¡Al agua patos!
Enfrascada en el trabajo en línea que estaba haciendo desde casa Dinora no había reparado que el viento estaba soplando de manera distinta. Las gallinas, pollitos y patos estaban tranquilamente en el patio. Se asomó por instantes y percibió la sensación de frescura, como cuando se anuncia la lluvia. Alzó la vista al cielo, vio nubarrones grises. Ella quería aprovechar al máximo el tiempo, avanzar con las actividades que tenía pendientes. El ritmo de su cotidianidad había cambiado desde el inicio de la cuarentena por el Covid-19. Así que regresó a lo suyo.
Se preguntaba si todas las personas que estaban trabajando desde sus hogares habían encontrado la forma de organizarse ante esta crisis de salud. Ahora entendía que no es lo mismo hacer algún pendiente laboral en casa que estar trabajando ahí de continuo. De pronto sentía que la tarde ya había caído y ella seguía en el trabajo. Hacía sus espacios de receso, no precisamente para hacer lo que deseaba sino para atender tareas en casa. Recordó nuevamente que los roles de las mujeres eran distintos, siempre estaban ocupadas en algo que hacer.
Sin embargo, no todo era tan angustiante, valoraba mucho su trabajo, se sentía afortunada y bendecida de poder estar en casa con sus familiares, haciendo caso a la frase más recomendada de esos días: Quédate en casa.
La parte que más le causaba cierta incomodidad era a la hora de estar informándose por la televisión, en los diferentes noticieros y cadenas televisivas la información era similar. Seguían anuncios de prevención, entrevistas con especialistas en salud, eso era importante, pero también percibía que la sensación de infundir miedo no dejaba de estar presente. En otros espacios informativos, no precisamente noticiosos, hacían la recomendación de no consumir aquellos mensajes que infundieran el miedo, la preocupación, el pánico. Las personas especialistas en terapias de sanación sugerían mantenerse en alta vibración.
Seguía concentrada en la revisión de un presupuesto económico cuando escuchó que las gotas de agua caían fuertemente. Salió al patio y observó que las gallinas corrían a guarecerse, cuidando a sus polluelos. Los truenos comenzaron a escucharse fuertemente y de manera continua. La lluvia se intensificó en instantes.
Dinora dejó su trabajo para apreciar la lluvia, sintió el olor a tierra mojada. Se quedó pensando que un par de días antes había deseado que lloviera, los árboles lo necesitaban, los percibía tristes y la tierra estaba agrietada de tanta sequía. El llamado de su mamá la hizo volver al presente.
– ¡Dinora, ven, mira!- dijo doña Patricia.
-¡Qué bonito! ¡Al agua patos!- exclamó Dinora.
Ante ellas estaba un paisaje natural tan bello, además de la lluvia, mientras las gallinas y pollitos huían del agua, los patos disfrutaban al máximo la caída torrencial de agua. Se habían formado pequeños charcos que les servían de estanques para nadar. Y ahí estaba la comunidad de patos, sin dejar de zambullirse y aletear, se veían muy felices.
Dinora agradeció desde su corazón la lluvia de esa tarde. Esos pequeños detalles eran regalos y el recordatorio que cada instante en la vida es importante. Que hacer las pausas necesarias permite darle sentido a la vida.
Deseó que las personas que tenían la oportunidad de estar en casa por el Covid-19, además de cuidarse, pudieran encontrarle los lados lindos del permanecer sin salir. Para Dinora también era una oportunidad de volver la vista a su interior, de sentirse, reconocerse y amarse, para poder estar en armonía con los seres que la rodeaban.
Comenzó a oscurecer. La lluvia siguió y los patos continuaron disfrutando estar bajo el agua.
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