Los paseos del abuelo

En la mañana lluviosa de Ajijic, el domingo pasado, recordaba los paseos con mi abuelo materno, Don Antonio Puig y Pascual. En eso estaba cuando recibí un wasap de mi amigo Pedro Tomé que me enviaba la foto de una Calle en Madrid que lleva el nombre de CEIBA. ¡Caray! me dije: pareciera que a veces uno coincide en el pensamiento con personas cercanas a través de extraños mecanismos. Porque justo pensaba en La Pochota y la manera en que mi abuelo disfrutaba viéndola allá en la Plaza de Chiapa de Corzo, al momento en que recibí la foto aludida. ¡Una calle de Madrid con el nombre de Ceiba! Y en efecto, mi abuelo Puig (que así suelo referirme a él) me llevaba con frecuencia a sus viajes. Era un apasionado del paisaje de Chiapas y de su gente, de la cual disfrutaba no sólo por su hablar sino por sus sentidos de la vida. Uno de los paisajes que más disfrutaba mi abuelo era la entrada a Chiapa de Corzo que allá por los años 1950, estaba flanqueada por palmeras que hacían una hermosa valla. Es muy posible que aún estén vivos muchos habitantes de Chiapa de Corzo que recuerdan a esas maravillosas palmeras que anunciaban la presencia de un poblado icónico del mestizaje cultural chiapaneco. “Noy” (niño, en catalán), me decía mi abuelo, “aprende a disfrutar lo que vale la pena” mientras atravesábamos la valla de palmeras. Mi abuelo incluso reía a carcajadas alentado por la vista de aquellas plantas de maravilla. “Noy”, repetía, “cuando andes por el mundo recordarás a estas palmeras”, decía entre risas. Tenía razón mi abuelo. Cada vez que veo una palmera, me acuerdo de Chiapa de Corzo. Pero también la Ceiba me recuerda a Chiapa. Además, en Ajijic, Jalisco, vivo rodeado de Ceibas. Es más, hace unas semanas nació una sobrina en Tuxtla Gutiérrez a quien pusieron por nombre Ceiba. En Guadalajara, a solo 40 minutos de Ajijic, existe un “Parque de las Ceibas” en donde lucen, frondosas, 60 maravillosas Ceibas. Pero solo existe una “Pochota”: la de Chiapa de Corzo, la llamada “Pochotona” o, usando el superlativo chiapacorceño, “la Gran Pochotona”. Si uno busca en internet el significado de la palabra “pochota” encuentra respuestas como la siguiente: “Nombre con el que se conoce a Ceiba pentandra y Ceiba parvifolia. Proviene del náhuatl pochotl  o puchotl que significa padre, madre, jefe, gobernante o protector”. Por supuesto, sabemos por muchas referencias que la Ceiba es un árbol protector según la cosmovisión de pueblos como los agrupados con el nombre de Maya, que incluyen a culturas del sureste mexicano y de Centroamérica. Recuerdo haber sembrado en medio del patio que tenía una casa en la que habité en Don Ventura, San Fernando Las Ánimas, una Ceiba. Un día le ordené al trabajador que ayudaba con limpiar ese patio, para que podara unas ramas de ese árbol. Me respondió: “No Don Andrés. Me perdona “asté” pero yo no “macheteo” la Ceiba. Es sagrada”. Con todo, tengo otra propuesta para la traducción al castellano del vocablo “pochotl”: me parece que es deformación de la palabra “pochteca”, que traducimos como “comerciante”, “los que venden”. En el Vocabulario de Alonso de Molina (1571), en la pagina 451 de Ediciones Colofón (1966), no aparece el vocablo “pochotl” pero si “pochtecati, ni”: “ser mercader o tratante”. Es muy interesante porque el vocablo consignado por Molina está escrito en la variante más antigua del náhuatl: la que se escribía con “t”. Así, por ejemplo,  la palabra “mazatl” (venado) es la más nueva siendo la variante “mazat” la más antigua. En el caso del vocablo “pochtecati” se agrega la partícula “ni”, que es el verbo, es decir, “pochtecati, ni” significa: comerciar. Por las descripciones de Bernal Díaz del Castillo y por la tradición oral, sabemos que la Pochota de Chiapa de Corzo era un árbol tan frondoso que abarcaba una buena parte de la actual Plaza, y que bajo esa sombra gigantesca se extendía el mercado pre hispánico. Por lo tanto la alusión al comercio me parece la más adecuada para la traducción del vocablo al castellano. Habrá que explorar cómo se dice “protector” en zoque y cómo se decía en otomangue, y cómo se dice “comerciante” en zoque y como se decía en otomangue, para saber si la traducción que propongo es más adecuada. Ese ejercicio lo dejo para una próxima ocasión. Por lo pronto, recuerdo por esos viajes con mi abuelo Puig, que La Pochota de Chiapa de Corzo ha sido un símbolo no sólo de la identidad de los Chiapa Corceños, sino del mestizaje que permite hablar de la “chiapanidad”. En los viajes con mi abuelo miré y conocí el paisaje de Chiapas. Con los años y apoyado en la antropología, entendí que ese paisaje era un hábitat identitario, en el que La Pochota, El Sumidero, El Matumactzá, El Tacaná, El Río Grande de Chiapa, son referentes de la identidad colectiva del chiapaneco, sin detrimento de las identidades locales y sus propios símbolos. Más aún, esos íconos naturales son también referentes importantes de la interrelación que entre la sociedad y la naturaleza se establece en Chiapas. Así, los lacandones dicen que cuando cae un árbol, cae una estrella, porque el orbe humano (cultural) está interrelacionado con la naturaleza de tal manera que el paisaje terrenal y el que vemos en el cielo, nos producen emociones particulares debido a que han formado y forman parte de nuestra vida. En mi caso, no puedo concebir a Tuxtla Gutiérrez sin el Matumactzá, que por cierto, un ingeniero tenía el plan de “devastar” para hacer un aeropuerto. Terrible pensamiento. Así también, Chiapa de Corzo no es Chiapa sin La Pochota. Hace años no faltó quien incendió a ese árbol “porque tiraba mucho algodón”. Pero La Pochota renació y allí está, sombreando la Plaza de Chiapa de Corzo, acompañando a La Pilona, la maravillosa fuente mudéjar que marca el centro del poblado y los tiempos en que la articulación de culturas, conflictiva, sangrienta, logró renacer para dar vida a la Chiapa de Corzo de los Parachicos, del Combate, de la Fiesta y la Comida grandes, de las tamaladas y de los “arrieros del agua” que dice Carlos Navarrete. Acertó el Gobernador Elmar Harald Setzer Marseille cuando, el 8 de julio de 1993, emitió la declaratoria de Protección de La Pochota y le otorgó el título de Primer Árbol Histórico y Notable de Chiapas.

Me emociona que en Madrid exista una calle que se llame Ceiba y que caminando por ella, mi amigo Pedro Tomé me envíe un mensaje alusivo. Igual, me emociono también cada vez que encuentro una Ceiba en Jalisco (las hay, y muchas) porque ello quiere decir que uno lleva la identidad en lo más profundo del ser y que gracias a eso, nos universalizamos y simpatizamos con las culturas del mundo.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 27 de junio de 2021.

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