La aventura de hacer un examen
Circe acudió a la universidad para presentar su examen de admisión, tenía la firme decisión de estudiar Diseño Gráfico, en su casa querían que siguiera la tradición familiar de estudiar Contabilidad.
—Lo mío, lo mío, no son los números, más que para sumar o restar cuando hago mis cuentas de gastos —solía decir Circe, cada que que le mencionaban sutilmente la carrera que más elegían en la familia.
Llegó temprano a la escuela, sin complicación alguna pasó al aula y esperó las indicaciones. El tiempo le parecía lento previo al inicio del examen. Cuando empezó, le dio una ojeada al cuadernillo de preguntas, casi se va de espaldas.
—¡Madre mía, 210 preguntas! Con 4 horas para responder, uff, espero que me alcance el tiempo. Sin duda, la sección de Mate es la que me dará un poquito de dolor de cabeza, —pensó. Mientras se apresuraba a resolver la sección de Inglés.
Le tocó sentarse al lado de una ventana, inquieta como era Circe, no dejaba de echar un ojo a lo que pasaba, vio algunos estudiantes que llegaron tarde, así como también que el cielo soleado poco a poco se fue nublando.
—Solo espero que llueva una vez que yo haya salido de la escuela —dijo para sí.
Circe trató de no revisar su reloj para no atormentarse y entrar en estrés. Prefirió observar a un pequeño insecto que caminaba sobre el cristal de la ventana.
—¿Caminará más pronto para llegar del otro lado de la ventana antes que yo termine de resolver los problemas de Mate? —se preguntó.
Siguió respondiendo el examen y en efecto, el pequeño visitante no había dejado rastro alguno para cuando Circe concluyó los problemas.
De nuevo, se dejó cautivar por lo que observaba a través de la ventana, el pasto era como una especie de alfombra roja para un zanate que caminaba con un ritmo que dejó asombrada a Circe, era un caminar apresurado pero con elegancia.
Una compañera del grupo preguntó la hora, Circe se percató que solo le quedaban aproximadamente cincuenta minutos para concluir el examen, llevaba un 80% contestado. Se dio prisa y ya no volvió a ver a la ventana hasta que terminó.
Aún le dio tiempo de hacer una revisión general de sus respuestas, mientras pensaba que ojalá le fuera muy bien y quedara en la carrera, de lo contrario le tocaría repetir la aventura de hacer un examen. Entregó la prueba y se dispuso a regresar a casa, mientras el viento le acariciaba el rostro. La lluvia no tardaba en llegar.
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