Aguas con el agua
Sofía despertó ese domingo contenta, con mucha energía; observó que la luz del sol estaba radiante. Era una clara señal que habría mucho calor y en efecto, así fue. Leves ráfagas de aire se dejaban sentir, eso era un gran regalo.
Tenía la intención de regar los árboles. Invitaría a Carlos y Elías, sus hermanos. Antes fue a revisar qué cantidad de agua quedaba en el tanque que tenían en casa. Al darse cuenta que tenía menos de la mitad, se quedó preocupada. Últimamente habían tenido muchos problemas con el suministro de agua. No les llegaba con frecuencia el servicio y la compra de pipas resultaba muy caro.
Aunque su familia había comenzando a administrar de mejor manera el agua, Sofía pensó que era necesario que pudieran reutilizar el agua del lavado de trastes o de ropa, se veía venir una temporada de estiaje que no sería nada fácil.
Fue al patio y observó que las hojas de los árboles de limón estaban tristes, se veían casi cerradas, opacas. La hojarasca que cubría sus raíces era la que permitía guardar un poco la humedad cuando eran regadas. Era indudable los árboles necesitaban agua. Comenzó a pensar qué haría para poder regarlos. Ojalá el servicio de agua llegara por la tarde.
El canto de los pájaros la distrajo un poco de su preocupación. Aún con el intenso calor el canto alegraba el paisaje sonoro, sumado al de una chicharra que se escuchaba de vez en vez. Sofía recordó que sus papás solían comentar que algunas aves cantan pidiendo agua, sobre todo cuando el clima es demasiado caluroso. Se quedó pensando en eso, al tiempo que escuchaba los diferentes cantos y veía moverse levemente las hojas de los árboles de mango.
Comenzó a remover la hojarasca de los árboles para cubrir las raíces. Su mente seguía pensando en la importancia de cuidar el agua, vino a su memoria un promocional que había escuchado hace muchos años en la radio, ciérrale, ciérrale, ciérrale porque se acaba. Se refería a cerrar la llave y cuidar el agua. El cuidado del agua era una tarea titánica que implicaba a toda la sociedad y por supuesto a los gobiernos, no podía olvidarse el derecho humano al agua. En eso estaba cuando escuchó gritar a Elías:
—¡Ya llegó el agua!
Los ojos de Sofía se iluminaron.
—Elías, por favor, pon a llenar el tanque, regaremos los árboles. Solo que aguas con el agua, no vaya a rebalsar. Recuerda que debemos almacenar y no desperdiciar.
No comments yet.