Partir en primavera
A Pipo y Brandy, compañeras en el caminar
La primavera al fin había llegado, los días soleados, los árboles reverdeciendo, algunos aún con el cambio de hojas. Los pájaros se percibían con gran algarabía, desde tempranito comenzaban a entonar sus bellos cantos.
Joaquina había recibido con mucho gusto esa etapa del año; una de sus orquídeas había florecido y era uno de los regalos más bonitos en su jardín. De los paisajes que más disfrutaba en primavera eran los atardeceres, los tonos rojizos que pintaban el cielo remarcaban la silueta de las montañas que contrastaban con el cielo azul celeste y unas pinceladas que le daban un toque sumamente agradable.
Sin embargo, en primavera también habían instantes grises, de los que normalmente no suelen dar buenas nuevas. Poli, una de sus perritas estaba muy enferma, el momento de partir no tardaba en llegar. Vinieron a la mente de Joaquina diversos instantes en los que Poli había disfrutado la época de la primavera, corriendo de un lado a otro, siempre tan libre e independiente.
Poli era distinta a las demás integrantes de la banda canina que tenía Joaquina, creció en el campo y solía ser un poco huraña. Joaquina agradecía que Poli le hubiera permitido acercarse a ella y a sus críos en las dos camadas que tuvo.
Siguieron llegando los recuerdos, las siestas que Poli tomaba en el pasto en pleno mediodía, las veces que se perdía en el campo, la familia pensaba que no regresaría y luego volvía a casa, siempre con ojos pispiretos y moviendo la cola, como en señal de ya estoy aquí. Si Joaquina intentaba acariciarla, Poli le mostraba los dientes, como una especie de sonrisa y se dejaba acariciar la quijada.
Cuando Joaquina llegaba a casa, Poli salía a su encuentro para darle la bienvenida, con esos llantos que denotan alegría; también estaba su compañía en las caminatas que Joaquina hacía por la tarde, tantos y tantos recuerdos, instantes y cariños compartidos. Ahora Poli estaba cansada, su mirada se había ido apagando poco a poquito. Era una guerrera y Joaquina así lo sentía y se lo hacía saber.
Partir no era fácil, dejarla partir tampoco. Sin embargo, muy en el fondo de su corazón y de su mente asomaba la frase ‘son los ciclos de la vida que uno tiene’. Joaquina agradecía la presencia de Poli en su familia y en su vida, era una integrante más y les había dejado muchos aprendizajes, ahora le tocaría partir en una de las estaciones más bonitas del año, partir en primavera.
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