Negropolítica: definición colaborativa en transición

NEGROPOLÍTICA: dícese del uso del poder social, político, económico, cultural y militar para imponer regímenes de vida y muerte que esclavizan, colonizan y disciplinan los mundos de vida de la diáspora africana y su descendencia. Política contra la negritud de larga temporalidad histórica, contra el derecho a la vida de los negros, las llamadas “gente de color” o no blancos anclada en representaciones y prácticas de negación de alteridad y hasta de humanidad. Configuración sistémica y sistemática del racismo, la discriminación, la xenofobia, la estigmatización y otras formas conexas de intolerancia en nombre de supremacías, privilegios y supuestos derechos de clase, color de la piel, sexo, etnia, origen social o lugar de residencia o nacimiento. Como política de gobierno legitima y administra la violencia, el dolor y la muerte para el sometimiento de cuerpos racializados a condiciones opresivas y precarias y para su control cometiendo actos de rechazo, injusticia, exclusión, segregación o marginación, así como actos siniestros de silenciamiento, invisibilización o aniquilamiento que constituyen crímenes de estado y crímenes de lesa humanidad. En las honduras de la reproducción de esta política, las instituciones sociales tienen un papel fundamental por su relevancia en la construcción de identidades y diferencias individuales y colectivas, en la estructuración de representaciones del mundo para legitimar relaciones de dominación y explotación social, simbólica y económica, y en la constitución de estructuras de poder, desigualdad e inequidad sociorracial. Las relaciones de fuerza sociales y culturales que atraviesan estas políticas institucionales se profundizan con la naturalización de las diferencias culturales, la biologización de las desigualdades sociablemente constituidas, la esencialización identitaria de patrones estéticos y éticos y la normalización de las prácticas de muerte. Todos los espacios públicos y privados son espacios de la negropolítica porque dotan de significación determinadas características culturales o biológicas a través de las formas de nombrar, los reconocimientos conflictivos de la alteridad, la desvalorización o infravaloración de otras personas o los extrañamientos por su existencia misma. En los discursos y prácticas cotidianas se dirimen explícita o sutilmente (des)encuentros, intereses, conflictos y competencias por el acceso y el control de los recursos o medios fundamentales de vida, por el aseguramiento de la extracción de valor y el mantenimiento de clasificaciones binarias, distinciones, jerarquías sociales, lugares de privilegio, estatus incuestionables, mitos de origen o destino y herencias coloniales. La melanofobia, el miedo étnico y el odio racial son operadores de las prácticas hechizas de la memoria que, en relación con las prácticas de la diferencia, devienen en dispositivos políticos del control, la opresión, la explotación y la regulación de los conflictos expresados en estallidos de violencia física y simbólica en un momento dado del movimiento de la sociedad. Remítase a las ideologías sociopolíticas racistas o racializadoras, sexistas, clasistas, indigenistas/indianistas o nacionalistas, moralizantes, modernizantes o fundamentalistas al uso con invariabilidad dogmática para ocultar la realidad, ocluir el análisis de las fuentes de la negropolítica y rehusar el compromiso público de enunciarla, condenarla, atajarla y combatirla. De la familia de la necropolítica, la tanatopolítica y la biopolítica.

 

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