Periódicos, sobrevivir a la contigencia
La contigencia generada por el Covid-19 ha acelerado el consumo de noticias digitales y el traslado de periódicos impresos a internet en otras partes de mundo, menos en Chiapas.
Es normal. Nos movemos en otros tiempos. Aquí el cambio será más lento, pero al final irremediable. Las ediciones impresas de los tres principales medios (Cuarto Poder, Diario de Chiapas y El Orbe) no se han detenido, pese a la cuarentena.
Sin embargo, vamos hacia la extinción de los medios impresos porque representan la industria pesada de la información, que en momentos de portabilidad como los que vivimos, representan un estorbo y hasta un posible medio de contagio. Ahora, el habitante quiere llevar en su teléfono todo lo que le pueda ser útil: videos, fotografías, canciones, uno que otro libro y noticias fáciles de digerir.
Antes, los periódicos eran empresas imponentes, con maquinarias ruidosas y mastodónticas, que sacaban a una hora programada un producto perecedero y que, como tal, contaba con apenas medio día de vida y que en ese lapso debía orientar a los lectores por la jungla política y social.
Hoy, las noticias transitan por la red, y en momentos de crisis como éste los consumos se disparan hasta un 24 por ciento más, según estimaciones de Google.
La incertidumbre genera consumos industriales de información. El problema ha sido rentabilizar esos datos que se distribuyen de forma gratuita por internet.
Para un empresario de la información en Chiapas, publicar un periódico impreso es una opción rentable. La mejor opción si desea “ser tomado en serio” por la cúpula del poder, porque existe todavía la percepción en los políticos que los medios digitales están hechos para la banalidad, la complacencia o el ajuste de cuentas.
Los políticos, en especial los chiapanecos, tienen una fijeza por el periódico impreso, porque ha sido parte de su trayectoria. Además, les resulta un medio fácilmente predecible, que para someterlo basta algún apoyo económico mensual.
En cambio, los medios digitales irrumpen de forma diferente, con lenguaje y actores desconocidos. Hay también mucha inestabilidad en ese espacio, porque no basta con inaugurar un nuevo medio, sino hay que alimentarlo a diario y con información novedosa. El medio muchas veces termina por devorar a sus creadores, porque a la larga resulta tan caro como uno impreso.
Por esas razones, los periódicos impresos de Chiapas no acelerarán su mudanza a los espacios digitales, y solo bajarán la cortina cuando no reciban apoyos gubernamentales, porque de la venta de ejemplares sabemos que nunca han sobrevivido.
He comentado en varias ocasiones que el Estado debe apoyar a los medios, con apoyos directos y convenios publicitarios, con el propósito de que generen información fiable. Prácticamente es la única opción que se tiene en una entidad en donde se lee poco, y lo poco que se lee suele ser bastante banal.
Los periódicos en Europa, que son alimentados por un público lector sólido, reciben apoyos oficiales, los llamados “ayudas a la prensa”. En esta contigencia, por ejemplo, Italia brindó una reducción del 30 por ciento en el pago de impuestos a los medios impresos, y cuatro mil euros (unos cien mil pesos) a los expendedores de periódicos.
Aquí resulta incomprensible que los apoyos a los periódicos sean subterráneos, lo que genera estigmas a una profesión, cuando deberían ser públicos y transparentes, porque es un asunto de salud pública por su capacidad de generar información bien tratada y fiable.
El traslado de los medios impresos al espacio digital es todavía un asunto pendiente, lento, pero inevitable.
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