Agradecer la vida
Ese jueves Lluvia se despertó temprano, era su cumpleaños y deseaba aprovechar al máximo cada minuto de ese día especial. Cumplía 11 años y no había pedido un regalo en específico, así que daría la bienvenida a los obsequios que le hicieran llegar sus familiares. Entre ellos aceptó la invitación que le hizo su mamá de llevarla a una reunión donde llegarían mujeres adultas, jóvenes, adolescentes y niñas para platicar sobre temas de interés para todas.
Aunque a Lluvia no le quedaba claro de qué hablarían en la reunión le hacía ilusión el que justo en su día de cumpleaños pudiera conocer a otras personas y que fueran de diversas edades. Además la reunión sería por la tarde y daría espacio a que la felicitaran en su casa con la partida de pastel por la noche.
Para la reunión pidieron llevar ropa cómoda y lo que las participantes quisieran compartir. Azucena, la mamá de Lluvia preparó un ramo de gerberas de diversos colores, unas peras y unas varitas de incienso, además de una bella vela aromática.
Lluvia se puso un pantalón de colores, que no solo era cómodo sino uno de sus favoritos, una playera en tono rojo carmín y sus tenis azules.
Llegaron puntuales a la reunión, Azucena saludó a algunas amigas y también Lluvia, así como a algunas de las hijas de ellas. Cuando inició la reunión les pidieron dirigirse al patio de la casa, ahí había una especie de ofrenda en el piso con flores haciendo la forma de un corazón y unas varitas de incienso que aromatizaban de manera agradable. Les pidieron depositar en la ofrenda lo que habían llevado y que se sentaran en el piso alrededor de ésta, formando un círculo.
Dinorah era la persona que guiaría la actividad. Se presentó y mencionó la intención del círculo de mujeres como un espacio para reflexionar entre ellas sobre diferentes temáticas. En esa ocasión el tema era el agradecimiento por la vida.
La primera ronda fue la presentación de cada una, luego la guía pidió que si alguien de ellas tenía una intención especial, mensaje o experiencia que compartir lo dijera en voz alta si así lo deseaba, o solo llevara las manos al corazón y desde su interior lo hiciera mientras las demás la acompañaban en silencio. Fueron participando algunas mujeres. Después de cuatro participaciones Lluvia, que estaba sentada al lado de Azucena, vio que su mamá levantó la mano, pidió la palabra. Le generó curiosidad sobre qué diría su mamá, sintió que su corazón empezaba a latir más rápido.
Azucena compartió que esa tarde quería agradecer el regalo de celebrar un nuevo año en la vida de Lluvia, su tono fue muy emotivo, tomó la vela aromática entre sus manos, la prendió y se la entregó a Lluvia para que la pusiera en el centro, donde estaban las ofrendas. Lluvia tomó la vela con las manos temblorosas, se sentía muy emocionada y a la vez con algo de timidez. Se levantó y la puso al lado de unas rosas amarillas. Mientras hacía eso, pasaban por su mente varios momentos, los alegres, los tristes, los de emoción y ahora ese cumpleaños.
En ese momento Lluvia sentía que los ojos se le llenaban de agua, sin duda era una experiencia muy emotiva. Al llegar a su lugar quiso externar el agradecimiento por esa intención, no sabía bien qué decir, pero tampoco pudo hacerlo verbalmente porque sintió varios nudos en la garganta. Se llevó las manos al corazón y cerró suavemente los ojos, sintiendo cómo las lágrimas fluían por sus mejillas. Esa tarde Azucena le había obsequiado el bello regalo de agradecer la vida.
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