Otra leyenda urbana: las nuevas generaciones dominan la tecnología
No sé si realmente se trate de una leyenda urbana o, más bien, de una afirmación que por reiterada se convierte en generalización sobre el conocimiento y supuesto dominio de las nuevas tecnologías por parte de los jóvenes. Cada quien opinará lo que desee, sin embargo nadie duda que quienes han nacido en este siglo se enfrentan a la tecnología como una certeza desde niños.
Por el contrario, quienes nacimos en el siglo pasado hemos tenido que aprender, con más o menos dificultades, todo lo vinculado a las nuevas tecnologías. Computadoras, internet, redes sociales son cosas que hemos visto crearse y desarrollarse a una velocidad impensable para nuestros antecesores. También es evidente que los que tenemos que usar esas tecnologías no somos toda la población, sino que su uso depende de las profesiones que desarrollamos y los países en los que vivimos. En el caso de Chiapas la mayoría de personas en zonas rurales, salvo algunos jóvenes, no usan con solvencia dichas tecnologías en su vida cotidiana. No es de extrañar que la brecha tecnológica se convierta en otro medidor de las diferencias económicas y sociales entre seres humanos o entre países. Lógicamente, cuando hablo de leyenda urbana sobre el uso de la tecnología de los jóvenes no estoy pensando en aquellas personas que, por su condición económica y la marginación social que existe en nuestra entidad federativa, tienen poco acceso a esas herramientas, sino que la vinculo a la forma en usarla en aspectos vinculados con sus estudios y trabajo.
Como ya mencioné, los que nacimos en el siglo pasado y que nos hemos adoptado a estos novedosos instrumentos científicos para comunicarnos pero, sobre todo, para trabajar, tenemos divergentes experiencias con las nuevas tecnologías. En lo personal me considero poco formado en ellas, aunque las utilizo con la suficiente solvencia para mis labores cotidianas. Seguramente, con mejor formación optimizaría mi tiempo y los resultados, pero ello se compensa con una mayor inversión de ese tiempo cada vez más valioso cuando los años caen encima.
Estas carencias reconocidas también las descubro en jóvenes que, como creyente, consideré que dominaban campos de las nuevas tecnologías como las búsquedas de información. De hecho, este texto nace de la conversación con algún alumno a quien le indiqué que existía información en la red de internet sobre la temática que estaba investigando. Es decir, di por sentado que por su edad y formación universitaria dominaría esa herramienta fundamental como es buscar trabajos sobre las temáticas que uno está investigando. Un trabajo tardado, que implica selección, pero del cual se obtienen informaciones que antes llevaban mucho tiempo y esfuerzo lograr. Lo sé por experiencia, al recorrer muchas bibliotecas en mis tiempos de estudiante, y también con posterioridad cuando ya me dedicaba profesionalmente a la tarea de investigación.
Esa plática con el alumno y su caso no es el único, por eso me atreví a hablar de este tema. Tener las herramientas y haberlas conocido desde la niñez no implica siempre saber usarlas y, muchos menos, que tal uso esté vinculado con la edad. Así que hoy, como en toda época, el interés es el fundamental para optimizar los instrumentos que nos aporta el mundo que nos tocó vivir. Jóvenes, o no, la curiosidad y la disposición por conocer son las claves para buscar lo necesario para llevar a cabo nuestra labor como trabajo, pero también como pasión.
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