La expropiación del petróleo en México
De no ser por una ceremonia llevada a cabo en el estado de Veracruz y un discurso de Fernando Noroña en el Congreso de la República, el aniversario de la expropiación petrolera en México hubiera pasado casi inadvertido. Signos de los tiempos. Fue el General Lázaro Cárdenas del Río quien firmó el Decreto por el cual y basado en el artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el petróleo hallado en territorio mexicano se constituía en propiedad nacional. El Decreto está firmado el 18 de marzo de 1938, a dos años del término del sexenio del General Cárdenas. Un abogado chiapaneco, Salmón González-Blanco fue el redactor de los documentos legales que justificaron constitucionalmente la expropiación. Sin duda, esa expropiación fue la decisión más importante que tomó el Presidente Lázaro Cárdenas.
La ocasión es propicia para recordar que la expropiación del petróleo en México fue el resultado de la articulación de varios hechos. En los discursos alusivos en cada conmemoración, no se habla de esos hechos a cabalidad. Recordarlos nos lleva a considerar la complejidad que rodeó a la expropiación petrolera y las consecuencias de la misma en áreas de la vida nacional que parecieran no tener relación alguna con aquella medida nacionalista del General Lázaro Cárdenas. Uno de los aspectos más interesantes es que en el aspecto religioso se suscitaron importantes acontecimientos. En efecto, el General Lázaro Cárdenas era un convencido de que en la historia de México, el llamado “clero político” de la Iglesia Católica ha jugado un papel siempre al lado conservador, como diría el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Al lanzar el Programa de la Educación Socialista en 1934, el General Lázaro Cárdenas alborotó a la derecha mexicana incluyendo al clero político en referencia. La llamada Guerra Cristera recién había terminado en 1929 y estaba fresca en la memoria nacional, ya no digamos en la del propio Presidente que como militar, peleó en contra de los sublevados. Cárdenas sabía del importante papel jugado por el clero político católico en la Guerra Cristera. Estaba también el auge en el sexenio del General Cárdenas del indigenismo, la política de aculturación inducida dirigida a las comunidades indígenas en pro de la forja de una “sociedad nacional” y fortalecimiento del nacionalismo desde el Estado. Pero también le presentó a una organización misionera evangélica la facilidad de acercarse para proponer un Programa Educativo dirigido a las comunidades y pueblos indígenas a tono con las políticas indigenistas. Con la Educación Socialista, el Presidente Cárdenas pretendía contar con un instrumento de transformación social más allá de las consecuencias pedagógicas propiamente dichas. El Presidente de la República buscaba una reestructuración a fondo de la sociedad mexicana para mitigar y en su caso, desaparecer, la terrible desigualdad social que nos sigue caracterizando. Eran los tiempos además, como lo comenté, en el que el indigenismo no solo gozaba de un gran prestigio sino que se extendía por toda América Latina, siendo México el líder en ese campo. Recordemos que en 1940, en los estertores del sexenio cardenista y consumada la expropiación petrolera, se celebró el Congreso Indigenista Interamericano en Pátzcuaro, Michoacán, que le dio un gran impulso a esa política asimilacionista con la que se buscaba crear una “sociedad nacional” como base de apoyo al nacionalismo y al Estado Nacional surgido de la Revolución Mexicana. En el contexto de ese planteamiento, se concebía a los pueblos indígenas como un obstáculo al nacionalismo y como sociedades que culturalmente no estaban preparadas para apoyar la modernidad del país. Quien esté interesado en este tema puede leer al teórico más importante del indigenismo latinoamericano, el antropólogo veracruzano Gonzalo Aguirre Beltrán. Sugiero su texto autobiográfico escrito con gran soltura literaria y franqueza: se titula El Pensar y el Quehacer Antropológico en México, editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en 1994. También: Andrés A. Fábregas Puig, El Indigenismo en América Latina, El Colegio de México, México, 2021 (Colección Historia Mínima). Y es justo en este contexto que cobró importancia la presencia del llamado Instituto Lingüístico de Verano, una organización de misioneros evangélicos fundado por William Towsend y que inició sus operaciones en México en 1935. Como se sabe, la expropiación petrolera causó reacciones de las grandes compañías y en ese contexto, Cárdenas encontró en William Towsend a un inesperado aliado. Lo admite el propio Towsend al escribir: “Una administración que tiene a su favor los más grandes adelantos materiales y morales en la historia de México, es obvio que podrá manejar cuarenta y dos millones de barriles de petróleo anualmente. Ciertamente que el problema no preocupa a los petroleros de Texas, pues tanto el Presidente como los trabajadores, han manifestado sus intenciones de traer petroleros independientes del otro lado de la frontera para que les ayuden…” (William Towsend, Cárdenas. Demócrata Mexicano, Editorial Grijalbo, México, 1954, página 260) .
¿Cómo fue posible que un Presidente como Lázaro Cárdenas, de probada honestidad y firme ideología de izquierda, permitiera la acción de una organización misionera como el ILV? La clave para comprenderlo es el contexto creado por la expropiación petrolera y la política indigenista. De nuevo, hemos de agradecer a William Towsend su franqueza al escribir: “La experiencia de la Wycliffe Bible Trasnlators ha demostrado que un gobierno antieclesiástico puede, sin comprometer su prestigio, aceptar a una organización de traductores de la biblia si esta tiene una contribución positiva, científica y cultural que hacer al país” (William Towsend, Introduction to the basic politics, WBT, USA, s/f, p.3) Y a ello hay que agregar que un personaje muy importante del indigenismo mexicano y cercano a Cárdenas, Moisés Sáenz era evangélico y simpatizante de la acción misionera de Towsend. Sáenz convenció a Cárdenas de que el ILV sería una organización central en la política indigenista, al trabajar las lenguas indígenas para preparar su extinción y convertir a los pueblos originarios en mexicanos ejemplares. Dice Towsend: “Brujería, asesinato, superstición, ignorancia, miedo y enfermedad desaparecen ante la Luz de la Palabra, el alfabetismo, la medicina y lo mejor del mundo externo. Los hombres tribales, antes perdidos en la corriente de vida de sus respectivas naciones, están siendo transformados por la Palabra.” (Wiliam Towsend, en M. Slocum y S. Holmes, editores, Who Brought the Word, WBT, Santa Ana, California, 1963, p.8). Y finalmente, el siguiente relato de Towsend: “Por cerca de una hora tuvimos el inimaginable privilegio de que estuviera en nuestros modestos locales el dirigente más importante del país (el Presidente Lázaro Cárdenas)…Nos aseguró que su gobierno iba a poner fin a la persecución religiosa. Cuando miró al jardín, preguntó con franqueza si los jóvenes que queríamos traer a México a traducir la biblia, podrían ayudar a los indios en la forma práctica en que lo estábamos haciendo. “Esto es justo lo que México necesita, dijo”. “Traigan a todos los que puedan conseguir” (William Towsend citado en Clarence W. Hall, “Two thousand tongues to go” En Revista Reader’S Digest, agosto de 1958, p. 4).
Lo anterior no desmerece la extraordinaria labor de Lázaro Cárdenas que hizo una Reforma Agraria profunda, radical, introdujo un tipo de educación de avanzada, procuró disminuir la desigualdad social, tuvo una actitud firme de rechazo al fascismo y acogió a miles de republicanos españoles que buscaron refugio en México al triunfar el golpe de Estado de Francisco Franco. Sin duda, Lázaro Cárdenas fue el Presidente más importante del México del siglo XX. Recomiendo el excelente trabajo de Ricardo Pérez Monfort, Lázaro Cárdenas. Un Mexicano del Siglo XX, 2 Tomos, Editorial DEBATE, Penguin Random House, México, 2018-2019. El capítulo de esta obra dedicado a la expropiación petrolera es excelente. Ver: “Lázaro Cárdenas, Presidente de México. Segunda Parte: 1938-1940”. En el Tomo 2 de la obra de Ricardo Pérez Monfort, pp. 193-268).
Así que expropiación petrolera, indigenismo e indoctrinación religiosa están en el mismo contexto de un México que entraba de lleno a la modernidad de la mano de la Revolución Mexicana. Justo con Cárdenas vivió el país los momentos culminantes del gran movimiento social que abrió el siglo XX. Justo terminando ese sexenio, se inició el desmantelamiento de la Revolución Mexicana desde los primeros momentos del régimen que encabezó el General Ávila Camacho, quien fuera Secretario de la Defensa Nacional en el sexenio cardenista.
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala. A 20 de marzo, 2022
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