El rápido olvido
Casa de citas/ 584
El rápido olvido
Héctor Cortés Mandujano
Kirsten Johnson escribió, produjo y dirigió un documental sobre la pérdida de memoria de su padre y recreó sus posibles muertes. El documental es emocional; sin embargo, grato, creativo. En Descansa en paz, Dick Johnson (2020), los nietos hacen un pastel de chocolate como sorpresa para su abuelo que cumple 86 años. Dick entra de pronto a la cocina y los niños le piden que se vaya. El nieto le pregunta si vio algo. “¿El pastel?”, pregunta Dick. Los niños hacen gesto de fastidio, pero dice el nieto a la cámara: “Lo bueno es que lo va a olvidar pronto, ¿verdad?”.
***
Peter Medawar (británico, 1915-1987) ejerció una enorme variedad de trabajos: zoólogo, médico, inmunólogo, investigador, profesor, traductor, ensayista, crítico literario, divulgador científico y filósofo. Ganó en 1960 el Premio Nobel de Medicina o Fisiología, junto con Frank Macfarlane Burnet, por (p. 214) “el descubrimiento de la tolerancia inmunológica adquirida” en los injertos.
De él leo su autobiografía Historia de un rábano pensante (FCE, 1990), en cuyo título une dos ideas, una filosófica y otra literaria. Lo explica (p. 13). La primera viene de Pascal, quien llamó al ser humano «caña pensante” y la segunda de Enrique IV, II parte, de Shakespeare, donde Falstaff dice que el humano es un rábano bifurcado.
Pensó en escribir este libro, dice Medawar, porque, cita a Erwin Chargaff, los científicos (p. 11) “llevan vidas monótonas, carentes de acontecimientos y que, además, a menudo no saben cómo escribir”.
Cuenta que él ni de niño ni de joven leyó la Biblia; lo hizo en un hotel de Nueva York. Se sintió escandalizado (pp. 36-37) “por la forma en que los personajes se engañaban y estafaban entre sí, y por sus aventuras, generalmente muy poco cristianas. ‘¡Querida, qué gente!’, escribí a mi esposa, advirtiéndole que no dejara caer semejante libro en manos de los niños”.
Dice que por casualidad cayó cerca de su casa un avión bombardero y el piloto sufrió quemaduras de tercer grado en todo el cuerpo. Perdió la piel. Él vio eso como un desafío y ensayó con conejos, estudió a los bovinos gemelos, hasta que estuvo en disposición de ofrecer sus conocimientos a la comunidad científica y a la gente en general.
Desde joven se relacionó con gente importante. Fue amigo de C. S. Lewis (conocido popularmente por Las crónicas de Narnia). Escribe (p. 141): “Creo que Middlemarch es nuestra más grande novela, ¿no cree usted?, me preguntó Lewis. No habiéndola leído desde hacía tiempo, pude convenir entusiásticamente, y así lo he estado diciendo a otros desde entonces”.
[Comenté en una Casa de citas anterior Middlemarch, de George Elliot, y una persona mandó un comentario dizque crítico. Habló pestes de los europeos de todos los tiempos, cuando la novela está ubicada en un tiempo histórico preciso y en una comunidad inglesa – Middlemarch, justamente– muy pequeña. Sería como descalificar a América Latina por una novela escrita, en 1990, en Oxchuc, Chiapas, por ejemplo. Además, no es un estudio social, sino una novela que, cualquiera debe saber, es un ejercicio de imaginación. A Medawar tal vez le hubiera dado risa. O lo habría enojado.]
Sobre el ruido que hace la gente en el cine, dice (p. 150): “Creo que fue San Agustín el primero en llamar explícitamente la atención hacia la gran realización de leer en silencio, es decir, leer sin mover los labios, ni proferir sonidos. Aún puedo recordar que, en los días del cine mudo, los públicos estaban muy lejos de este grado de cultura; tanto así, que algunas personas siempre leían en voz alta los subtítulos”.
El autor se volvió adicto a la ópera desde niño. Fue, en Río de Janeiro (él por azar nació en ese estado brasileño), a ver La Traviata y en una de las cúspides dramáticas hizo algo prohibido por los adustos británicos (p. 156): “Al llegar a este punto, empecé a llorar, en una forma que, aunque pasó inadvertida en Río, en Inglaterra me habría valido un golpecito en el hombro y una cortés solicitud, de la Brigada de Ambulancias de St. John, de abandonar el auditorio”.
Lo que le pasó como autor, pasa en todos lados. Dice que sus primeros libros (p. 221), “recibieron críticas favorables, y así siguieron siendo hasta que alcancé cierto grado de eficiencia al escribir que atrajo la animosidad y por tanto el tipo de respuesta despectiva de los intelectuales literarios”.
***
Leo Montecristo de Guerrero (Coneculta-Chiapas, 2006), monografía investigada y escrita por Ma. Del Carmen García Aguilar y Jesús Solís Cruz, en edición español-tseltal.
En la introducción, dicen los autores que (p. 65) “después de 66 años Montecristo de Guerrero recuperó la categoría de municipio libre”, que por decreto le quitó, en 1933, el gobernador Victórico Grajales.
Los primeros fundadores (p. 67) “fueron de origen guatemalteco, ellos fueron quienes trazaron sus calles”. Este municipio limita con La Concordia, Chicomuselo, Siltepec y Mapastepec. Su cultivo principal es el café.
Montecristo renació con varios nuevos municipios (p. 95): “El 15 de julio de 1999 el Congreso del Estado aprobó el decreto de remunicipalización; días después se dio a conocer el decreto por el que se crearon los municipios de Aldama, Benemérito de las Américas, Maravilla Tenejapa, Marqués de Comillas, Montecristo de Guerrero, San Andrés Duraznal, Santiago El Pinar”.
Montecristo de Guerrero (p. 97) “se encuentra ubicado en la Sierra madre de Chiapas, a mil 200 msnm. Está rodeado por los ríos San Nicolás y San José, los cuales nacen en el ejido Toluca y la reserva El Triunfo. […] La topografía es muy accidentada e irregular dada la presencia de cañadas, montañas y deslaves provocados por lluvias”.
Entre otras razones o pretextos la mayoría de las localidades carecen de servicios públicos. Ninguna tiene agua potable.
***
Mi amiga Paty Bautista Otero me hizo un gran regalo: el libro Budismo moderno. El camino de la compasión y la sabiduría, de Gueshe Kelsang Gyatso, y luego Enrique Palomeque me regaló un gordo volumen con obras de Nietzsche. Me hicieron feliz. Mieles de la amistad.
hectorcortesm@gmail.com
Sin comentarios aún.