Martha Sánchez Néstor: una historia de éxito desdeñada por el desprecio del sistema de partidos políticos
El 30 de julio de 2021 murió Martha Sánchez Néstor, la noticia corrió a una gran velocidad, su nombre rápidamente inundó las redes sociales. Era una mujer muy conocida, con un gran prestigio, referente de las luchas indígenas de México y de América Latina. Mujer originaria Nancue Ñomndaa (amuzga) del estado de Guerrero, era una distinguida activista, feminista, con un liderazgo reconocido a nivel global. Recibió importantes premios y reconocimientos y fue con frecuencia oradora principal en foros de la Organización de las Naciones Unidas, en Ginebra o Nueva York. Era la voz de las mujeres indígenas y una estadista en la propuesta de soluciones en políticas públicas, fundadas en derechos, con perspectiva de libre determinación, género e intercultural, que tejía con maestría.
Martha Sánchez Néstor derrumbó muchos muros del racismo y discriminación que históricamente ha impedido a las mujeres indígenas a ejercer su derecho a vivir con justicia y dignidad, fue más allá de las barreras y los impedimentos que se han levantado a las mujeres indígenas en una sociedad racializada.
Su fuerza y autodeterminación pudo con todos los obstáculos, menos con uno, el muro de la exclusión política, el del monopolio de los espacios de poder y representación del país que han capturado los partidos políticos, quienes han patrimonializado la representación ciudadana, violentando el derecho humano a la representación política indígena, que Martha reclamó con energía.
Pese a todas las credenciales de las que Martha era portadora por su trayectoria exitosa, sin embargo el sistema político no la aceptó, negándole una candidatura como representante en la Cámara de Diputados, a la que ella aspiro y por la que luchó, cuyo desenlace se relata en esta contribución.
El día de su muerte, en la madrugada del 30 de julio, el Pleno del Senado de la República que se reunía de forma extraordinaria, convocó a una sesión solemne invitando a guardar un minuto de silencio en su memoria. Las y los representantes de los partidos se lamentaron su partida, expresaron emotivos discursos e hicieron una guardia de honor en su memoria.
Sin embargo, este homenaje a Martha Sánchez en el Senado de la República, merece otra lectura, fue, en realidad, un ritual de una nación hipócrita, racista, que cíclicamente realiza sus propias purificaciones para legitimar la blanquitud de un Congreso que no permitió el ingreso de Martha, como una ciudadana indígena, que había reclamado su derecho a estar, fundado en el ejercicio de una Acción Afirmativa Indígena, pero que le fue negado.
Así, aunque la muerte física de Martha Sánchez ocurrió el 30 de julio de 2021, previamente otras muertes se habían producido que desencadenaron los sucesos.
Martha Sánchez Néstor, una historia de éxito
“ ‘A mí me sirvió mucho ser trabajadora del hogar con una sobrina de Rubén Figueroa Alcocer, ahí conocí el ejercicio del poder, el sometimiento; ella era la señora de la casa y mandaba. Ahí aprendí que no podía vivir obedeciendo las órdenes de nadie. Tenía 16 años. Si tienes sumisión no tienes voluntad.”
Lucía Lagunes Huerta, “Martha Sánchez Néstor, unión de dos identidades: indígena y feminista. Transgresoras”, en Cimacnoticias, México, DF., 25/02/2014
Martha Sánchez tenía una especial seducción por la política nacional, ella quería ser diputada federal. Son numerosas las publicaciones que recogieron testimonios de su vida que transparentaban el perfil de una mujer política, como hacedora de políticas públicas de alcance nacional, tejedora de puentes, con innovación en sus propuestas.
La vida de Martha Sánchez está ampliamente documentada en numerosas entrevistas que generosamente compartió, en donde habló con franqueza y transparencia, consciente de lo que significaba su liderazgo, y que ella ya estaba marcando un camino inédito, al mismo tiempo que estaba dejando una herencia como un legado para las jóvenes generaciones.
En los relatos de su vida se lee que un evento que marcó esta trayectoria, fue su ingreso como trabajadora en el Instituto Estatal Electoral de Guerrero, en 1992, cuando apenas había cumplido 18 años, y desde allí comenzó a admirar la figura de las diputadas, mujeres empoderadas, que la deslumbraban. Desde ese lugar comenzó a pensar en el camino político como su ruta de vida, que pudo haber sido la de los partidos políticos; pero otros eventos la condujeron hacia candidaturas ciudadanas.
En 1994 se quedó sin empleo, y alguien le comentó de una oferta laboral para ocuparse del trabajo secretarial en el Consejo Guerrerense 500 años de Resistencia Indígena (CG500A) y solicitó el trabajo. Pronto tuvo una inmersión empática con su empleador, al que antes no conocía. La organización preparaba una marcha que partiría el 19 de febrero a la ciudad de México para adherirse al levantamiento armado del EZLN, y ella debía de participar. Con la máquina de escribir en mano para cumplir con su oficio de escribana de las minutas y oficios, caminó los 275 kilómetros bajo el sol, con escaso alimento y sin hospedajes, más que los cobijos de los árboles.
Allí tuvo otros aprendizajes de vida: “‘Es en esa marcha donde me reencuentro y reencuentro a mis compañeros de las comunidades indígenas de la región. En 13 días que duró la marcha aprendí muchas cosas, porque entraba a los círculos de liderazgo de los indígenas, a marchas y cabildeos internos, o con los gobiernos estatales o municipales que trataban de evitar la llegada de la marcha a la capital del país (…) A partir de ahí me reencontré con otro mundo. Ese fue el momento [en] que llego a la participación como mujer y me reivindico como mujer indígena a pesar de que (algunas autoridades) me acusaban, a mis 20 años, de participar con la guerrilla al apoyar al EZLN’ ”. (Vergara, Rosalía, “Martha Sánchez Néstor: reivindicación indígena”, Proceso 27 de diciembre, 2011)
Meses después, acompañaría a los liderazgos masculinos del CG500A a sus incursiones a Chiapas, a la Selva Lacandona y tuvo sus primeros encuentros con otras mujeres indígenas que, igual que ella, ingresaban al activismo social, y que fueron marcando su vida. Desde aquí, muy temprano, fue procesando la teoría feminista de la que se alimentaría y las habilidades que desarrollaría en su vida profesional como activista de izquierda: perspectiva de derechos; horizontes de justicia; oficio político en la apertura de diálogos; negociadora, autonomista, gestora y feminista. Reivindicando siempre su legítimo derecho a exigir, cosa que hizo siempre de manera propositiva e inteligente, para avanzar, e ir más allá de las cosas dadas o normalizadas.
Desde la plataforma del CG500A dio inicio a la construcción de una agenda de las mujeres indígenas por la ruta de la autonomía, como un camino propio, y lo hizo desde su comunidad. Fue fundadora del Consejo de la Nación Amuzga Ñe’ cwii ñ’oom AC y de la cooperativa de tejedoras Flores de la Tierra Amuzga. Cargada con esa energía participó en la “Mesa de Derechos de las mujeres”, que se instaló en San Andrés Larráinzar y que luego conducirían a la firma de los Acuerdos de San Andrés y a la integración del Congreso Nacional Indígena, cuya primera asamblea se realizó el 12 de octubre de 1996.
Para entonces, Martha ya tendría otras credenciales, como la de la Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía (ANIPA). El 12 de octubre de 1996 el Congreso Nacional Indígena se constituye de manera formal en la ciudad de México, actividad en la que participó la Comandanta Ramona, con quien Martha y otras compañeras tuvieron oportunidad de interlocutar.
Un año después, en agosto de 1997, 400 delegadas de 23 pueblos indígenas del país se reunieron en el primer Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas, con la participación de la Comanda, dando nacimiento a la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas (CONAMI), colocando la semilla desde donde se erigiría el puntal del cimiento más sólido del naciente movimiento de mujeres indígenas en el país; articulándose de inmediato con el Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (ECMIA), que se había formado en Quito, Ecuador, en 1995, en vísperas de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing), y desde allí tejer hacia otras ramificaciones globales.
En este contexto, en 1998, mujeres del CG500A realizaron su primera reunión que conduciría a la articulación con otras mujeres de organizaciones campesinas e indígenas en el estado, que condujeron a la formación de la Coordinadora Guerrerense de Mujeres Indígenas, según lo relata la misma Martha Sánchez en las distintas publicaciones de su autoría. Siendo la escritura y la construcción de textos académicos, un reto adicional que se propuso y que superó, al interpelar a la academia a producir textos colaborativos, aceptando la diversidad de las epistemologías Otras (Sánchez Néstor, Martha y Karina Ochoa Muñoz, “Origen y perspectivas de la Coordinadora Guerrerense de Mujeres Indígenas”, Programa Universitario México Nación Multicultural, UNAM, 2009).
Para avanzar en las propuestas que apuntalaba, estaba en una permanente formación individual, pero también colectiva. Fueron muchos los procesos de formación de liderazgo que abrió e impulsó, cambiando la vida de las mujeres indígenas participantes. Por ejemplo, fue la coordinadora durante varios años del Programa de Mujeres Indígenas del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, así como el referente nacional del Diplomado para el Fortalecimiento del Liderazgo de Mujeres Indígenas en América Latina, entre otros muchos procesos formativos que impulsó.
Para el año 2012 Martha Sánchez Néstor era ya una de las líderes políticas más visibles del movimiento de mujeres indígenas en el país. Había sido la Coordinadora Nacional de la Asamblea Nacional Indígena ANIPA; había fundado la Coordinadora Guerrerense de Mujeres Indígenas, el Grupo Plural por la Equidad de Género y el Adelanto de las Mujeres en Guerrero, era la Coordinadora de la Alianza de Mujeres Indígenas de México y Centroamérica; había sido nombrada como integrante del consejo asesor de la ONU, y en abril de 2011 fue reconocida por Women Deliver dentro de las 100 mujeres líderes del mundo más comprometidas con las mujeres. Además, para entonces ya había recibido varios premios y condecoraciones. Era un símbolo de las historias de éxito.
En este contexto, Martha y los colectivos con los que trabajaba consideraron que había trabajado lo suficiente como para poder sumar propuestas nacionales hacia un cambio político en el país, y desde allí abonar en la transformación de las condiciones de vida de las mujeres indígenas y hacer valer sus derechos que debía de materializarse en normas y en políticas públicas, por lo que acordaron en postularla como diputada federal. Y, para ello, buscaron alianzas con las mujeres políticas de izquierda que militaban en el PRD, con las que habían coincidido en distintos espacios.
La coyuntura electoral de 2012 era privilegiada, los derechos políticos y electorales a favor de las mujeres como derechos humanos, estaban respaldados por la reciente reforma constitucional del 2011 en materia de Derechos Humanos. Igual sostén tenían los derechos político electorales de los Pueblos indígenas, dando respaldo a la Acción Afirmativa Indígena en materia electoral, que se habían incorporado a la Constitución y leyes electorales desde 2003-2004, que habían delimitado un mapa de 28 Distritos electorales indígenas.
Con esta paquetería de protección de derechos a su favor, y precedidos por su prestigio, y aliadas, Martha se sentía segura de ser una candidata competitiva. La idea fue madurando como una decisión colectiva con compañeras de organizaciones de otros estados que eran sus pares, así como con asociaciones feministas de Guerrero. Este colectivo de 20 compañeras fue definiendo una agenda e integrando un plan de trabajo. El 21 de diciembre de 2011 lanzaron su propuesta con la consigna “Tiempo de mujeres”.
Pero todas esas presunciones del asegurado triunfo electoral de Martha se estrellaron frente a un aparato monolítico de poder, que en la coyuntura de las decisiones de las candidaturas estaba más ocupados en la disputa intestina del reparto de las candidaturas entre las corrientes o “las tribus”, que en renovar al partido, ignorando la candidatura de Martha Sánchez, que al final fue descartada.
”Nosotros tenemos a nuestros propios indígenas”: Angélica de la Peña
Desde 2011 Martha realizó cabildeos varios con actores locales del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para obtener una candidatura por Mayoría Relativa por el Distrito Electoral Federal 05 del estado de Guerrero, con cabecera distrital en el municipio de Tlapa de Comonfort y que incluía al municipio de amuzgo de Alcozauca, del que era originaria, y que en la redistritación del 2004 el entonces Instituto Federal Electoral (IFE) reconoció como uno de los 28 Distritos electorales indígenas que tenían más del 40% de población indígena, en donde los partidos políticos debían postular candidaturas indígenas. Pero las posibilidades de avanzar eran limitadas, ya que era un espacio disputado entre los hombres de la militancia partidaria, y Martha no era militante del PRD sino que su aspiración la situaba desde su posición de “candidata externa”. Posibilidad de inclusión que la había planteado el mismo partido en su convocatoria que afirmaba estar abierto a la sociedad mediante candidaturas ciudadanas.
En esta coyuntura el equipo de Martha se integró con un grupo de amigas entrañables, cercanas a su lucha política, que creían en su proyecto. La guerrerense Viridiana Gutiérrez Sotelo se convirtió en su principal operadora. De lo que aconteció en la candidatura y de los entretelones de cómo las negociaciones se daban, Viridiana realizó un registro y escribió un relato, que presentó como tesis de titulación como estudiante del Diplomado para el Fortalecimiento del Liderazgo de Mujeres Indígenas (Gutiérrez Sotelo, Viridiana, “Falta de reconocimiento al liderazgo de la mujer indígena en los partidos de izquierda para ocupar puestos de elección, en Guerrero, México. Caso Martha Sánchez Néstor”, 2012), siendo esta mi fuente principal de estos acontecimientos, en esta contribución.
Los eventos que aquí se relatan ocurrieron en 2012. Las disputas por las candidaturas incluían a todos los cargos, senadores, diputados, alcaldías y también para la presidencia de la República, que en esta ocasión rivalizaban Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador, cada candidato tenía el respaldo de corrientes distintas. En el relato de Viridiana Gutiérrez se lee:
Una noche Martha recibió la llamada de Angélica de la Peña (feminista y con liderazgo de decisión en el PRD), la invitaba a un evento que iba a presidir Marcelo Ebrard, el evento se llamaba “Mil mujeres lideresas del país”. La oferta era atractiva y muy prometedora: Martha sería oradora, sería la segunda oradora. Martha aceptó, fue al evento y fue recibida con honores por la propia Angélica de la Peña, quien la condujo a su asiento, una silla con su nombre, situada a lado del aspirante a la candidatura presidencial.
Martha tenía fama por sus discursos espontáneos, y aunque solía llevar notas, las palabras las guiaba el corazón y la oportunidad, su narrativa pausada y emotiva, era la voz de las mujeres indígenas, las siempre invisibles, las que nunca son escuchadas, las que tienen miedo a decir su palabra. El evento era una oportunidad, estaba hablando frente al posible presidente y era el momento de recordarle la omisión del Estado para con los pueblos indígenas, el incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, y le recordó la necesidad de reconocer y respetar a la mujeres indígenas, a quienes se les había negado tantas oportunidades.
También, habló de la relevancia de crear políticas públicas que beneficiaran a las mujeres, erradicar la mortalidad materna, y de muchos otros temas que tocaron al corazón e inteligencia del millar de mujeres allí presentes. Esa era la agenda de Martha Sánchez que había sido construida en una historia de vida militante, comprometida, transformadora, tejida desde la exclusión, el reto y la oportunidad.
La lucidez, el carisma y la espontaneidad de aquellas palabras emocionó a aquellas mujeres que una vez terminado el evento la buscaban para tomarse una fotografía con ella, para mostrarle su apoyo, para decirle que la admiraban, y que el PRD acertaría haciéndola su candidata. El aspirante Ebrard y las mujeres feministas presentes también la abrazaron. Cuando se acercaban a ella la felicitan y le decían: “la tienes muy fácil” un liderazgo así, necesitan los partidos políticos. Al día siguiente esas fotografías ya estaban en los medios, para sus compañeras, con este evento Martha ya había asegurado su candidatura.
En la oportunidad habló con Ebrard, le dijo quién era ella y lo que ella significaba en términos de capital político y lo que podría aportar a su candidatura, y le solicitó una entrevista. Allí mismo le manifestó que quería ser diputada federal por la vía uninominal por el Distrito 05 de Guerrero, o por la IV Circunscripción Federal, haciendo valer la Acción Afirmativa Indígena, a la que tenía derecho.
A los dos días, un enviado de Marcelo Ebrard le llamó, también lo hizo Manuel Camacho Solís, y ambos le refrendaron el interés del candidato para que ella fuera diputada plurinominal como candidata externa.
El 12 de diciembre Martha Sánchez quedó registrada como precandidata por la cuota afirmativa indígena en la cuarta circunscripción indígena y también por el distrito 05 con sede en el municipio indígena de Guerrero, Tlapa de Comonfort. Esa mañana del 12 de diciembre, un grupo de militantes del movimiento de mujeres acompañaron a Martha a registrarse, la comisión era encabezada por Martha Lamas, que la apoyaba.
El 20 de febrero se llevó a cabo el congreso nacional del PRD, donde se decidirían las candidaturas para las próximas elecciones, ahí tenían que estar los y las consejeras nacionales, para llevar a cabo una elección interna, para decidir. Las corrientes internas se disputaban los puestos, y se hacían negociaciones de todas las formas, con dinero, con alianzas, con todo lo que se podía.
Ahí acudió un grupo de mujeres indígenas del grupo de apoyo a Martha en búsqueda de las alianzas, la meta era buscar a Angélica de la Peña, a Hortensia Aragón, a Amalia García, a alguna aliada o aliado que dijera como iba la negociación, y presionar para hacer visible a Martha. Pero conforme el día avanzaba los nombres de los beneficiados ya comenzaban a ventilarse, y el de Martha Sánchez no se escuchaba. Las mujeres que acompañaban a Martha ya se sentían burladas.
En un momento se apareció Jesús Zambrano, líder nacional del PRD, las mujeres lo increparon, todas las que acompañaban a Martha en ese momento, que eran cerca de 20 le gritaban, pero fue Martha quien lo abordó, y le entregó uno de los expedientes de la propuesta de Martha, y Zambrano le dijo “’¿Tú quieres una candidatura, tú que has hablado mal del partido?’”, a lo que Martha respondió “’Siempre he trabajado para que gane la izquierda, y he hecho mucho trabajo por este país’”. Frente al trato grosero de Zambrano, la inconformidad crecía y le gritaban a los líderes del PRD allí presentes que no se equivocaran, que el PRD necesitaba un liderazgo como el de Martha, si querían ganar las elecciones. Zambrano se fue entre la multitud.
Las mujeres comenzaron a gritar el nombre de Angélica de la Peña para que diera la cara, quien se presentó acompañada con dos funcionarias del gobierno del estado que también eran consejeras. El colectivo que apoyaba a Martha gritaban y exigían su derecho como candidata indígena, y Margarita Gutiérrez, de Chiapas, le recordaba el derecho de Martha sobre la base de una Acción Afirmativa Indígena. Pero lo dicho por las consejeras las desconsoló, no eran buenas noticias las que traían. Fue Angélica de la Peña la que le comunicó a Martha que su propuesta como candidata externa no había sido aprobada, ya que el partido “tiene a sus propios indígenas”, y es a ellos a los que postularían como candidatos.
Días después, la lista de los candidatos plurinacionales salió publicada y no estaba la fórmula de Martha, pero tampoco la de algún hombre o mujer indígena. El espacio le fue asignado a Beatriz Mojica, una mujer de militancia partidaria, que repetía por segunda ocasión en una curul en San Lázaro, burlando una vez más la Acción Afirmativa Indígena, y los compromisos que habían adquirido con las mujeres indígenas.
Cuando se hizo público el desenlace de la candidatura, Martha Sánchez recibió numerosas llamadas, asediada por otros partidos que le ofrecían la candidatura, pero no aceptó ninguna oferta. Para deslindarse publicó una carta a la opinión pública, agradeciendo a todas las personas y organizaciones que la habían apoyado, cerrando con ello un episodio más de su vida.
*Las tres muertes de Martha Sánchez
El desprecio del PRD a su candidatura fue para Martha una mala experiencia, pero siguió caminando, haciendo trabajo territorial, dando conferencias, visitando regiones, gestionando proyectos, y continuó cosechando éxitos.
En junio de año 2016-2017, la revista Forbes reconoció a Martha Sánchez como una de las 100 mujeres más poderosas de México. En la descripción del reconocimiento se cita: “Son las mujeres que promueven proyectos, construyen posibilidades para los demás y las que creen que el poder es para compartirse. Son 100 pero sabemos que hay más. Queremos que haya muchas, muchas más.” En la perspectiva de Forbes, las 100 mujeres reconocidas tenían la característica de inspirar, se caracterizan porque son mujeres que piensan que el poder sirve como un instrumento para transformar la realidad. Esta definición retrataba muy bien a Martha y su propósito de vida y lucha.
Pero esta exitosa trayectoria se vio detenida por la pandemia, las cosas cambiaron drásticamente para Martha con la aparición del COVID-19, en el primer tercio del año 2020. Su vida cotidiana que se desarrollaba entre viajes, conferencias y participaciones en los foros internacionales de la Organización de las Naciones Unidas de Nueva York y Ginebra, y otros foros nacionales a los que Martha daba brillo, se vieron de pronto cancelados. Las fronteras de los países, las universidades, los centros de trabajo se cerraron; la instrucción gubernamental de “quédate en casa” tendría un resultado fulminante en la dinámica vida de Martha Sánchez, la mujer global, la activista de las redes nacionales e internacionales. En esa nueva situación Martha regresó a su comunidad, a apoyar los trabajos de gestión de su hermano Daniel, quien era el presidente municipal de Xochistlahuaca.
Pero en la inactividad, el brillo de Martha se opacaba. En la coyuntura electoral de 2020-2021 intentó ser de nuevo candidata a la diputación federal al Distrito 05, el mismo por el que en el 2012 había buscado la candidatura, en esta ocasión por el partido MORENA. Pero el caótico desarrollo de las elecciones en la entidad guerrerense no la favoreció. Las alianzas de las que antaño gozó le hicieron falta, ya no estaban sus compañeras, sus redes de apoyo, que antes la había acuerpado, aportando incluso recursos económicos. En esta ocasión no pudo levantar una candidatura del nivel al que ella estaba acostumbrada y no obtuvo la candidatura. Esos resultados afectaron su situación anímica, y tal vez su sistema inmunológico se debilitó.
Y, quizá por todo ello, su cuerpo no respondió ante la invasión del COVID-19, por lo que este avanzó implacable, agravándose de manera súbita, por lo que tuvo que ser internada en el Hospital General de Ometec, cerca de Xochistlauca, su municipio de origen.
El 30 de julio de 2021, por la madrugada, ocurrió su muerte física, el hospital no tuvo capacidad, ni insumos, para responder a las necesidades de salud de Martha. Dotar de condiciones adecuadas y dignas a las instituciones de salud en las comunidades indígenas del país para contener la muerte materna, había sido una bandera y una tarea en la lucha de Martha, y uno de sus puntos centrales de su agenda nacional. Pero esta demanda no se concretó en resultados en el hospital de Ometepec, y por sus precarias condiciones, le cobró la vida.
A pocas horas de su deceso, la información cundió e incendió las redes sociales, era una noticia nacional que cruzó las fronteras del país. Fueron numerosas y sentidas las voces que se manifestaron lamentando su deceso. México había perdido a una gran feminista, a una luchadora de los derechos de las mujeres indígenas, con un activismo que movía mundos.
A las pocas horas de su deceso, el Pleno del Senado de la República que sesionaba de forma extraordinaria, convocó a una sesión solemne, allí guardó un minuto de silencio en su memoria. Las y los representantes de los partidos se lamentaron su partida e hicieron una guardia de honor en su memoria.
Para exaltar el liderazgo de Martha, tomaron la voz las mujeres de los partidos, las diputadas que habían sido electas en el 2018. Más allá de las personas que se pronunciaron y lamentaron la muerte física de Martha, sin embargo nadie se hizo cargo de correlacionar la muerte física de Martha con las muertes anteriores.
Hoy Martha Sánchez no estaría muerta, si previamente no hubieran ocurrido sus muertes políticas anteriores, aquellas que le propició el sistema político electoral del país al negarle su candidatura, y que condujeron, al final del día, a un encadenamiento de eventos de tres muertes, que llevaron a su deceso el 30 de julio.
El homenaje a Martha Sánchez en el Senado de la República, fue un ritual de una nación hipócrita, racista, que cíclicamente realiza sus propias purificaciones para legitimar la blanquitud de un Congreso que históricamente ha excluido a los indígenas, y que no se ocupa, ni asume, la responsabilidad histórica de hacer permanecer una nación racializada.
El rechazo a la candidatura de Martha en el 2012, la mujer indígena que exigía ese derecho, ocurrió otra vez en el 2015; y otra vez en el 2018 y en el 2021, todas ellas han sido portazos de la nación a los pueblos indígenas, que los ha expulsado, y que ha impedido una digna ciudadanización pluricultural en el país.
Me duele mucho la partida de Martha Sánchez, mi entrañable amiga, deseo que su muerte no sea estéril para este país, deseo que su semilla fertilice las avenidas que ella había abierto para que otras mujeres indígenas transitaran por la vida con dignidad y justicia. Vuela alto Colibrí.
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