Desinformar también enferma
Por Daniel Álvarez
La desinformación nos ha estado volviendo personas inestables ante las circunstancias. Según afirma Luis Ángel Hurtado, quien investiga el impacto de la desinformación en México: “Antes de compartir y opinar hay que darnos una sana distancia con la información; analizarla, digerirla, contrastarla y finalmente compartirla cuando nos formemos un criterio”. La realidad es que somos incapaces de poder identificar información fidedigna, un verdadero comunicado o una estadística bien fundamentada a un “chisme” local, a una posible treta de personas víctimas del ocio en conjunto a la insensatez que difunde información ilógica incitando el pánico en una comunidad que se cree todo sin indagar, sin utilizar de manera correcta las redes sociales, sin poder verificar la información antes de creerle a la vecina, a la comadre, al compadre, que se encuentra en el mercado o a las cadenas de whatsapp que producen un miedo demasiado abstracto.
El rumbo que Ocosingo toma después del comunicado que emitió el Secretario de Salud del Estado, el Dr. José Manuel Cruz Castellanos, el pasado 12 de Abril, provocó la apertura de una senda bifurcada para la población en estos próximos días. El Dr. Castellanos informó acerca del caso número 41 de contagio, de manera oficial en Chiapas. Este caso se refiere a un señor de 54 años, de la comunidad ejidal Francisco León, que pertenece al municipio de Ocosingo. Fue una noticia que ya se veía venir para el municipio con mayor extensión territorial y uno de los cuatro más poblados del estado Chiapaneco.
Hasta entonces, horas después del comunicado, la expectativa de la población ocosinguense se mantenía firme. Toda esa firmeza cambió cuando, pasadas las 11:00 de la mañana del 13 de Abril, se dieron a conocer en algunas páginas periodísticas locales, la noticia de que Samuel “N”, de 54 años de edad, había fallecido a causa de un supuesto suicidio. La información fue sustentada por las autoridades estatales de la Secretaria de Salud, consecutivamente se confirmó lo del fallecimiento y para entonces, la Fiscalía General del Estado ya investigaba este posible suicidio, mismo que se haría oficial horas después.
Lamentablemente hubo una triste novela de desesperación por parte de los familiares del occiso, pues las autoridades correspondientes no parecían pretender asomarse para hacer las acciones protocolarias referentes a un infectado fallecido, provocando que dichos familiares manipularan el cuerpo, exponiéndose a ser infectados. Esto sucedió hasta que las autoridades llegaron al ejido Francisco León y cumplieron con su deber, además de aislar a la familia directa afectada, proporcionándoles asistencia psicológica, procedieron a desinfectar el hogar del fallecido y tomar medidas de prevención para la población de la comunidad y sus aledaños.
Mientras tanto, en mi municipio, la histeria colectiva va tomando forma a razón de este trágico suceso, ya que la comunidad donde ocurrieron los hechos anteriormente mencionados, pertenece a la cabecera municipal de Ocosingo. Hubo un cambio parcialmente significativo, por lo menos en la perspectiva de muchas personas a quienes les pedí opinión y obviamente mi opinión al respecto. Ese cambio fue la noción limitada de transeúntes que las calles solían tener en las tardes. Es ciertamente curioso cómo la sociedad ocosinguense sigue saliendo en las mañanas de forma peculiar y en la tarde/noche se nota una diferencia considerable.
Es lamentablemente irónico, porque se pensaría que uno es inmune en las mañanas y que el contagio solo es posible de 2:00 de la tarde en adelante. Se puede afirmar que Ocosingo es en su mayoría concurrido por las noches, ya que el calor se disipa, algunos restaurantes abren y la aglomeración en el área central es notoria, eso hasta la contingencia actual. Es justo mencionar que la ironía hace referencia a evitar salir en la noche para, contradictoriamente, hacer tus “mandados” en la mañana, como si esa filosofía te hará expiar el peligro que implica ser contagiado. Sea la hora que sea, si no te mantienes en casa, el peligro de ser contagiado es una realidad que no va a mermarse por suposiciones.
Habrá que especificar que muchos ciudadanos están más expuestos por hacer caso omiso a las medidas de prevención especificadas, pero esta indiferencia hacia a las normativas de contingencia llegan a ser por necesidad, por el hecho obligado de salir a laborar pues, de no hacerlo, no hay pan en la mesa ese día. Pero el hecho de que las personas salgan de casa para trabajar, deja de significar una excusa relativamente viable cuando hablamos de que no solo es el riesgo individual de aquel que sale de casa, también su posible contagio podría afectar a muchas personas. No hay solución a la subjetividad situacional de cada individuo en Ocosingo: “solo uno mismo entiende su necesidad”.
Anteriormente mencioné que la senda, ante la expectativa de la población de Ocosingo por el caso que se encontraba en la comunidad aledaña, empezaba a bifurcarse. Serán dos caminos que se nos presentan mediante la circulación de la información sobre el Coronavirus, Estos caminos representarán, en gran medida, lo que significará ver el contraste entre las personas circulando erróneamente en las calles de Ocosingo como si todo fuera normal, comprando bebidas alcohólicas de manera clandestina, aunque estén elevadas de precio -contradictoriamente a las posibles acusaciones de estos individuos ante la PROFECO, por los precios tan elevados en los distintos supermercados- e identificando el contraste con las personas que NO hicieron compras de pánico, pero sí compraron víveres de prevención para dejar el margen de salida mucho más pequeño.
El miércoles 15 de Abril, en el informe diario de la Secretaría de Salud del estado, por medio del Dr. José Manuel Cruz Castellanos, se dio a conocer el número de infectados hasta ese dia; cinco nuevos, llegando a 50 casos confirmados. El último provocó cierta consternación en la comunidad de la cabecera ocosinguense por múltiples razones: la primera fue que el caso era de una menor de 8 años, la segunda razón era que la niña al igual que su familia residen en Ocosingo, cabecera, y la última fue que el informe mencionó una cifra mínima de 5 contactos con la niña, que podían presentarse como asintomáticos.
La información fue dada a conocer, empezaron las especulaciones, las dudas, las opiniones, no se sabía con certeza quién era la niña. En Facebook empezaron a compartir puntos de vista, uno que me llamó la atención fue que muchos hacían énfasis en que “la gente ahora dejará de burlarse porque el virus ya llegó” o afirmaciones sin argumentar como “la niña está en el IMSS, puede infectar al personal, esto se pondrá peor”. Publicaban y compartían sin saber que la niña que reside en Ocosingo se encuentra en observación junto a su familia en Tuxtla Gutiérrez, en la Clínica de Enfermedades Respiratorias, en la capital chiapaneca. Esto tampoco quiere decir que el ocosinguense se tenga que relajar, bajar los brazos ante la pandemia y escatimar en indiferencia ante la situación. Se deben seguir las normas obligatoriamente, quedarse en casa y lo más importante: no caer en pánico.
Sin duda los dos caminos que se van volviendo más contrastantes serán tomados por quienes piensen de manera responsable y por los que piensen particularmente de forma inapropiada según su perspectiva.
Ocosingo se va encaminando a lo que podría ser una reconfiguración social, implementando lo que lamentablemente nos llega a afectar en muchos rubros, la desinformación; un gestor silencioso de enfermedad por pánico. Desinformar siempre ha sido peor que no informar, es tan malo como confirmar un hecho que se argumenta de suposiciones, pues hace de la sociedad una bomba de tiempo.
Y me temo que llegará el día en que nos quede corto el cuento “¡Ahí viene el Lobo!”, gritando cosas injustificadas, mentiras inapropiadas, fomentando el manejo erróneo de la situación, distorsionando la realidad y todo lo negativo que conlleva. Temo que quizá llegue el día donde la desinformación termine afectando la capacidad de reacción de Ocosingo, así como la situación anímica, evitando que actuemos como la situación lo demanda, cuando de verdad sea necesario actuar de forma más eficaz.
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