Juntas rompieron el silencio
Por Angélica Evangelista[i]/Investigadora en ECOSUR
Enfurecen los agravios que han sufrido las estudiantes de parte de quienes deberían trabajar en el cumplimiento del derecho a la educación de las mujeres en el ámbito escolar; es decir, docentes, directivos y administrativos.
Según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, Endireh 2016, en México 8 de cada 10 mujeres universitarias reportaron incidentes de violencia en el ámbito escolar en los últimos 12 meses, principalmente de tipo sexual (11%), seguidos por los de tipo emocional (9.1%) y físico (3.3%). En Chiapas también 8 de cada 10 universitarias reportaron incidentes de violencia en los últimos 12 meses previos a la encuesta, siendo los de tipo sexual más frecuentes (10.2%), seguidos por los emocionales (7.4%) y en mucho menor proporción los físicos (2.8%). Lamentablemente 8 de cada 10 mujeres universitarias no solicitaron apoyo o presentaron queja y los principales motivos porque no lo hicieron fue porque que se trató de algo sin importancia que no le afectó (42.5%), por qué no sabía cómo y dónde denunciar (18.1%), por vergüenza (17.9%) y por miedo a las consecuencias o las amenazas (13.2%)[ii].
Desde mi perspectiva, los principales motivos para no denunciar revelan la naturalización, normalización y tolerancia de un ambiente hostil cotidiano hacia las mujeres en la universidad. Por otro lado, muestran los mecanismos organizacionales para mantener este ambiente mediante la imposición y aprendizaje del silencio por miedo a las represalias y el desconocimiento de cómo y dónde denunciar. Además, estos motivos de no denuncia, muestran sentimientos de culpa y temor a la revictimización de la que se puede ser objeto al momento de la denuncia.
En aras de desmontar el silencio impuesto a la existencia de la violencia contra las mujeres en las universidades las encuestas nos han permitido, a quienes realizamos investigación, revelar que no se trata de sucesos aislados resultado de problemas personales entre agresores y víctimas sino de la violencia estructural contra las mujeres por el hecho de ser mujeres. Esa que cumple la función de reproducir las jerarquías de género y de someterlas a las reglas de dominación masculina.
Gracias a la escucha activa de quienes han sido blanco de una amplia gama de actos leves, moderados y graves hoy sabemos que los principales actos de violencia en contra de las mujeres en las universidades son “leves” y de “baja intensidad”, pero de gran impacto y eficacia en tanto que se establecen como reglas del juego que rigen las interacciones sociales de sometimiento y subordinación de las mujeres en el ámbito escolar. Para muestra basta un botón, las principales situaciones de violencia emocional y sexual que se viven en los ámbitos universitarios de Chiapas, según la Endireh 2016, consisten en hacer comentarios ofensivos acerca de que las mujeres no deberían estudiar (6.4%), ofensas o humillaciones por el hecho de ser mujer (la hicieron sentir menos o mal) (3.2%) y decirles piropos groseros u ofensivos de tipo sexual o sobre su cuerpo (8.0%). Es decir, se trata de agresiones orientadas a reproducir la opresión de las mujeres para doblegar su proyecto de autonomía a través de los estudios universitarios.
Hasta hace muy pocos años las mujeres universitarias en Chiapas se mantenían al margen de las acciones colectivas públicas de protesta en contra de la violencia hacia las mujeres presentes en otras universidades del país desde 2016. En el #MeTooAcadémicosMx de marzo de 2019 solo tres denuncias correspondían a instituciones de educación superior del sureste mexicano a pesar de que diversas investigaciones ya documentaban la amplia presencia de esta lacerante problemática.[iii]
La indignación y el rechazo a la violencia contra las mujeres ha estado presente a lo largo de los años en las marchas del 8M en Chiapas. En 2020, de manera paralela a las movilizaciones del 8M y 9M, atestiguamos la emergencia de novedosas formas de protesta y denuncia tales como pintas, escraches y tendederos en las IES de Chiapas tal como también sucedió en varios estados del país. Sobreponiéndose al confinamiento doméstico de las mujeres impuesto por la Covid-19, durante 2020 las colectivas feministas universitarias se fortalecieron y crecieron para denunciar la violencia de la que han sido víctimas ellas, pero sobre todo las que ya no están. Dalias, Brujas, Neuronas, Malitzin, Hermanas Ujil, Ingenieras: Concepción Mendizábal Mendoza, Rosa Luxemburgo, Hienas de Aline se juntan y acuerpan en la Red de Colectivas Feministas Universitarias demostrándonos que juntas son más fuertes.
En respuesta o más bien presionadas por las protestas de las universitarias, las IES elaboraron e implementaron mecanismos de atención, prevención y sanción en materia de casos de hostigamiento y acoso sexual. Hoy en día al menos 27 IES en México cuentan con estos mecanismos; sin embargo, persisten las protestas estudiantiles ante las deficiencias de los mecanismos, problemas en su aplicación o la falta de sanciones. Esto nos revela que los mecanismos de atención son indispensables, pero no suficientes. Urge la participación de la comunidad educativa en la revisión y evaluación de los mecanismos existentes y en esta tarea el diálogo con la comunidad estudiantil, incluidas las colectivas feministas universitarias, resulta impostergable.
#justiciaparamariana
#enredsomosmasfuertes
[i] aevangel@ecosur.mx
[ii] Miranda, S. (2018). “Informe sobre tipos de violencia en el ámbito escolar y comunitario que han experimentado las mujeres universitarias de Chiapas, Quintana Roo y Tabasco mediante la sistematización de datos de la Encuesta Nacional Sobre la Dinámica de las Relaciones de los Hogares 2016”, Proyecto Violencia de género en ámbitos comunitarios entre estudiantes de universidades interculturales de Chiapas, Tabasco y Quintana Roo, FONSEC INMUJERES-CONACYT 278266. Mimeo.
[iii] Ver Zapata, E., et al. (2018) Violencia escolar en universidades: sociedad, Estado, familia y educación. Colegio de Postgraduados, México; Evangelista, A. (2017) “Hostigamiento y acoso sexual en ámbitos de educación superior del sureste mexicano”. Atas CIAIQ. Investigação Qualitativa em Ciências Sociais, número 3, pp. 336-341; Bermúdez, F.M. (2014) “‘Aquí los maestros no pegan porque ya no se acostumbra’. Expresiones de la violencia hacia las mujeres en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas”. Península, volumen IX, número 2, pp. 15-40.
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