A 53 años del 68, una reflexión
A la memoria de Victoria Novelo Openheim, amiga entrañable, compañera y colega, militante del 1968
Hace 53 años, ¡vaya que pasamos! estaba en las calles de la eterna Ciudad de México, antes conocida como “El D.F.”, formando parte de los contingentes estudiantiles que a gritos exigían democracia, justicia, participación en los asuntos del país, una sociedad menos desigual, igualdad de género, ciudadanía plena para los pueblos indios, y tantos reclamos que se quedaron ahogados en la tarde/noche de Tlatelolco, aquel 2 de octubre. 53 años. Parece que fue ayer. Las experiencias fueron tan intensas que aún se recuerdan. Pero más allá del sólo recuerdo, lo importante es la reflexión, hacernos la pregunta, ¿es el México actual el país pensado y por el que se luchó en 1968? La respuesta es compleja y merece varios textos en Chiapas Paralelo. Pero bastará el de hoy, miércoles 4 de agosto de 2021, para el primer esbozo. Al salir a votar para contestar la extraña pregunta que redactaron entre el INE y el Tribunal Superior de Justicia, vinieron a mi mente los sonidos de 1968: ¡justicia! ¡justicia! ¡justicia! El tétrico ruido de los tanques arrasando el zócalo en la noche del viernes 13 de septiembre, fecha de la marcha del silencio. Los terribles gritos de los halcones en el jueves de corpus en 1971. ¿Qué quedó de todo ello? Quizá quienes participamos en aquellas inolvidables jornadas de luchas estudiantiles, deberíamos escribir sobre ello para armar el rompecabezas. En la votación del domingo 1 de agosto no se dice nada, o nada indica en la extraña pregunta, que aún deben aclararse los hechos. ¿Lo veremos quienes participamos en 1968? ¿El estado Nacional Mexicano como tal, a quién o a quiénes protege? ¿Sabremos algún día qué pasó en Ayotzinapa? La violencia que vive el México de nuestros días, ¿se terminará algún día? ¿De verdad, vivimos en un país democrático? Observo la discriminación contra los pueblos indios enraizada en un racismo profundo que recorre a la sociedad mexicana. Todos los días veo la desigualdad social ante la cantidad de personas vagando por las calles de la población en la que vivo, pidiendo limosna. Es cotidiano el escuchar y leer noticas falsas. Es toda, o casi toda, la prensa escrita, la radio y la TV, unidas, enviando mensajes tenebrosos, diseñados para aterrorizar a la población y manejar por el miedo a los mexicanos. Observo incongruencias en un aparato de un gobierno que se autoproclama inédito y democrático. ¿Qué quedó de las luchas de 1968? Ahí está la pregunta. Tendríamos que pensar al país desde aquellos días hasta los actuales. ¿Cómo se “desmontó” a la Revolución de 1910, una vez terminado el período de Lázaro Cárdenas? Son tantos los factores. Pero si, valió la pena la rebelión de 1968. “No que no, si que si, volveremos a salir”. Quedó entonces la fuerza de la esperanza, esa fuerza que me hizo votar SI, ante la pregunta churrigueresca que interroga a los mexicanos si estamos de acuerdo para que se inicien los procesos que conduzcan a establecer Comisiones de la Verdad y finalmente, se ajusticie a los que han saqueado y ensangrentado al país desde las alturas del poder, como de todas formas lo indica la ley. “No que no, si que si, volveremos a salir”. Eso es lo que se ganó en 1968: la esperanza. Con la imagen de la V que hacíamos con los dedos, con el recuerdo de los sonidos de 1968, con la esperanza al hombro, vote SI. Voté recordando a mis compañeras y compañeros, a los que corrimos en aquel jueves de corpus, a los que aún, después de 53 años, seguimos firmes en que un México como el que queremos y buscamos en 1968, es posible. “No que no, si que si, volveremos a salir”.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 1 de agosto de 2021.
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