“Alerta, alerta, alerta que camina, la tragedia por América Latina”
En efecto, la independencia de Haití iniciada el 22 de agosto de 1791 y culminada el 18 de noviembre de 1803, siete años antes del inicio del movimiento independentista en México, significó el final del colonialismo francés en la añeja colonia de Saint-Dominigue, actualmente Haití. Con ello, se abolió la esclavitud justo en el año nuevo de 1804, mientras los franceses ocupaban la parte de la isla que es hoy Santo Domingo, invadiendo, además, territorio colonial español. Ese mismo año, el General Jean Jacques Dessalines al mismo tiempo que proclamaba la independencia del nuevo país, se erigía como Emperador. No fue él quien inició y guio a la población haitiana hacia la independencia sino un líder legendario llamado Toussaint L’Ouverture, quien en realidad estableció la primera república de origen Afro en lo que es hoy El Caribe y América Latina. Pero justo con el autoproclamado Emperador inicia Haití un camino que no termina, de gobiernos dictatoriales, con breves períodos democráticos, que siempre terminan en tragedia como el más reciente que culminó con el asesinato del Presidente electo en las urnas, Jovenel Moise, el 7 de julio del presente año. Incluso, recordemos los gobiernos terribles de “Papa Doc” y de su hijo “Bebe Doc” que marcaron épocas sangrientas, criminales, de historias tétricas protagonizadas por los matones de los dictadores conocidos como “Tonton Macoutes”. En este momento, la tragedia latinoamericana y caribeña expresada en las impresionantes cantidades de personas que migran, se estacionó en Tapachula, Chiapas, con más de 60,000 haitianos que desesperados buscan en donde vivir. Cada vez que Haití nos llama la atención porque el país es escenario de tragedias naturales y humanas que se articulan, cual algún plan siniestro, vienen a mi memoria los nombres de amigos entrañables, colegas, haitianos como Gerard Pierre-Charles, Susy Castor, Jean Casimir o Guy Pierre, con quienes, y bajo la batuta de Guillermo Bonfil y Gerard Pierre-Charles fundamos el Comité Mexicano de Solidaridad con Haití. Días aquellos en que pensamos en la viabilidad de una América Latina, de un Caribe, libres, prósperos, ajenos a la terrible desigualdad social que caracteriza a nuestras naciones. Hoy América Latina y naciones de El Caribe como Haití, son el escenario de las consecuencias dramáticas de la desigualdad social. Contingentes enormes salen de Honduras, Guatemala, El Salvador, por ejemplo, buscando un lugar en donde vivir, ahogados por la imposibilidad de hacerlo en las tierras en donde nacieron. En Chile, en los confines de América del Sur, la población sale a la calles y se enfrenta con los migrantes. En Tapachula, según las imágenes que transmiten los noticieros, la ciudad está colapsada debido a la enorme cantidad de personas que están allí estacionadas, esperando y desesperando, cuál será su destino. La tragedia es de proporciones inimaginables y alcanza a los niños, a miles de ellos. Mientras el Imperio regula la entrada de lo que para ellos es “mano de obra” ese “ejército industrial de reserva” que caracteriza a los “mercados libres” de trabajo. Que impresionante que la desigualdad social sea funcional al proclamado sistema del “mundo libre”.
Pareciera, como decíamos hace años con Saúl López de la Torre, que América Latina no está en posibilidades de resolver sus problemas. Para aclarar semejante suposición necesitamos investigaciones pertinentes de las ciencias sociales y más, si vienen de los colegas que viven en Chiapas o en Centroamérica. En el Istmo Centroamericano avanza la ola autoritaria. Ello hará engrosar a los contingentes de emigrantes. Hoy aparece con mayor claridad aquella propuesta que hicimos desde los lejanos días de 1983-1985: Todo México es Frontera. Y sino, habrá que preguntar a los miles y miles de migrantes estacionados en Tapachula, Chiapas, si no experimentan a nuestro país como una larga y peligrosa frontera que hay que rebasar para llegar a la supuesta tierra que mana “leche y miel” y en vez de ello, encontrar a las patrullas fronterizas que destilan hiel y reparten palos y balas. De qué proporciones tan descomunales es la emigración que incluso Kamala Harris, Vice Presidenta de los Estados Unidos, ha levantado su voz para advertir la tragedia. Franca o no su opinión, allí está, y uno esperaría que tenga consecuencias y sirva para buscar una solución pausible a esa tragedia humana que recorre a El Caribe y América Latina. No es con llamados a la bondad, a la misericordia, que se resolverá-si es que se resuelve-el drama del que hablamos, sino con medidas eficaces contra las causas y no sólo contra los efectos. Es toda América Latina la que camina. Y eso sucede en un contexto de desorganización, de desunión, con organismos como el CELAC que no llegan a tener peso o como la OEA que está al servicio “de ya saben quién”. En un contexto así la tragedia se magnifica y evidencia los profundos problemas de convivencia humana que son el costo para que unos cuantos sigan acaparando recursos y riquezas. ¡Vaya irracionalidad! Pero esa es la “racionalidad” de la globalización actual y de su contexto económico sostenido por la desigualdad social. Planes van y vienen para detener el flujo que no cesa y eso mismo hace dudar seriamente de si esos planes en verdad buscan aminorar la desigualdad y erradicar las condiciones infrahumanas de vida de millones se seres humanos que viven en estas latitudes. Las preguntas están abiertas: ¿hacia dónde conduce la desigualdad social a Latinoamérica y El Caribe? ¿Existen posibilidades reales de por lo menos mitigar la desigualdad social? ¿Cuál es el futuro cercano de esta parte del mundo? ¿Qué respuestas podemos obtener de las Ciencias Sociales y qué posibilidades reales de que se apliquen los resultados de la investigación?
Ajijic. Ribera del lago de Chapala. A 26 de septiembre de 2021.
P.D. Ayer, 25 de septiembre, asistí a la inauguración del Museo Comunitario de Tlayacapan, un poblado vecino de Ajijic. Hacía tiempo que no presenciaba una ceremonia popular, con bendición de los locales por parte del sacerdote pueblerino, los discursos alusivos a la identidad local, los bailables de los conjuntos locales que celebran al Charro, la cantante local que hizo cantar al público con el mariachi y el presídium desde el que observé todo el desarrollo de estas celebraciones que son básicas para la sobrevivencia de los poblados que están bajo la amenaza de los fraccionadores y de la extensión urbana de las mega metrópolis como Guadalajara. Cuándo, sorprendido, escuché que se me llamaba para ocupar un lugar en el Presídium, atiné a preguntar por qué y me respondieron: porque es usted antropólogo. ¡Vaya responsabilidad!
En la madrugada del 27 de septiembre murió en Ciudad Juárez el Dr. Pedro Siller, chiapaneco, radicado en el norte del país en donde fue reconocido como un historiador que contribuyó al desarrollo de las ciencias sociales en aquellas latitudes de México. Descanse en paz y mis condolencia a sus familiares y amigos.
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