenta a sus amigos que aún está en Chiapas sobrecogido por el ambiente selvático. Está en “el limbo” escribe Ginsberg, del que, cuando salga, volverá a “las luces brillantes del alcohol y las alegrías del sexo”. Menciona que una elevada colina, un “monte”, enfrente de dónde vive, se llama “Don Juan”. El ritmo de la escritura deja ver a un Ginsberg entusiasmado con su estancia. Escribe: “Me he dejado barbita de chivo, bigote y el pelo largo, calzo botas, monto a caballo, voy a pescar de noche en arroyos con nativos que ríen como tontainas y van con linternas y palos largos de punta afilada para pescar cangrejos de río del tamaño de un bogavante. O a medio día recorremos desnudos cosa de un kilómetro por un río de agua trasparentes, cielo azul, entre árboles con lianas y orejas de elefante, árboles de cabello de ángel con hojas de plátano y caobas gigantescas cargadas de monos, en orillas o en isletas embarradas  que asoman a mitad del río, el agua nos llega al tobillo, a la cintura o hasta el cuello. Algunos mosquitos”. Sin duda, el destacado miembro de la Generación Beat que fue Allen Ginsberg disfrutaba de una experiencia que lo acercaba a la naturaleza, a un mundo radicalmente distinto al neoyorquino o al de la famosa “ruta 66” (La Calle Principal de América) en los Estados Unidos. Es un personaje crecido en el asfalto y el ajetreo de las grandes ciudades, en medio de una sociedad con manifestaciones racistas agudas, un militarismo exacerbado acompañado de un culto a las armas, con consecuencia fatales como las sucedidas en días muy recientes. A Ginsberg le parece un paraíso en la tierra, un “limbo”, aquella prodigiosa naturaleza que rodea a Palenque en el estado de Chiapas. Es más, en esta segunda carta Ginsberg describe su entusiasmo y su disfrute al tocar los tambores que miden, nos dice, “hasta 3 metros”. Ginsberg comenta a sus amigos que él mismo “sangró” árboles de corcho para hacer “pelotas” que ensartó en palos y de esta manera conseguir el sonido que él quería al tocar los tambores. Es decir, Ginsberg aprendió a confeccionar los “bolillos” (las baquetas) con las que los músicos chiapanecos hacen cantar a la marimba. Ginsberg se pasa largos ratos del día tocando los tambores para luego meditar, reflexionar y finalmente ser asaltado por el deseo de salir de este mundo selvático que lo atrapa y viajar a Europa. Así, en un párrafo de la carta, escribe: “Toco varias veces al día, casi siempre muy suave, y cuando una columna de indios llega por el camino de Agua Azul, una población paradisiaca de las montañas que está a una hora a caballo, me lanzo con ritmos africanos que pueden oírse a varios kilómetros a la redonda. Me llaman Señor Jalisco”. Otro misterio: ¿por qué le llaman Señor Jalisco?

Ginsberg llevó consigo un libro titulado Cloud of Unknowing (Nube de la Ignorancia), un Manual anónimo del siglo XIV cuya lectura lo impulsó a valorar vivir en el limbo, el dejar la mente en blanco, el no hacer nada. Pero no tarda en soñar con Europa, sintiendo deseos desenfrenados de vivir un tiempo en Praga, Venecia, o en cualquiera de las grandes ciudades europeas. Su inquietud se acrecentó porque soñó que William Burroughs viajaba en un vagón de segunda clase a bordo de un tren italiano que se dirigía a España. Ginsberg le atribuye una gran importancia a este sueño, lo ve como un aviso, una revelación, de que de mundo selvático ya estaba bien.

En esta segunda carta, Ginsberg narra cómo atendieron a un joven indio que había asesinado a quien mató a su padre, no sin recibir varias balas en la mano y en el brazo. Le impresionó la manera en que la hermana de este joven le abrió el brazo con una navaja de rasurar, para extraerle la bala. Ginsberg quedó aterrado ante lo que veía. No todo era “limbo” en aquel mundo paradisiaco. La violencia también llega a la selva, no sólo en actos de venganza sino en las relaciones de trabajo (“feudales” dice Ginsberg) y en una vida cotidiana difícil.

Un dato interesante, entre tantos otros, en la carta de Ginsberg es su mención a un terremoto causado por la erupción de un volcán que había “destruido a Yajalón”. Esta última población se encuentra a 130 kilómetros de distancia de Palenque. No pudo ser, por supuesto, el Volcán Chichón que hizo erupción el 28 de marzo de 1982. Tampoco hay noticias de la erupción de un Volcán en Guatemala en ese año de 1954. Así que ese terremoto que “destruyó a Yajalón” ha de haber tenido otro origen. La carta finaliza diciendo que la noche en que abandonó Palenque observó “un eclipse perfecto de luna”. Entre los párrafos finales cito el siguiente:

“Vivo entre las cabañas de techo de paja, como tortillas y frijoles a todas horas y con buen apetito, asombrado de que puedan tener ese sabor tan fuerte, lo mismo que las patatas con huevos, carne, verduras,..Voy a los platanares y trabajo allí una hora a la semana, corto, podo, recojo racimos, y aproximadamente todos los días como plátanos fritos y crudos. Y trabajo unas horas al día en el cacaotal, corto, lavo, fermento y seco el cacao (para hacer chocolate) y sobre todo lavo, muy complacido, con un grupo de salvajes descalzos, cada uno con una cesta de mimbre, que frotan las pegajosas semillas para quitarles el engrudo, acuclillados al sol, bajo la caliente vegetación, junto al río.” No termina la carta Ginsberg sin mencionar de nuevo a la misteriosa mujer, arqueóloga, que le dio acogida en su plantación: “Es autora de Giroux-Harcourt, y escribió Three in the jungle.” Y agrega: “Uf. Escribió otro sobre el misticismo maya, datos interesantes para Bill. Pero es una mujer extraña, tiene cosas buenas, cosas desquiciantes y cosas aburridas; su mejor rasgo aparte del real aunque quizá indefinido problema místico, es que es una pionera que trabaja con los indios, creció aquí, lleva machete y dirige ella sola la plantación, una auténtica profesional de la arqueología”. Y termina con un muy discutible párrafo, o al menos, contradictorio con la actitud anti racista que asumió la Generación Beat, y muy interesante para explorar si ese anti racismo sólo contaba en los Estados Unidos:

“Cierro el tenderete: un hombre mordido por una cascabel muda en el pueblo vecino y debo encontrar caballos en el campo y correr con navajas y suero antiviperino. Pero comí antes y envié por delante el medicamento. Indios idiotas de sangre corrupta, tocan mal los tambores, y ni siquiera saben hacer una incisión para extraer la sangre de la mordedura. En tiempos antiguos los indios de verdad eran auténticos sabios. Croac. A. Gruñido”.

Allen Ginsberg fue un poeta mediático. Mantuvo relaciones en diferentes momentos con los Hare Krishna, la banda The Clash y Joey Ramone con quien viajó a través de Cuba, la India, Checoeslovaquia y Chile. Los críticos de literatura que han examinado su obra concuerdan en que existe una influencia mayor sobre su poesía: el poeta Percy Bysshe Shelley quien murió ahogado en el mar Tirreno, en la costa italiana, el 8 de julio de 1822. Dicho poeta inglés es básico para entender la poesía de otros miembros de la Generación Beat, por ejemplo, Lawrence Ferlinghetti o Gregory Corso. Ginsberg escribió en una época en que la persecución política en los Estados Unidos fue notable contra toda expresión que los círculos de poder consideraban de izquierda. ¿Conversó Ginsberg acerca de su poesía con la misteriosa arqueóloga de Palenque? ¿Le habló de la admiración por la poesía de Shelly? Y habrá que preguntar a los arqueólogos que trabajan en Palenque, quién era esta misteriosa mujer que en 1954 excavaba en Palenque. Mi amigo Pedro Tomé, en extenso comentario al primer texto sobre la Generación Beat que publiqué en anterior edición de Chiapas Paralelo, apunta la importancia de la mención del tren en las cartas de Ginsberg lo que me recordó que por ese tren que llamábamos “pollero” nos llevaban a jugar basquetbol a Veracruz, partiendo de la “estación Jalisco”, es decir, la actual Arriaga que así se llamó un tiempo. Muy oportuno el comentario de Pedro Tomé que, como él mismo lo dice, en tiempos en que se discute el trazo del Tren Maya. Es decir, en los tiempos en que escribe Ginsberg, 1954, había una interrelación entre pueblos que se hacía a través del tren, como lo señala Tomé. Y también la navegación por los ríos es importante. Ginsbeg, así lo denotan sus cartas, se movió por el norte del estado de Chiapas, en gran parte, transportándose en cayucos, por los ríos. Qué pasa con México como país en la medida en que la modernidad avanzó. Es otra pregunta que Tomé plantea y que sugiere la lectura de la cartas de Ginsberg.  ¿Es la modernidad un “frente de destrucción” como lo dice Bruno Latour? ¿Lograron los miembros de la Generación Beat discutir a fondo estos aspectos? ¿Influyó en ello una experiencia como la de Allen Ginsberg en Palenque, Chiapas? Finalmente Ginsberg no estuvo en San Cristóbal, ni en Na Bolom por lo consiguiente, no converso con Franz Blom ni con Gertrude Duby, conversación que hubiera sido de lo más interesante. Y también habrá que reflexionar si esa conversación con Blom y Duby no hubiese significado una cierta influencia de la Generación Beat en la literatura de Chiapas, a través de los escritores chiapanecos que solían visitar Na Bolom y con quienes hubiera conversado el propio Ginsberg. Eso quedará en duda.

En fin, las carta de Allen Ginsberg escritas desde una plantación de cacao cerca del sitio arqueológico de Palenque merecen una atención más detallada. De paso, sugiero leer la edición de la correspondencia aludida mencionada en el texto anterior publicado en Chiapas Paralelo. Es interesante la lectura de Dharma Lion de Michael Schumacher, A Biography of Allen Ginsberg, publicada en 1992 por la Universidad de Minnesota.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 10 de julio de 2022

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