De nacionalismos y variedad cultural
El mes de septiembre enciende las pasiones nacionalistas en México. Respecto a lo que pasó durante el siglo XVI en lo que es actualmente México, siguen las versiones de que todo se consolidó con la caída de la Huey Tenochtítlan. Recordemos que no existen los acentos agudos en Nahuatl y que al acentuar palabras como Coyoacán estamos alterando la pronunciación correcta: Coyoacan. Igual sucede con Tenochtítlan. Esta palabra es muy interesante. Tenoch es el nombre del líder mítico, de origen chichimeca, que conduce a los Mexicas o Aztecas desde la Huey Chichimeca Tlapan hasta el Anáhuac (Cuenca Lacustre de México) en donde finalmente se instalan y fundan la Huey Tenochtítlan, “La Gran Tenochtitlan”. Ti es un conectivo sin significado pero básico para la pronunciación de la palabra y Tlan es “Tierra” en el contexto en que está escrita, porque también denota abundancia, como en la palabra Tetlatitlan, “Pedregal”. Tenochtitlan es la “Tierra de Tenoch” o “El Lugar de Tenoch”. Y todas las fuentes de información de que disponemos hasta este momento, indican que la Ciudad de Tenochtitlan era el centro político, económico y cultural de lo que podríamos llamar un “Imperio” que dominaba una porción vasta de territorio, incluyendo la zona lacustre. No leo aún el reciente libro de Pedro Salmeron publicado por el Fondo de Cultura Económica dedicado al análisis de la caída de esa gran Ciudad, pero con la información que tenemos hasta este momento es posible afirmar que con sólo los hombres que venían con Hernán Cortés, hubiera sido imposible derrotar al ejército Mexica. Necesitaron los castellanos de establecer una alianza con Tlaxcaltecas (que también son chichimecas), con los Chalcas, con los Texcocanos y con otros grupos más pequeños de habla náhuatl asentados alrededor de la zona lacustre. Una vez que la Huey Tenochtitlan fue tomada se abrió la frontera, el frente de expansión, hacia el norte y el occidente, y en ese contexto debe entenderse la resistencia de cerca de 200 años que opusieron los chichimecas. ¿Por qué no se escribe sobre ello? Una de las respuestas es por el peso del nacionalismo, que inicia con equiparar a la Huey Tenochtitlan con el actual México. Falso. Habrá que insistir que con la implantación del régimen colonial, con todos los oprobios que conllevó, se inició la forja de México como Nación y en ello tuvieron una parte muy activa los Chichimecas. Agradezco el extenso comentario de mi amigo y colega Pedro Tomé, estudioso de los Chichimecas, que me envió a propósito de lo que escribí en Chiapas Paralelo sobre la Rebelión de Xochitepec. Por la importancia de ese comentario, me permito citar a mi amigo: “…planteas la necesidad de una reconstrucción del Estado Nacional. Algo semejante, de formas diferentes, vivieron muchos países europeos tras la segunda guerra mundial y, en el caso de España, en las dos últimas décadas, a partir de la incorporación de los excluidos de la historia. Más allá de la visión de los vencidos, propones y estoy de acuerdo, una reelaboración de la historia de forma tal que incluya también los episodios que se han querido olvidar para generar el actual Estado de las cosas”. En efecto, el Estado Nacional ha tenido éxito en que se escriba una historia en donde están excluidos los chichimecas y la población de origen africano. Por supuesto que los Mexicas resistieron y no bajaron las manos hasta que fue imposible parar la embestida de aquel ejército compuesto en su mayoría por sus enemigos locales. Pero como lo apunta Pedro Tomé, nos conduce a tomar en cuenta que los nacionalismos son enemigos de la variedad cultural porque de lo que se trata es de fortalecer al Estado. Lo complejo aquí es que hay que diferenciar a la Nación, pluricultural, con el Estado regido desde un interés que implica la uniformidad para sostenerse. La Nación es plural y el Estado debería incluir a toda la variedad. No hay una sola manera de “ser mexicano”, sino muchas. Y eso no va en detrimento de la comunidad política que es el México actual. Creo que el embrión de esa comunidad política se gestó en la gran alianza que logró Tenamaxtle, claramente contra colonial, aunque en aquellos tiempos no se expresara así. Noto al respecto una tendencia, todavía tímida, en América Latina para instalar el Estado Plurinacional, es decir, dar cabida a toda la pluralidad cultural que configura a una Nación en concreto. Así está sucediendo en Ecuador y en Bolivia. Probablemente se inicie en el Perú con el nuevo gobierno. Por supuesto, habrá que distinguir los contextos del nacionalismo, diferentes en términos de Europa y de lo que es actualmente la América Latina o Nuestra América como propone José Martí. En efecto, los contextos son diferentes: Europa Occidental forjó los nacionalismos en el contexto de la consolidación del capitalismo y el Estado Nacional en momentos de desplazamiento del sistema feudal, con fronteras bien delimitadas, desde las que se lanzó al mar fragmentada en Estados Nacionales. El colonialismo fue el medio para difundir al capitalismo en el mundo, producir la “globalidad” y extraer los recursos naturales de infinidad de territorios para saciar la sed de riqueza de unos cuantos. Sigue siendo lo que se llama “extractivismo” la característica fundamental del colonialismo, ahora operando en otros contextos. Los nacionalismos de esta parte del mundo, nacieron con el Estado controlado por las elites que se forjaron durante los periodos coloniales, elites que excluían a la población llamada “originaria”, los pueblos indios. Creo que deberíamos aprovechar este mes de septiembre para celebrar la comunidad política que es México, surgida de las luchas contra coloniales, pero también abrir las puertas a la variedad cultural del país, a los modos diferentes de ser mexicanos, a la fraternidad universal de los pueblos y a redoblar la lucha contra la desigualdad social que nos agobia. Como bien me escribió Pedro Tomé: “Es casi imposible encontrar un mapa general de México en el que venga indicado cuál es el Cerro del Mixtón y, por supuesto, no hay más que un símbolo material que evoque a los chichimecas y a Tenamaxtle (además de Nochistlán hay otra escultura en Guadalajara) y algunos nombres sueltos acá y allá, pero poco más”.
Celebrar la Independencia y la Forja de la Nación Mexicana debería ser un momento de celebración de la variedad cultural del país y reconocer que esa es su fortaleza mientras la desigualdad social es su peor característica.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 5 de septiembre de 2021.
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