Malcolm Lowry: destinos trágicos
El Hotel Casino de la Selva era el orgullo de Cuernavaca, en el estado de Morelos. Se había construido hacia 1930 con el propósito de crear un gran casino de juegos, pero nunca funcionó como tal. Abarcaba cerca de 10 hectáreas en un terreno con manantiales y una suerte de selva que exhibía varias especies de vegetales y por supuesto, una fauna asociada. No faltaban las huellas de los pueblos prehispánicos que habitaron en esa parte del estado de Morelos, tlalhuicas sobre todo. En 1956, un famoso empresario español, Manuel Suárez y Suárez, en aquellos días tan famoso como lo es hoy Carlos Slim, compró el inmueble y contrató al arquitecto Jesús Martí para que lo remodelara ahora con el propósito de convertirlo en un suntuoso hotel, el mejor de México. La remodelación que solicitó Manuel Suárez incluía aumentar significativamente el número de habitaciones, un gran salón de fiestas, lo que hoy llaman los jóvenes “un antro” y un juego de boliche. Todo sin dañar el entorno natural, principal atractivo del grandioso hotel. Conforme avanzaba la obra, la inquieta mente de Don Manuel seguía concibiendo nuevas innovaciones. Llamó a otro famoso arquitecto, Félix Candela, inventor de las llamadas paraboloides hiperbólicas para otorgarle al techo del Gran Casino la forma de un enorme paraguas. Más todavía, no contento con todo ello, Don Manuel convocó a los más ilustres muralistas del momento para que usaran las paredes disponibles y allí quedara una obra de valor inestimable. Prestos ante tan peculiar convocatoria, atendieron a ella David Alfaro Siqueiros, Francisco Icaza, Guillermo Ceniceros, el gran pintor valenciano y militante comunista Josep Renau Berenguer, José Reyes Meza, Jorge González Camarena, el renombrado paisajista mexicano conocido como el Dr. Atl de nombre Gerardo Murillo. El Casino de la Selva se convirtió en referencia obligada, en un lugar que no se podía eludir, tanto para mexicanos como para extranjeros. En mis primeros días de estudiante de antropología, allá por 1966, conocí el Casino de la Selva durante un domingo. Acudimos a conocer Cuernavaca con mi hermana Margarita recién llegada a la Ciudad de México para estudiar psicología en la UNAM. Habíamos escuchado que Cuernavaca era un paraíso y que además, allí estaba un prodigio arquitectónico y artístico nombrado Hotel Casino de la Selva. A bordo de un autobús llegamos a la ciudad morelense y después de pasear por el centro y admirar la arquitectura nos dirigimos al Casino de la Selva para quedar asombrados ante lo que vimos. Por supuesto, no teníamos el dinero para comer en el restaurante del hotel pero si para una cerveza. ¿Que maravilla aquel bar del hotel! Que fascinante conocer los murales.
Caminamos por las áreas plenas de vegetación, paseando entre manantiales y frondosos árboles. Fue un domingo inolvidable. Algunos años después, haciendo trabajo de campo en la región de Chalco-Amecameca-Cuauhtla para terminar mi tesis de maestría en antropología bajo la dirección de Guillermo Bonfil, encontré en una librería de la Ciudad de México la Novela Bajo el Volcán(Ediciones ERA, 1964), escrita por el escritor inglés Malcolm Lowry hacia 1947. La novela me atrajo desde sus primeras líneas en las que el escritor describe la veranda del Hotel Casino de la Selva bastante antes de que lo remodelaran. Así se inicia una de las novelas cumbres escritas en inglés en el siglo XX y en las que México es el escenario. La novela de Lowry es autobiográfica, desgarradora y conmovedora a la vez. Nacido en el seno de una familia burguesa inglesa en Birkenhead, y educado en el Colegio de Santa Catarina en Cambridge, Lowry fue poseído de una pasión profunda por la literatura y el alcohol, aunados por una desgarradora convicción de que él mismo debía terminar con su vida. En 1936, joven aún pero con un recorrido por el mundo y casado con la norteamericana Jan Gabrial, Lowry se instaló en el Hotel Casino de la Selva a finales de 1936. Era el Hotel antes de la remodelación ordenada por Manuel Suárez y Suárez, pero ya era un notable lugar de hospedaje en medio de una naturaleza exuberante. Lowry describe aquel Hotel y a la Cuernavaca que conoció. Empezó a escribir la novela precisamente en la veranda del hotel mientras bebía y bebía, sobre todo, tequilas y mezcales. En ese mundo de alucinaciones bajo el influjo del alcohol tuvo enfrentamientos constantes con su esposa que terminó abandonándolo. De autobús en autobús, borracho, Lowry fue a parar hasta Oaxaca en donde vivió de cantina en cantina, hasta que lo deportaron por escandaloso y pendenciero. Este es un período de su vida que Lowry relata con genialidad literaria en Bajo el Volcán, la única novela realmente impresionante por su valor literario que escribió. En esa novela, Lowry domina la autobiografía combinada con un manejo admirable del simbolismo. A través de un personaje, Geoffrey Firmin, Lowry se describe así mismo como si fuese el cónsul de Inglaterra que vive en Cuernavaca. Ubicó la trama de la novela justo en un año muy especial de la historia del siglo XX mexicano: el de la expropiación petrolera durante el gobierno del General Lázaro Cárdenas en 1938. La novela tiene su punto culminante con la descripción de una borrachera profunda, de locura, con mezcal, justo el día de muertos en noviembre de 1938. ¡Cuán profundo es el poder del sentimiento autodestructivo! lo muestra Bajo el Volcán. La novela se salvó, para fortuna nuestra, de ser destruida en otra borrachera, gracias a Albert Erskine, editor, que la publicó en 1947. Al terminar la novela, me pregunté qué hubiera escrito Lowry si hubiese sabido que el Hotel Casino de la Selva se remodeló sólo para ser derruido. En efecto, aquel magnífico Hotel, en el que se hospedaron no sólo Malcolm Lowry sino el propio Dr. Atl, Miguel Alemán, Leonora Carrington, el famoso músico Morquecho y varios políticos, escritores o intelectuales más, fue derruido. Y lo más lamentable: se derruyeron también gran parte de los murales. No hubo ningún eco a las protestas de la sociedad mexicana por este delito. El Hotel Casino de la Selva cayó bajo la piqueta sólo para que se construyera en su lugar un gran centro comercial. Además la demolición está vinculada a ese período del siglo XX mexicano dominado por el llamado “neo liberalismo” que no es más que el capitalismo, período en el que la corrupción alcanzó niveles insospechados. En 2001, la gigantesca compañía comercial COSTCO adquirió el Hotel Casino de la Selva del FOBAPROA (uno de los más espectaculares fraudes cometidos en México por los políticos) para instalar una plaza comercial. La sociedad morelense luchó junto a sectores sociales del resto del país para evitar la demolición o por lo menos, la destrucción de los murales y de las impresionantes áreas verdes de aquel mítico Hotel. Nada dio resultado. Los políticos de aquellos días ya habían vendido su dignidad y nada los detenía. El Hotel, los murales, las áreas verdes, fueron arrasadas. El grado al que llegó el cinismo lo trasluce la declaración oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia de aquellos años: argumentaron los directivos, obedeciendo las ordenes de “arriba”, que el Hotel Casino de la Selva no estaba declarado como monumento artístico y por lo tanto no se podía aplicar la Ley Federal respectiva. Es más, añadieron que los murales y las obras de arte del Hotel ¡No tenían ninguna importancia¡ ¡Increíble! Por otra parte, la novela de Lowry se salvó e inmortalizó al mítico Hotel Casino de la Selva, desde cuyas terrazas, en aquellos días claros de las primeras décadas del siglo XX, se podía observar a los volcanes, el Ixtaccíhuatl (la mujer blanca, pero en traducción popular, la mujer dormida) y el Popocatépetl (el cerro que humea) podían verse como los grandes vigilantes de aquella magna geografía. ¿En qué pensó Lowry cuando vio a los volcanes? Quizá en que la belleza convive con el infierno, que él mismo creó y que vivió en aquel tobogán hacia la destrucción que fue su vida. Lowry murió alcoholizado en un pueblo inglés llamado Chalvington with Ripe, en un día del mes de junio de 1957. Fue enterrado en la Parroquia de San Juan Bautista.
Destinos trágicos: el de un escritor de la talla de Malcolm Lowry y el de una construcción de gran valor arquitectónico en la que el escritor escribió parte de su novela más importante. Para quien se interese, la biografía de Malcolm Lowry escrita por Douglas Day está publicada por el Fondo de Cultura Económica desde 1983. Por supuesto, es interesante la película que narra las últimas 24 horas del escritor inglés titulada Bajo el Volcán (1984), dirigida por Jhon Huston con Albret Finney como Geoffrey Firmin (Malcolm Lowry) y Jacqueline Bisset.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 25 de abril, 2022.
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