Un mar de fueguitos
Lucina y su familia estaban en la sobremesa, Joaquina, su madre preguntó a Rogelio el hermano mayor de Lucina, un adolescente, que les contara sobre el libro que estaba leyendo. Vio que lo había dejado sobre un sillón de la sala. Rogelio empezó a relatar que el libro era interesante, le había llamado mucho la atención primero por el título El libro de los abrazos, apenas llevaba leyendo 25 páginas, pero le gustaban los relatos de su autor, Eduardo Galeano.
Joaquina dibujó una sonrisa en su rostro, ella le había recomendado leer esa obra. Mientras tanto Lucina escuchaba atenta lo que decían, para tomar parte en la conversación.
—¿Roge de qué hablan en ese libro?
En ese momento por la mente de Lucina pasó el anhelo de poder aprender a leer bien para que ella también pudiera entender mejor las conversaciones de la gente mayor.
–-De muchas cosas Lucina, de la gente, de pueblos, de historias, de países. Hay cosas que no entiendo muy bien, pero vuelvo a leer y busco las palabras que no sé, más cuando habla de cosas históricas, así siento que voy aprendiendo. Pero el primer relato es uno de mis favoritos, dejen les leo.
Fue por el libro y comenzó la lectura.
“Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.
Joaquina le felicitó por su interés en la lectura, compartió que a ella también le gustaba ese relato, El mundo, era uno de sus favoritos. Lucina se quedó callada, pensativa. Joaquina se percató y le preguntó.
—¿Qué pasó Lucina? ¿No te gustó el relato?
Los ojos de Lucina expresaban asombro.
—Es que me quedé pensando eso de los fuegos, ¿cómo puedo saber si tengo uno de esos fuegos que dice el libro? ¿Y si no lo tengo, qué pasa? —preguntó con preocupación.
Rogelio quería comentar pero observó a su mamá quien había tomado la iniciativa, se acercó y abrazó a Lucina.
—No tienes por qué preocuparte, conforme vayas creciendo te darás cuenta que todos somos un mar de fueguitos, tú ya tienes un fueguito que irá creciendo y cambiando con el paso del tiempo. Lo importante es que sepas que lo tienes y es muy valioso, por eso Galeano, el autor del relato nos recuerda que cada persona brilla con luz propia.
El rostro de Lucina sonrió y volteó a ver a Rogelio, quien estaba atento a ellas.
—Cuando aprenda a leer bien quiero que me prestes tu libro Roge.
—Sí, con mucho gusto Luci. Ahora qué les parece si comemos el postre. Hay helado de sabor napolitano.
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