Hasta luego, Agente 007
Las ciencias sociales y la literatura aunque guardan similitudes son ámbitos distintos de la creación. Las ciencias sociales tienen como objetivo crear conocimiento sobre las sociedades y sus culturas, la historia y todo lo relacionado con los seres humanos. Son por lo tanto disciplinas empíricas obligadas a probar lo que afirman. La literatura no tiene ese compromiso. El escritor no está obligado a probar nada, puede escribir con libertad, y lo que se le exige es el uso creativo del idioma y la honestidad intelectual. La literatura describe los estados emocionales de la humanidad y su capacidad infinita de crear relaciones de todo tipo. Describe las capacidades humanas para el bien y para el mal. La complejidad de la humanidad es tal, que no es posible abarcarla aún con el uso de la palabra. La condición humana que dice André Malraux es inaprehensible aunque susceptible de explorar, y esto último es lo que hace la literatura, el cine, el arte en general. Y es lo que hizo Ian Fleming, el creador del sofisticado y elegante agente 007, del servicio secreto inglés. Las novelas de Fleming se llevaron al cine y tuvieron en el actor Sean Connery al mejor intérprete del célebre espía/policía inglés. Justo el pasado 31 de octubre murió Sean Connery a los 90 años de edad. Lo recordamos como el gran actor que fue no sólo en toda la zaga del Agente 007 sino en películas como El Nombre de la Rosa o Los Intocables. El propio escritor Ian Lancaster Fleming fue oficial en la inteligencia británica, además de haber ejercido el periodismo y crear al personaje que interpretó de manera genial en las pantallas Sean Connery. De hecho, tanto Fleming como su personaje y el mismo actor, son escoceses. Fleming había nacido en 1908 y murió en 1964, no sin antes dejar escritas las novelas que dieron vida a ese personaje singular, capaz de hazañas inverosímiles, como lo fue el Agente 007. De hecho, las películas siguen siendo exhibidas en la televisión y son apreciadas por un público amplio. Al morir Sean Connery, murió un tiempo. Sus películas anunciaron la preeminencia de la tecnología y a la delincuencia como un componente estructural del capitalismo, amén de una geopolítica basada en el crimen. Desde el momento en que en las salas de cine se apagaban las luces y se iniciaba la exhibición, el espectador veía el perfecto acoplamiento entre la música y las imágenes mientras se anunciaban a los repartos, el fotógrafo, productor y el director. La acción comienza de inmediato en estas películas. Uno ve a Sean Connery saliendo del peligro sin un rasguño y así también terminará la película, con el ingrediente de que invariablemente el agente 007 estará acompañado de una mujer espectacular. Son célebres las escenas en las que el inventor, empleado del servicio secreto, le explica al 007 la tecnología que usará para combatir al crimen: plumas que son de todo, incluso pequeñas bombas además de portar otros aditamentos; un reloj que lleva un finísimo hilo de acero puro que tiene mil usos; un automóvil que prácticamente se maneja solo además de ser en sí, una máquina de guerra. Hasta los zapatos que calzará el célebre 007 tienen algo que le auxiliará a escapar del peligro. Además, el agente 007 es un seductor incurable. Tiene a una eterna enamorada en la secretaria que está en la antesala de la jefatura del servicio secreto. El Agente recibe sus órdenes con una aparente indiferencia y gran frialdad, pero muy atento al tamaño del peligro que enfrentará. La música es espectacular y no es sólo un acompañante de las imágenes sino un perfecto medio para motivar las emociones del espectador. El acoplamiento entre los movimientos del actor y la música es una de las más sofisticadas creaciones en este tipo de cine. Así como Jhonny Weissmuller fue el mejor intérprete de Tarzán, el Hombre Mono, así Sean Connery no tiene rival al interpretar al personaje de Ian Fleming, el Agente 007, James Bond. Aunque con el paso del tiempo, quizá, las películas del agente inglés nos parezcan ingenuas, quedaran como lo mejor que ha producido el cine en ese género de espías que combaten al crimen internacional. Y recordaremos siempre a Sean Connery como el más sofisticado espía de todos los tiempos. Descanse en paz el gran actor escocés. No sólo murió Sean Connery sino que también se fue James Bond.
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala. A 1 de noviembre, 2020.
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