La irreverente Estrellita de Oriente
En 1981 empezó a circular en Tuxtla Gutiérrez La Nueva Estrella de Oriente, un periódico fundado por el médico y político panista Valdemar Antonio Rojas López. El cabezal, más que una innovación era una provocación al haber sido retomado de La Nueva Estrella de Oriente, una publicación manuscrita creada por Romualdo Orantes Moguel (1881-1956) en 1923, la cual circuló durante más de 30 años.
En ese singular periódico, don Ruma, como era conocido, se desempeñaba como reportero, articulista y distribuidor. Con letra menuda y sintaxis enrevesada, este periodista redactaba cinco o seis ejemplares, de los cuales se rescata con claridad apenas el título, La Nueva Estrella de Oriente, y el subtítulo, “Las gaviotas del héroe”. Un personaje así, evidentemente estaba peleado con la realidad, como dijera mi amigo Héctor Cortés Mandujano. De acuerdo con Hipólito Rébora, don Ruma estuvo internado en el Manicomio General de La Castañeda en la Ciudad de México. Después de recibir el alta médica, regresó a Tuxtla, en donde se estableció como comerciante de costales de ixtle, alfombras y colmenas. Se entusiasmó entonces por la política. Participó primero como candidato a la presidencia municipal y después como candidato al Senado de la República, pero perdió en ambas contiendas. Se dijo víctima de políticos corruptos y decidió dedicar su vida a exhibirlos a través de las páginas de un periódico.
Debido a la falta de imprenta y de dinero, optó por lo más elemental: publicar su periódico de forma manuscrita. A esa tarea descomunal se dedicó de 1923 a 1955. Si bien su intención era firme de criticar y transparentar al naciente sistema político mexicano, falló al plasmar sus pensamientos. Sus párrafos eran ilegibles, confusos, inacabados. Se convirtió en uno más de los personajes estrafalarios que deambulaban en la ciudad de Tuxtla de la primera mitad del siglo XX, pero a diferencia de muchos, en lugar de pedir dinero repartía gratuitamente ejemplares de La Nueva Estrella de Oriente.
Casi al final de su vida, don Ruma tuvo una fama fugaz al aparecer en las páginas de la revista Impacto, que dirigía Regino Hernández Llergo. La autora del reportaje, Marcelina Galindo Arce, retrató al creador de La Estrellita como un periodista comprometido con sus lectores, lúcido, coherente y sumamente honesto. Prueba de ello, escribió, es que cuando le pidieron que posara para una fotografía en donde simulaba que escribía, respondió que si en verdad querían verlo en la faena informativa que regresaran cuando él redactaba sus artículos periodísticos. “Lo otro sería mentir fotográficamente”, afirmó.
Aunque debió escribir unas once mil ediciones de La Estrellita, apenas sobreviven unos cuantos ejemplares en bibliotecas particulares y públicas. En la Hemeroteca Fernando Castañón Gamboa de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas se conservan siete ejemplares, fechados en 1949, los cuales están numerados. El 9045 es de fines de ese año, por lo que se deduce que su autor debía para entonces haber publicado La Estrellita diariamente durante más de 25 años. Para 1956, fecha en que falleció, debió de alcanzar las 11 mil ediciones.
No obstante la ilegibilidad y falta de coherencia de sus textos, a partir del reportaje de Impacto, varios escritores e intelectuales empezaron a ver en don Ruma al arquetipo de periodista, no por lo que escribía, sino por la forma en que vivía y concebía el periodismo: de honradez absoluta, en un momento en que los periodistas eran catalogados como progobiernistas, corruptos, subastadores de noticias e incluso como una “de las plagas de Chiapas, al lado de pordioseros, aboneros, explotadores y saqueadores”.
Cuando en 1981, Valdemar Antonio Rojas López decidió incursionar en el periodismo, la situación seguía siendo muy parecida a la que había vivido don Ruma: la mayoría de los periodistas eran voceros del gobierno y el abultado número de periódicos no garantizaba pluralidad ni calidad informativa. Así surgió nueva Estrellita, un periódico al que en alguna ocasión le dedicaré un espacio.
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