Carlos Natarén, el rector que ha revolucionado la Unach

Cuando hace tres años, el doctor Carlos Faustino Natarén Nandayapa fue nombrado rector de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), no imaginé la transformación positiva que traería en la máxima casa de estudios de nuestro estado.

Tengo el privilegio de conocerlo desde hace más de veinte años, y sabía de su capacidad de trabajo, su inteligencia y su integridad, pero mis expectativas han sido superadas con su gestión, que ha revolucionado todas las áreas de la universidad.

El resultado de estos tres años de rectorado es realmente destacado. Carlos Natarén ha sido el mejor rector en estos 30 años en que me he desempeñado como docente, y quizá el mejor de toda la historia de la Universidad Autónoma de Chiapas.

Su gestión, lo sabemos, no ha sido tersa. Ha tenido que mostrar carácter y aplicar la ley cuando ha sido desafiado, y también ha tenido que aceptar errores, sobre todo con las demandas justas de las colectivas feministas.

En estos tres años hemos visto emerger un rector disciplinado, organizado, que sabe gestionar, que sabe negociar, que sabe conciliar, pero que tiene mano firme cuando se desbordan las exigencias y se tiñen de intereses políticos.

Falta un año para que concluya su rectorado, y debe ser un año de consolidación, de ambiente de trabajo productivo y conciliador. No tengo dudas de que así será, y que nuestra universidad tiene rumbo en medio de esta tempestad en que se mueven las instituciones de educación superior del país.

Aumento de la matrícula en la gestión del rector Carlos Natarén Nandayapa

El principal obstáculo para todo rector, además del académico, es sanear las finanzas. La UNACH ha tenido una historia de desencuentros con el dinero, por una política implantada de otorgar a las universidades apenas los suficiente para hacerlas funcionar. Por eso hay universidades públicas que han perdido patrimonio, que adeudan aguinaldos y prestaciones ligadas al salario.

Los rectores gozan en su mayoría de la facultad de contratar a amigos, conocidos y familiares como académicos, y no digamos para puestos administrativos y de confianza. El actual rector entendió que transitar por esa ruta era encaminar a la universidad al desbarrancadero, y se ató las manos en nuevas contrataciones, con una reforma a la Ley Orgánica que establece que los contratos para profesores de tiempo completo deben surgir de concursos de oposición.

No es fácil tomar esta decisión, cuando tradicionalmente los rectores decidían a quiénes convertir en académicos de la universidad, y no era raro, que, en ese manejo turbio, los dirigentes sindicales cobraran su cuota en contrataciones. Solo de cuando en cuando aparecía un concurso de oposición, que debía ser la única ruta para contar con nuevos profesores-investigadores.

Esta voluntad por renovar a la academia ha sido reconocida por diferentes instancias, y el rector ha sido claro al mencionar que sin el apoyo de dependencias federales, pero sobre todo de Gobierno del Estado, la deuda actual de la Universidad Autónoma de Chiapas rebasaría los cinco mil millones de pesos.

Hay varias universidades públicas, como lo ha dicho recientemente el maestro Jaime Valls Esponda, titular de la ANUIES, que están en bancarrota. Por eso, es una noticia excelente que nuestra universidad haya enderezado el camino financiero, que se hayan finiquitados los adeudos pendientes con el ISSSTE, el Fovissste y el SAT.

Y también, que haya cambiado la rutina por la creatividad y el orden, con un equipo sólido y brillante, integrado, entre otros, por  la secretaria general, María Eugenia Culebro; la secretaría académica, Guillermina Vela; la directora de investigación, Guadalupe Rodríguez Galván; el director de planeación, Iván Espinosa; el secretario  identidad, Arcadio Zebadúa, así como muchos colaboradores, personal administrativo y docente, abocados a lograr la excelencia académica en este rectorado.