Reformar el pensamiento para aprender a vivir
… Enseñar a vivir en nuestro tiempo,
que también es el de internet, en nuestra civilización
en la que tan a menudo nos hallamos desarmados
e incluso instrumentalizados, en nuestra era
a la vez antropocena desde el punto de vista
de la historia de la tierra y planetaria
desde el punto de vista de las sociedades humanas.
Edgar Morin
¿Por qué dice Edgar Morin que hay que aprender y enseñar a vivir en la era del antropoceno e internet? ¿acaso no lo estamos haciendo?, interrogantes que interpelan al pensamiento y son pretexto de está reflexión. El punto de partida es el lugar desde el cual nos colocamos frente a la realidad, para comprenderla e interpretarla; espacio y territorio que nutre al pensamiento y subjetividad; permite conocer y reconocer las dimensiones de la realidad en las cuales desplegamos y realizamos las actividades cotidianas que, en la mayoría de las veces, devienen en actos mecánicos y rutinarios.
Vivimos -eso creemos- amparados por destinos manifiestos inevitables, en los cuales ocultamos nuestros miedos e incertidumbres, de un presente y futuro incierto. Son las deidades metafísicas a quienes agradecemos y/o suplicamos nos otorguen las bienaventuranzas de los actos de la vida; nos subordinamos a una voluntad ajena a la nuestra. Así transcurre el tránsito terrenal.
Noah Harari señala que en los tiempos inmemoriales (14 mil millones de años), materia, energía, tiempo y espacio provocaron el Big ban; al conglutinarse en estructuras complejas originan a los átomos y moléculas, base de los organismos y especies, que evolucionaron a un ancestro común: género y familia, hasta llegar al Homo Sapiens que alcanza la cima (antropoceno) de las especies con las cuales comparte muchos de sus cromosomas.
Esta historia, desconocida por la inmensa mayoría de la población, es negada por los grandes relatos de las tres religiones monoteístas. Para ello, el origen y destino de la vida está en los dogmas de fe y en una deidad y voluntad metafísica suprema.
Maturana, por su parte, dice que no es cierto que los seres humanos sean racionales por excelencia. Somos, como mamíferos, seres emocionales que usamos la razón para justificar u ocultar las emociones en las cuales se dan nuestras acciones.
El modelo de producción capitalista nos ha cosificado y transformado en objetos y mercancías, sujetos a la oferta y demanda del mercado y consumo frenético. Este tiempo que nos tocó vivir está cada vez más sometido y subordinado a la tecnología y sus dispositivos digitales que han conducido a un aislamiento y narcisismo que consume gran parte de nuestro tiempo; a una realidad ficticia y vacía de contenidos, que deja de lado a los sueños y anhelos. A pesar de que somos seres gregarios, predomina cada vez más el individualismo y la falta de solidaridad. Recuperemos a Morin quién convoca repensar la función y misión de la enseñanza y lo que es enseñado. Releamos a Rousseau y su idea de enseñar a aprender a vivir.
Pero también aprendamos y enseñemos a pensar, para afrontar problemas vitales como la comprensión humana, el error y la ilusión del conocimiento parcial y las incertidumbres de la existencia que debe potenciar la educación.
Aprendamos de las experiencias vividas en la escuela y fuera de ella, de los libros leídos y por leer, la poesía, el cine, la música y las artes escénicas. Sin duda, pensar, leer y escribir son necesarios para vivir, pero no lo suficiente.
Comparto este poema que escribí, a propósito de este tema.
Miedo a vivir
La comodidad de hacer lo mismo,
de repetirse hasta el infinito
impide pensar
y vivir.
La terca costumbre de
ser y hacer lo mismo: vegetar
y sobre/vivir, sin sueños
ni anhelos.
El que argumenta que
no tiene tiempo,
para pensar y hacer otras cosas,
tiene miedo de vivir
de otra manera, en libertad.
El que queda atrapado
en sus miedos atávicos
y vive en la sumisión
voluntaria y espera
que su vida la oriente
y resuelva una voluntad
Suprema, metafísica.
El que se aferra a hacer
lo que otros dictan
con su falsa moral.
Es tiempo de romper con
esa irresponsabilidad
de ser los mismos.
Recuperemos
los sueños
y re/construyamos
la vida,
porque no hay otra
y está se va consumiendo
inapelablemente.
La educación formal en sus diferentes tipos y niveles, nos enseña conocimientos, pero no su naturaleza y la lógica de su construcción. Nos saturan de información. Desaprendamos lo aprendido, descolonicemos el pensamiento, para recuperar la autonomía y la libertad de pensar y aprender a vivir sin miedos ni ataduras.
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