¿Conquista de México?
En estos días se ha notado un incremento en la discusión de la llamada conquista de México, tanto en la prensa escrita como en las redes sociales. El propio Presidente de la República ha impulsado este interés al hablar constantemente de ello durante las llamadas “mañaneras”. Incluso el viernes pasado, 30 de abril, por cierto “día del niño”, anunció que durante el fin de semana estaría en Yucatán para pedir perdón a los Mayas por las atrocidades cometidas en contra de ellos durante la llamada “Guerra de Castas”. En la prensa escrita, abundan referencias a la llamada “conquista de México” y no faltan las entrevistas a historiadores tanto nacionales como extranjeros que se explayan sobre el asunto. El tema, sin duda, es complejo y altamente polémico. Va a continuación una reflexión. Advierto enfáticamente: es UNA reflexión, no LA reflexión. No se trata de “pontificar” sino de exponer una opinión acerca de tan delicado tema.
Hace años, en una Mesa Redonda en la que participé junto a Carlos Monsiváis y otros colegas, en el Colegio de México, expresé que “los españoles al desembarcar en las costas que hoy son veracruzanas, sembraron, sin quererlo, la semilla de la Nación”. Con ello, quería decir que la invasión castellana había provocado la unión de pueblos originarios en contra de ellos y la forja de una sociedad durante la época colonial, que, a la postre, formaría la Nación Mexicana y generaría los círculos de poder que se apropiaron del control del naciente Estado. En efecto, al desembarcar las huestes comandadas por Hernán Cortés en lo que es hoy Veracruz, pusieron en marcha un proceso que forjó a la Nación Mexicana y su concomitante, el Estado Nacional. Al momento de producirse ese desembarco durante el siglo XVI, lo que actualmente es el territorio que abarca la nación llamada México y su Estado Nacional, era el habitat de una multitud de pueblos, con muy disímbolas organizaciones económicas, políticas, sociales y aun, religiosas. Más de 200 Idiomas con sus concomitantes variantes se hablaban en ese territorio. Existía una clara frontera entre pueblos sedentarios practicantes de agriculturas complejas y pueblos con vida nómada, distintas formas de nomadismo, con economías aleatorias, basadas en la caza, pesca y recolección. A grandes rasgos, hacia el Norte de lo que es actualmente la Ciudad de México, habitaban los pueblos nómadas, divididos por una frontera claramente perceptible que iba desde la ciudad de La Quemada, en el actual estado de Zacatecas, hasta el Golfo de Nicoya en lo es hoy la República de Costa Rica. No había ningún tipo de unidad política entre esa miríada de pueblos. Su organización iba desde los complejos Estados basados en un manejo político de la economía, situados al sur de La Quemada, Zacatecas, incluyendo el Oriente y parte del Occidente del actual país mexicano, hasta esa multitud de pueblos que basaban su organización social en las redes de parentesco y en lo que hoy los antropólogos nombran “sistema de parentesco”. No existía México como Nación y por lo tanto, lo primero que hay que decir es que no hubo ninguna conquista de México. Más todavía, existían conflictos y guerras entre esos pueblos, provocados por la lucha territorial, el control de recursos básicos, luchas por el poder o por la expansión de pueblos como el Mexica o Azteca. Es más, cuando se avistaron las primeras naves frente a la costa oriental de este inmenso territorio, provenientes del Mar Caribe, los ejércitos aztecas preparaban la invasión de los que es hoy Centroamérica y habían logrado apostar contingentes militares en puntos que hoy forman parte de la República de Guatemala. Según los etnohistoriadores y los estudiosos de estos períodos históricos, esa presencia de los barcos comandados por Hernán Cortés, provocó que Moctezuma Ilhuicamina, mandara traer a toda la tropa apostada a la entrada del Istmo Centroamericano.
La invasión militar de los castellanos provocó un muy complejo Proceso General en el que se entretejen procesos particulares. Es ya mucha la documentación que demuestra, por ejemplo, el genio político de un personaje, La Malinche, que logra informar a Hernán Cortés de cómo estaba la situación en el territorio en que pretendía adentrarse. Tuvo la suerte Cortés de que este personaje, esta extraordinaria mujer, le fuese entregada por los chontales en lo que fue, sin duda, el “regalo” más valioso que recibió. Además, Cortés contó con la ayuda de Jerónimo de Aguilar, un sacerdote que había naufragado junto con Gonzalo Guerrero y vivía entre los Chontales. Sabía hablar el Chontal y a través de este idioma, se comunicaba con La Maliche, que además, hablaba náhuatl y no tardó en aprender el castellano. Gracias a La Malinche, Cortés se enteró de las rivalidades existentes entre el pueblo más poderoso en ese momento que era el Mexica, y pueblos como los Tlaxcaltecas, los Purépechas y aún, los Texcocanos que en un tiempo fueron aliados de los mexicas. Aprovechando esas rivalidades, es que Cortés logró forjar un ejército de indígenas que, por cierto, tenía mejor formación militar, que el resto de aventureros de toda laya que acompañan al Capitán castellano. Las batallas fueron duras, enconadas y sangrientas. Pero además de la pólvora y las armas de fuego sin olvidar a los caballos, los castellanos contaron con un arma que no se imaginaban: las enfermedades, como la viruela y el sarampión, desconocidas culturalmente por los pueblos originarios y además, sin ninguna defensa biológica ante ellas. Los ejércitos indígenas aliados fueron fundamentales para derrotar a los mexicas y el que la Gran Tenochtitlán cayera bajo el dominio castellano. Al irse expandiendo la frontera de la Nueva España, que es el nombre que los castellanos le dan a los territorios bajo su dominio, los aliados indígenas son vitales para asegurar los territorios y expandir la frontera hacia el norte y hacia el sur de lo que es hoy el Centro de México. Los pueblos nómadas siguieron resistiendo y de hecho, lo hicieron durante todo el período colonial, sin cejar en ello, insistiendo en que los castellanos debían regresar al mar, por donde vinieron. Ahí está la historia del gran líder chichimeca Francisco Tenamaxtle para demostrarlo. La configuración de una nueva sociedad en esos períodos de los años coloniales es un asunto muy complejo que se sale de los propósitos de este texto. Pero eso si, hay que decir que fue en ese período que se configuró la nación pluricultural y variolingue, además de vario pinta de lo que es hoy, México. Me arriesgo a afirmar que no sólo no se conquistó a México a efectos de la invasión castellana, sino que ese hecho provocó la forja de la actual Nación.
La invasión castellana a estas tierras que hoy llevan el nombre de El Caribe y Latinoamérica, fue el resultado de la expansión de la modernidad y el capitalismo asentados en Europa Occidental. Un muy complejo proceso impulsaba la conversión de las historias locales existentes hasta ese momento, en una historia universal, lo que hoy se nombra la globalización. Eran los inicios del tiempo que hoy vivimos. O si se prefiere, la historia actual, contemporánea, es un resultado de aquel proceso. Por supuesto que el período colonial forjó a una sociedad profundamente desigual, apoyada en el control que ejercieron los círculos llamados criollos, no sólo de la economía sino de la política. A ello, lo acompañó de manera significativa la extensión del cristianismo, no sólo como religión, sino como ideología impuesta a fuerza de espada. Durante todo el período colonial, además de los pueblos chichimecas, otros se levantaron constantemente en armas, como sucedió, por ejemplo, en el actual Chiapas, con la rebelión tzeltal del pueblo de Oxchuc. Además, los esclavos africanos vinieron a profundizar la variedad cultural y la complejidad de la naciente sociedad. Por supuesto que la sociedad colonial forjó injusticias en el contexto de una organización social que se acercó bastante a una estructura de castas, en donde, como lo decía Alejandro de Humboldt, el “color blanco” era el dominante. No se puede negar la violencia e injusticia de esa sociedad. Pero es en su contexto en que se forjó la Nación actual. Por ello, me parece un despropósito seguir afirmando que “México se conquistó”. Más bien debemos preguntarnos a qué se debe esa versión y por qué se insiste en ella, a pesar de lo obvio. Y eso requiere otra reflexión acerca del nacionalismo que impulsaron los círculos de poder desde que emergieron los Estados autonombrados Nacionales en todas estas tierras llamadas El Caribe, América Latina o Abya Yala.
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala. A 30 de abril, 2021.
soy fan de lo que escribe andres fabregass