Las visitantes
Las despedidas no eran de los temas preferidos de Martina, le dejaban un dejo de nostalgia y a veces, como en esta ocasión, un poco más allá de eso. Para ella cada despedida era distinta, estaban aquellas con las que tenía la fortuna de volver a encontrarse con las personas o seres que amaba, despedidas momentáneas, por decirlo de alguna manera. A veces los encuentros eran más próximos, otros más lejanos. Pero también estaban las que más le pesaban, esas que de manera sorpresiva cambian el rumbo del caminar y desafortunadamente, los encuentros no vuelven a darse, por la trascendencia de los seres amados.
Aunque había tenido experiencias diversas aún no lograba asimilar del todo las despedidas para siempre. Esa semana de verano sería inolvidable para ella y su familia, la noticia de que sus tres perritas, fieles compañeras habían trascendido dio un vuelco en sus sentimientos. La mente y el corazón hicieron conexión de inmediato, como una especie de película fueron viniendo uno a uno los recuerdos y anécdotas con cada una, los momentos alegres, las travesuras que hacían, las veces que dejó que la acariciaran y dejaran su ropa llena de lodo, las sacudidas que se daban cuando tenían poco ánimo de ser bañadas, los paseos vespertinos que tuvieron juntas y una de las imágenes más bellas verlas correr en el campo, libremente y felices.
El ambiente se percibía nostálgico para la familia. El ritmo de la vida no sería el mismo, las carreras y juegos entre ellas habían cesado, se hacían presentes los silencios en la casa, había que empezar a acostumbrarse a ello.
Si algo tenía claro Martina era que la vida seguía; aún con el dolor que sentía, estaba muy agradecida con la divinidad y la vida de haber tenido la oportunidad de que las perritas llegaran a ser parte de su familia. La mirada de cada una de ellas la llevaba grabada en su mente y corazón.
Mientras les depositaba una ofrenda floral e intentaba respirar profundo se quedó observando el ambiente. Ahora la morada de las tres fieles compañeras estaba bajo árboles, se escuchaba el canto de los pájaros, se sentían los rayos del sol. El día era bello, como un recordatorio para Martina que aunque haya momentos grises en el cielo, este se despeja y el sol brilla con intensidad en otro instante. Comenzaron a hacer presencia bellas mariposas, de colores diversos, en tonos naranja, azul, blanco y amarillo. Para Martina era una muestra de que sus perritas estaban de vuelta, ellas eran las visitantes. Cerró suavemente los ojos, dejándose acariciar por el viento que mecía las hojas, mientras sentía cómo sus ojos se humedecían y las lágrimas rodaban sobre sus mejillas.
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