La inaccesible realidad
Casa de citas/ 494
La inaccesible realidad
Héctor Cortés Mandujano
Lo que yo conozco está integrado por dos elementos:
lo dado y lo que pongo yo
Kant,
citado por Julián Marías
Julián Marías escribió su Historia de la filosofía (Alianza Editorial, 1985) a partir de los apuntes que una de sus compañeras y alumnas, que luego se volvió su esposa, hizo de las clases que daba a las muchachas de su misma edad y que, por tanto, tenían que ser muy claras y muy fundadas, dado que él no tenía ni el prestigio ni el poder que sí tenían los viejos maestros. Por eso su libro es tan ameno.
Dice en el capitulo sobre los presocráticos (p. 17): “La escuela pitagórica creó también una teoría matemática de la música. […] Se pensó que cada astro da una nota, y todas juntas componen la llamada armonía de las esferas o música celestial, que no oímos por ser constante y sin variaciones”.
Cita a Heráclito (p. 27): “Todas las cosas son uno”. Y a Empédocles (p. 29): “Yo he sido en otro tiempo muchacho y muchacha, un arbusto y un ave, y un pez mudo en el mar”.
Luego de hablar de los clásicos griegos, dice en “Cristianismo y filosofía” (p. 101): “La división más profunda de la historia de la filosofía la marca el cristianismo; las dos grandes etapas del pensamiento occidental están separadas por él. Pero sería un error creer que el cristianismo es una filosofía; es una religión, cosa muy distinta; ni siquiera se puede hablar con rigor de filosofía cristiana”.
Luego del cristianismo, dice (p. 122), “hay una gran laguna de cuatro siglos, del V al IX, en el que propiamente no hay filosofía. El mundo se altera esencialmente con la caída del Imperio romano”.
Y (p. 123) “desde el siglo IX aparecen, como consecuencia del renacimiento carolingio, las escuelas. Y un cierto saber, cultivado en ellas, que se va a llamar la Escolástica”, que “como las catedrales son inmensas obras anónimas o poco menos”.
El libro es un recorrido histórico de las ideas filosóficas, donde las hubo. Dice (p. 259): “De Lessing es la famosa frase de que si Dios le mostrase en una mano la verdad y en la otra el camino para buscarla, escogería el camino”.
He tomando cursos sobre neurociencias y me ha llamado la atención como a las mismas verdades que está llegando la ciencia, llegó antes la filosofía. Marías lo dice (p. 263): “Poco a poco, la vida y las ciencias se van informando por esos resultados a que la filosofía ha llegado antes. Así se va transformando el aspecto del mundo”.
A Dios se le incluyó en filosofías y luego ya no. Dice Marías (p. 272): “así como antes no se dieron razones particulares […] para justificar el que tuviesen (las creencias) su fundamento en la Divinidad, tampoco ahora se dan pruebas suficientes para la exclusión de Dios de las disciplinas intelectuales”.
Explica la filosofía de Kant. Esto me encantó (p. 277): “Las cosas en sí son inaccesibles; no puedo conocerlas, porque en cuanto las conozco, ya están en mí, afectadas por mi subjetividad; las cosas en sí (noúmenos) no son espaciales ni temporales, y a mí no se me puede dar nada fuera del espacio y del tiempo”.
Cuando llega a la filosofía del siglo XIX vuelve a reiterar (p. 331): “La historia de la filosofía es discontinua, y a las épocas de máxima tensión creadora suceden siempre largo años de relajación, en que la mente parece no poder soportar el esfuerzo metafísico”.
Cuando habla de Kierkegaard, escribe (p. 351): “El hombre es algo concreto, temporal, en devenir, situado en ese modo de ser que llamamos existencia por un cruce de lo temporal y lo eterno, sumergido en la angustia”.
Ya en el siglo XX, cita a Ortega y Gasset (p. 437): “Cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mi pupila no está la otra; lo que de la realidad ve mi pupila no lo ve la otra. Somos insustituibles, somos necesarios”, porque, dice (p. 438), “cada vida es un punto de vista sobre el universo”.
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El Fondo de Cultura Económica publicó, en 1981, en un solo volumen, los siete números de la revista Barandal (1931-1932) y los dos de Cuadernos del valle de México (1933-1934). El interés de darlas al público es que en ambas publicaciones periódicas estaba involucrado, como editor, entre otros, el que todavía firmaba sus textos y poemas con su nombre completo: Octavio Paz Lozano.
Rafael Solana, uno de los presentadores, dice que cuando la revista Barandal salió (p. 9): “Nos quedamos paralizados de admiración, de estupor, cuando un amigo a quien tuteábamos, un compañero de la escuela secundaria, Octavio Paz, sacó la suya, en agosto”. Paz tenía 16 años.
Dice Paz en su poema “Orilla” (Barandal # 2, p. 37): “Te amo –veloz y perezosa–/ por la canción revuelta de tu cuerpo”.
Estos jóvenes y atrevidos editores lograron convencer a poetas reconocidos (Pellicer, Novo, Villaurrutia) para publicar en un suplemento hecho exprofeso. Dice Pellicer en “Retórica del paisaje” (Barandal # 3, p. 99). “La prodigiosa juventud del aire/ convida a estar desnudo”, y en “Estudios (II)” escribe (p. 102): “Apenas te conozco y ya me digo:/ ¿Nunca sabrá que su persona exalta/ todo lo que hay en mí de sangre y fuego?”.
Dice Paz en “Nocturno de la ciudad abandonada” (Barandal # 4, p. 117): “Y el Alba es el cadáver blanco/ de una mujer ahorcada, colgando/ inmóvil, del clavo de una estrella”.
Rafael López M., otro de los editores, escribe en “Soneto de la ausencia” (Barandal # 5, p. 152): “…si a mis labios fueras tú, completa,/ una mitad de carne, otra de hielo,/ te usara de mujer y de paleta”. En ese mismo número publican un texto de Albert Einstein (p. 164): “Lo más bello de que tenemos conocimiento es el misterio. Es la fuente de todo arte y de toda ciencia”.
En Cuadernos del valle de México # 1 escribe Octavio Paz Lozano, en “Desde el principio” (p. 330): “Así caminamos los hombres,/ lejos de la eternidad”.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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