Estragos del covid
Sin pruebas suficientes, los Centros Covid en Chiapas se limitan a proporcionar recetas a los pacientes para que consigan, si es que lo logran, Azitromicina, Oseltamivir, Ivermectina o Claritromicina. Pero los medicamentos escasean en este Tuxtla invadido por el virus, y no se diga el insumo más preciado: un tanque de oxígeno. Es imposible incluso adquirir Aspirinas Protec y Redoxon.
El periodista Sergio Melgar Recinos, quien presentó síntomas parecidos a los del coronavirus, acudió al Centro Polifórum para recibir atención. Pero le dijeron que no había reactivos para realizar la prueba y que debido a que su saturación de oxígeno era de 98, no era candidato.
Le dieron una receta para combatir el covid. Empezó su deambular por sucursales de Farmacias Guadalajara y del Ahorro para surtirse de Azitromicina, Claritromicina y Oceltamivir, porque simplemente la Secretaría de Salud no cuenta con estos medicamentos.
La situación es grave. Las pruebas, que en otros países se están aplicando para detectar casos tempranos de contagiados, aquí están ausentes. El gobierno de la Ciudad de México ha dado un paso al costado en esta estrategia diseñada por Hugo López Gatell y ha decidido aplicar cien mil pruebas. Eso es muy útil porque permite aislar a asintomáticos y a contagiados. De lo contrario, se camina a ciegas.
Enfrentar el coronavirus es una labor del gobierno y de los ciudadanos. Al Estado le corresponde proporcionar hospitales, médicos, medicinas e información útil; a nosotros extremar las medidas de protección, como el uso de cubrebocas en lugares públicos, que ha sido un aliado fundamental en Europa en esta guerra contra el virus.
Ahora el combate en Chiapas se vive en las colonias populares de Tuxtla Gutiérrez y también en los pueblos, en donde se multiplican las historias desgarradoras.
En Suchiapa, mi pueblo, a diario nos enteramos de la muerte de amigos o de conocidos. No sabemos la causa, pero intuimos, que ha sido por coronavirus. Los altoparlantes han pasado de informar de dos a tres muertes diarias, a ocho, a veces a diez.
La situación es complicada. A cada persona, a cada familia, le corresponde cuidarse con las medidas más estrictas para no pescar el virus, porque una vez llevado a casa, podría contagiar a los más débiles, y lo sabemos, los hospitales están saturados. El problema es que no sabemos cuánto tardará esta emergencia de carga viral incrementada.
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