El Congreso chiapaneco: entre mujeres y la imperiosa necesidad de cambiar.
Gracias a las políticas afirmativas que se han venido aplicando en los últimos años, es que hemos podido ver la incorporación de cada vez más mujeres en cargos públicos. Esta, por cierto, no ha sido una gratuita concesión, sino que se debe a una larga lucha que han dado principalmente las mujeres en la búsqueda de una mayor equidad.
Y este avance es más o menos reciente, si nos atenemos a la base normativa que le da sustento a un mayor equilibrio en el plano político a la distribución de cargo basados en cuotas. En efecto, la reforma a la ley electoral de 2014 estipula que los partidos políticos en su carácter de entidades de interés público tienen el imperativo de otorgar cargos de elección popular en igual de condiciones para las mujeres. En particular, el numeral 4 del artículo 3ero de la ley electoral estipula que “cada partido político determinará y hará públicos los criterios para garantizar la paridad de género en las candidaturas a legisladores federales y locales. Éstos deberán ser objetivos y asegurar condiciones de igualdad entre géneros”.
Desde luego, esto se ha venido decantando poco a poco y la inclusión femenina a competencia política por cargos de representación aunque ha sido lenta, parece caminar en la dirección correcta en función de una mayor participación de las mujeres en la función pública. Por esas razones es que ahora podemos observar que en la mayoría de los congresos estatales comienza a configurarse un mayor equilibrio entre hombres y mujeres. Sin embargo, son todavía son mínimos los casos en que las mujeres se desempeñan en cargos ejecutivos, puesto que hay pocas alcaldesas y mucho menos gobernadoras.
Como es natural, habrá funcionarias buenas, malas y regulares. Así es prácticamente en todos los ámbitos de la vida social y política del país. Más aún, cuando la función pública ha sido monopolio exclusivo de los varones, las mujeres pueden perfectamente desarrollar en el corto tiempo el aprendizaje necesario para desempeñarse adecuadamente. Esto, desde luego, permitirá acumular la experiencia indispensable para que eso redunde no solamente en beneficio de cada vez mejores funcionarias sino que, además, impacte positivamente la aplicación de políticas públicas pertinentes y eficaces que atiendan las demandas de la ciudadanía.
En el plano de la representación política, las mujeres han tenido que luchar a contracorriente de la dinámica predominantemente masculina que caracterizaba al campo hasta hace apenas algunos años. Si bien ha sido en la “izquierda” donde primeramente se han abierto espacios a la participación política femenina, el machismo que impera transversalmente en todas o casi todas las agrupaciones políticas hace en los hechos prácticamente irrelevante dicha apertura, de modo tal que las mujeres siempre han terminado relegadas. No sólo eso, en muchos movimientos sociales en que ha sido central la participación femenina, ello no se ha correspondido con una equilibrada distribución de los cargos y del liderazgo, puesto que a menudo resultaban ser solamente hombres quienes dirigen los destinos de las organizaciones.
Afortunadamente, todo esto ha venido cambiando en los últimos años. La representación política se distribuye de modo más equilibrado, pero ha existido resistencia y no ha sido fácil instaurar o experimentar nuevas formas de relacionarnos buscando una expresión más genuina de la diversidad social. Así, políticos de viejo cuño, por ejemplo, proponían a mujeres con las que tenían algún tipo de vínculo familiar por pura formalidad a fin de cumplir con la cuota de género y luego hacerlas renunciar a los cargos. Por esto es que se tuvieron que hacer reformas a la ley, de tal manera que esos cochupos pudieran evitarse con el propósito de alcanzar una representación más equilibrada.
En este sentido, llama la atención la composición del Congreso del Estado de Chiapas. La presente Legislatura (LXVII) está integrada por 40 diputados, de los cuales 26 son mujeres y 14 hombres. Esto ofrece una composición sui generis al Congreso chiapaneco, en tanto que se revierte la tendencia a la preponderancia masculina. Desde luego, existe una representación muy diversa, pero las mujeres resultan la mayoría tanto en la composición del Congreso como en los partidos ahí representados. Por ejemplo, el alicaído PRI cuenta con 5 diputados de los cuales 4 son mujeres. Peor escenario le ha tocado vivir al PAN ya que solamente tiene una diputada y, en este caso, la misma situación le sucede al PRD. El PT igualmente está mayormente representado por mujeres, pues de los 5 que integran su bancada 4 son mujeres. El Verde Ecologista tiene 5 diputados, de los cuales 3 son mujeres. Los tránsfugas del oficialismo, Mover a Chiapas y Chiapas Unidos, cada uno con tres diputados, la mayoría mujeres. Morena, por su parte, tiene exactamente la misma cantidad de diputadas y diputados, seis en cada bando. Finalmente, el PES tiene la misma cantidad de legisladores que de legisladoras, 2 por género.
Se trata de un cambio significativo no solamente en la composición del Congreso chiapaneco sino, también, de la ciudadanía que en esta ocasión decidió optar por un conjunto de candidatas a la máxima tribuna de la entidad. Además, se envía un claro mensaje de renovación o perecer; entre los políticos tradicionales de los cuales ya está harta la población y la apertura de nuevos integrantes, renovadas prácticas e ideas innovadoras, al menos eso podría ser una expectativa que quizás la ciudadanía enarbolaría en un escenario de mayor participación femenina y cambios en la correlación de fuerzas políticas.
Sin embargo, los retos son enormes en una entidad que no solamente ha sufrido la rapacidad de su clase política y la insensibilidad, como su racismo, de los grupos de poder en aquel bucólico rincón de la geografía de México. Para hacer todavía más complicado el cuadro hay que sumar fenómenos como la pobreza y la gran polarización social existente derivada de la enorme desigualdad que impera en su territorio.
En ese panorama complejo deben actuar ahora mismo quienes llegaron al poder en el 2018, pero si uno revisa el Diario de los Debates del Congreso chiapaneco, quizás lo que uno pueda albergar sean más dudas que certezas. Para empezar, en la apertura de trabajos de la nueva legislatura, por ejemplo, más allá de los actos protocolarios de instalación, los posicionamientos de las bancadas e incluso la intervención del ahora gobernador, todos parecen carecer de una agenda propia que permita no solamente definir los temas y sobre todo, las estrategias que habrán de instrumentarse a fin de resolver los apremiantes problemas de la entidad.
Si bien las diputadas que tomaron la palabra, prácticamente fueron ellas quienes fijaron las posturas de sus propios partidos, mostraron una civilidad política que no puede dejar de mencionarse, tampoco puede omitirse que rayaba casi en la adulación frente al poder. No obstante, los discursos estuvieron plagados de lugares comunes aludiendo a temas con quien nadie podría estar en desacuerdo, como la defensa por los derechos humanos, buscar mayor equidad entre hombres y mujeres, brindar mayor seguridad a la población, mejorar las condiciones de vida de la población, etc.
Una de las primeras diputadas en tomar la palabra fue la representante del PRD, quien fuera sorprendida en la tribuna cuando empezó a temblar en el recinto. Pidió calma a los asistentes y remató su discurso con la solicitud de un minuto de silencio por el fallecimiento del periodista, Mario Leonel Gómez Sánchez, al tiempo en que solicitaba la creación de una instancia para la protección de los comunicadores.
La diputada del PAN, por su parte, aludió al carácter sacrificial que le significó llegar a esa tribuna, al mismo tiempo en que todos en ese espacio estaban a salvo de cualquier fenómeno natural dado que dios había desplegado su manto protector. Y coronó su discurso con la siguiente lisonja para el gobernador: “Tenemos señor gobernador… una expectativa grande de que lo que usted puede hacer por el bien de Chiapas, tenemos una expectativa de que usted sabrá conducir adecuadamente los caminos de Chiapas, que usted sabrá tener la sabiduría para poner hombres y mujeres que lo acompañen.. Y este congreso sin duda, el PAN, su servidora estaremos ahí para luchar codo a codo y de frente por lo que Chiapas requiere: justicia, verdad y paz para hombres y mujeres valientes como son los chiapanecos y chiapanecas”.
Por parte de Morena subió a la tribuna el diputado, Marcelo Toledo Cruz, quien desde sus iniciales palabras dejó entrever su estirpe agradeciendo a su líder moral, el presidente Andrés Manuel López Obrador. Y continuó por el camino sinuoso del reparto de gratitudes al por mayor, incluyendo en ello al propio gobernador ahí presente. Más que una agenda, por voz del partido mayoritario lo que se trasluce es casi un apoyo irrestricto con el gobernante en turno. Y no es que eso esté mal por definición siendo el gobernador de su propio partido, pero lo más perturbador resulta de la falta de ideas que habrán de constituirse en la agenda legislativa de esa expresión partidista.
En su oportunidad, el gobernador electo, Rutilio Escandón Cadenas, después de un largo listado de agradecimientos, pretende dejar atrás la “política tradicional” e “inaugurar una nueva cultura política”. Dentro de sus planteamientos, recoge prácticamente todas las iniciativas y propuestas del presidente de la república, como el de aplicar una política de austeridad en el gobierno, no usar la flotilla de aviones y helicópteros para su uso personal, como tampoco vivirá en la casa de gobierno. También, propone quitar el fuero, continuar el programa de pensión a adultos mayores, crear 7 universidades públicas más y generar 80 mil nuevos empleos a través de apoyos al campo e impulsar el turismo.
Aunque todas esas propuestas no son desdeñables, lo cierto es que revela, por un lado, que el gobierno estatal actual estará supeditado a lo que la federación pueda hacer en la entidad y, por otra parte, que el ejecutivo estatal carece de una agenda precisa en torno a los problemas que una esperaría se enfocara su administración.
Es importante hacer mención, finalmente, que existe al menos discursivamente la intención de modificar las formas de hacer política, pero lo que manifiesta el acto simbólico de apertura de trabajos de una nueva legislatura en la entidad obedece más a los viejos códigos de la tradición política, que al ensayo de otras maneras menos subordinadas frente al poder.
Mientras reviso los discursos no puedo quitarme de la cabeza que todavía se destila en ellos un tufo priista inocultable. Pero habrá que darle el beneficio de la duda a un gobierno que apenas empieza cargado de expectativas. Si estas se traducen en beneficios concretos para la población habrá cumplido buena parte de sus compromisos. El tiempo lo dirá.
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