Una reflexión breve
Escribo esta breve reflexión a una semana de que se efectúen las elecciones, anunciadas como las “más grandes en la historia de México”. En efecto, son miles de puestos públicos los que están en juego, desde alcaldías hasta gubernaturas, diputaciones y senadurías. Pero más que las posiciones en sí dentro de la administración pública y el control político del país, lo que está en juego es la Nación misma y su derrotero. En ese sentido, escucho los discursos de los candidatos que aparecen en la televisión o los que se comunican por las redes sociales, y por más que le busco, no encuentro una discusión sistemática de los grandes problemas nacionales que diría Andrés Molina Enríquez. Como dicen en Yucatán, “lo busco y no lo busco” referencias a la desigualdad social tan terrible que caracteriza a México, la pobreza, el desempleo, la soberbia de la minoría que concentra la riqueza producida socialmente, las migraciones, las relaciones internacionales. Los discursos de campaña son superficiales. En algún momento apunté lo notorio que es la falta de “cuadros” en los partidos políticos, es decir, de personas capacitadas para entender de qué se trata la política como campo para dirimir la variedad de intereses que existen en la sociedad. Ello es notorio en los discursos de candidatos y candidatas que más bien pareciera que participan en elecciones escolares, para presidir la fiesta del barrio o contender por ser “la flor más bella del ejido” , pero no para manejar los asuntos públicos de una nación tan compleja como México. Los discursos de campaña no van más allá de “aquí les demostraremos quienes somos”; “hay que defender lo nuestro” (sin definirse que es “lo nuestro”); “como nosotros, ninguno”; “no permitiremos imposición” (¿de quién o de quiénes?); “acabaremos con la violencia” (pero no nos dicen cómo y cuándo). Por supuesto, las y los candidatos de la derecha (con diferentes rostros) culpan de todos los males del país al gobierno actual, sin tomarse la molestia de probarlo. Los candidatos y candidatas declinan y se “pasan” a los partidos de derecha. El partido en el poder cometió el grave error de proponer como candidatos y candidatas a personajes de la derecha y en casos, de la extrema derecha, que hoy revelan la estrategia a la que obedecían: renunciar en el último momento a su candidatura y “pasarse” al bando al que realmente pertenecen. En los noticieros dominicales que observo a una semana de los comicios, veo a los “tránsfugas” que dicen que de pronto, como le aconteció a San Pablo en el camino a Damasco, “vieron la luz” y retornan al nido: la derecha o el campo de “los conservadores” en la nomenclatura actual en México. Pero con ello revelan el “mar de fondo” de esta elección: estamos ante las fuerzas que persiguen el retorno de los gobiernos que convirtieron a la administración pública de México en una fuente de saqueo infinito además de una impresionante fosa por la violencia que propiciaron. En contra de esas fuerzas, están los sectores de la población mexicana que han comprendido la urgencia del cambio social, aunque para algunos de esos sectores el camino que se sigue no es el más consecuente. A una semana de los comicios el tiempo es propicio para la reflexión de cuan idóneos son los candidatos y candidatas y si de verdad representan los objetivos y convicciones de los partidos políticos que los postulan. La Nación es lo que está en juego. Eso es lo que hay que reflexionar antes de votar.
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala, a 30 de mayo, 2021.
P.D. El domingo pasado se jugó la final del campeonato de liga en México, entre el Cruz Azul y el Santos. Antes del pitazo inicial, ambos equipos se formaron en el centro del campo y con la multitud de pie, escucharon por los altavoces la grabación del Himno Nacional. Evitaron así los dirigentes del futbol mexicano cometer el error de invitar a cantantes para interpretarlo. Es un asunto digno de discutirse. Sobre todo, a la luz de las penosas actuaciones de cantantes en ceremonias deportivas recientes, al grado tal, que la propia Secretaría de Gobernación intervendrá. Por cierto y después de 40 años, el Cruz Azul ganó el campeonato ante una afición que abarrotó el Estadio Azteca, que lloró, gritó, se desfogó, porque, al fin, los cementeros llegaron de nuevo a la cúspide. Agur.
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