Alaíde Foppa: “El feminismo es necesario, pero no suficiente”
Recordar puede ser un acto de rebeldía. No idealizar las cosas también. En su programa radiofónico (“Foro de la Mujer”, Radio UNAM, número 8, 1975), Alaíde Foppa se refirió a la Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada ese mismo año en Ciudad de México, como un encuentro particular debido a que, por primera vez, hubo representación de mujeres en cada una de las delegaciones. En aquella época, en los congresos de antropología, de medicina o de ciencias sociales, las mujeres representaban todavía una muy pequeña minoría, por lo que un congreso de mujeres era más que necesario para que todos los países fueran representados por mujeres y para que las mujeres constituyeran la mayoría.
Algunos términos del feminismo, aparentemente obvios, a veces no se entienden bien, por lo que Alaíde utilizó el programa de radio para aclarar nociones como igualdad, es decir, la igualdad de derechos de las mujeres “respecto a los ancestrales derechos de los hombres”. La igualdad “fue la primera bandera del feminismo”:
“en el curso de dos siglos o más bien de nuestro siglo y, aún más, en el último medio siglo, la mujer ha obtenido el reconocimiento de muchos derechos legales y políticos empezando por el famoso voto por el que tuvo que librar tantas batallas y, sin embargo, la sociedad, en ningún país del mundo, le da a las mujeres las mismas alternativas que al hombre, aún cuando las leyes le otorguen iguales derechos. De ahí que siga siendo justificada la lucha por una verdadera igualdad”.
A más de cuarenta y seis años de aquel evento histórico, ¿habrá cambiado algo? Las luchas por la igualdad de derechos en todos los campos (educación, trabajo, política, justicia, salud, economía, propiedad de la tierra, trato familiar, vida cotidiana, entre otros) han continuado, pero lo cierto es que las desigualdades persisten y la situación de las mujeres no es la misma en todos los países y regiones y, por supuesto, no es la misma para todas las clases sociales, ni para todos los colores de piel. En ese sentido, Alaíde Foppa expresó:
“El feminismo se justifica si tiende a disminuir una desigualdad, pero sería pedirle demasiado
que acabara con todas”.
Según el pensamiento de Alaíde, no se trata “de establecer preminencias, hay que ir haciendo lo que se pueda”. Así que para quienes tienen curiosidad, incluso para las feministas convencidas como Alaíde, los movimientos liberatorios de las mujeres no servirán de nada, si no existen procesos emancipatorios más amplios, para los cuales son necesarias otras luchas como la anti-colonialista, anti-racista, antihomo y antitransfóbica, entre muchas otras.
En el mismo programa radiofónico, Alaíde Foppa mencionó que “Gisèle Halimi [abogada franco-tunecina] dijo aquí el año pasado este propósito: ‘el socialismo es necesario, pero no suficiente’”. Al aire, Foppa complementó esta posición y dijo:
“El feminismo es necesario, pero no suficiente”.
Si la igualdad fue una de las primeras banderas del feminismo, cuando se empezó a hablar de igualdad política y jurídica entre los hombres y las mujeres, hoy se requieren muchas otras banderas. Alaíde dijo: “las mujeres no son peores que los hombres, pero tampoco son mejores”. Se necesita ir más allá de las nociones tradicionales de la masculinidad y feminidad para no esperar que “las virtudes femeninas salven al mundo por si solas”, que reflexionemos en que “las mujeres no constituyen una clase aún cuando sean un sector marginado” y que desde clase a la que pertenecen, pueden ser también “opresoras y explotadoras de otras mujeres”.
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